«Al principio la arqueología no daba para vivir y todavía tiene mucho de altruismo»
Repasa sus 50 años de investigación tras obtener el reconocimiento de la arqueología alavesa. «El apoyo de la familia era fundamental», sostiene
Sergio Carracedo
Miércoles, 18 de noviembre 2020, 00:33
La arqueóloga alavesa Paquita Sáenz de Urturi (Apodaca, 1950) ha sido galardonada con la distinción honorífica Enrique Eguren 2020 por el Instituto Alavés de Arqueología. ... Esta pionera comenzó su trayectoria en este campo en 1969 y aunque está jubilada continúa vinculada al oficio que le ha ocupado gran parte de su vida. «Suelo ir al museo, tengo mucho que poner en orden y es una actividad que puedo hacer perfectamente».
- Enhorabuena por el premio. ¿Cómo se siente?
- Muy agradecida. Porque ves de alguna manera reconocido el trabajo de toda una vida. Si lo he hecho bien o no eso lo juzgará luego el tiempo.
- ¿50 años activa y continúa?
- Sí, sigo poniendo cosas al día. Hay que estudiar el material de las excavaciones, inventariarlo y completar lo que está pendiente. Antes no había horas suficientes. Tengo mucho que poner en orden. Me faltan muchas memorias.
- ¿No ha levantado el pie del acelerador?
- Me he desligado de responsabilidades de dirección, porque conlleva mucho. Pero sigo haciendo cosas y colaborando con compañeros.
- ¿Cómo ha cambiado la arqueología en los últimos 50 años?
- Aparte de los cambios en la metodología y la tecnología, que ahora facilitan mucho el trabajo, al principio se realizaban las excavaciones en fines de semana y vacaciones, muchas veces con la familia. Se contaba con subvenciones para los gastos básicos, pero no era una actividad remunerada. A partir de que se implantaron los programas de la Universidad se podía contar con los estudiantes que estaban de vacaciones y con quien quisiera trabajar. Luego se profesionalizó, comenzamos a trabajar personas tituladas y a partir de ahí se crearon las empresas, la mayoría autónomos que compaginaban con otros trabajos, porque esto al principio no daba casi ni para vivir exclusivamente de ello. Más tarde, las intervenciones de urgencia ya eran remuneradas. A pesar de ello, todavía es una profesión que tiene mucho de altruismo.
- Los inicios no son fáciles, pero el suyo, en un campo dominado por los hombres ¿Cómo fue?
- Pues no me he sentido mal en ese sentido. Con normalidad. Sí que hubo algunas reacciones quizá por ser ama de casa. Se sorprendían cuando igual decía que estaba casada. Pero con respeto mutuo se consiguen las cosas. También el apoyo de la familia cuenta mucho. Durante las excavaciones de Los Castros de Lastra (Karanka) mi familia me acompañó. Mi marido era el responsable de la intendencia y la logística; es decir, de hacer las comidas de los que participaban. La gente todavía se acuerda de sus comidas y sus bocadillos. Y mi hijo sin haber cumplido un año ya estaba en la excavación. Estuvo allí hasta que pasó la infancia y dijo que aquello no le iba. También me solía acompañar una hermana mía.
- Ha trabajado en infinidad de yacimientos, ¿se quedaría con alguno en concreto?
- Valdegovía en general y Laguardia. Esos han sido mucho para mí. También alguno de la Llanada, de estos pequeños que casi ni se conocen, como el de Guevara. Con las obras descubrimos pequeñas cosas, pero la intervención se tuvo que cerrar. Con el tiempo igual nos llevamos sorpresas.
- ¿Qué sucedió en Laguardia antes de la romanización?
- Con los descubrimientos de Laguardia nos planteamos qué sucedió. Los poblados del cerro de Laguardia y La Hoya convivieron desde hace 3.000 años, desde el Bronce final y Hierro I. Hubo dos núcleos importantes en la misma época hasta que hubo un ataque o una batalla y perdieron los de La Hoya porque se fue abandonando hasta que desapareció.
- También ha descubierto calzadas romanas.
- Sí, tramos de calzadas. Tuve la suerte de que aparecieron en las obras en las que intervine. He sido una de las pocas que he tocado el firme que se conservaba bajo las capas de cultivo. Tanto en Iruña, como en Arkaia y Mariturri.
- ¿Hasta cuándo estuvieron en uso?
- En Mariturri hasta la Edad Media. En Iruña el camino que sustituyó a la calzada se conservó hasta hace poco. La gente recordaba que iba en línea recta desde Trespuentes hasta la Virgen Blanca, decían, aunque se desviaba antes.
- ¿Qué cree que se debería hacer para poner el yacimiento de Iruña Veleia en el sitio que merece, una vez destapada la verdad del escándalo de las falsificaciones?
- Un programa de trabajos a largo plazo, con equipos multidisciplinares y abarcar las tres etapas culturales del yacimiento: la prerromana, que principalmente se conserva por el exterior del recinto amurallado; la romana, que se ha trabajado el exterior pero se debe seguir también con el interior, y poner al descubierto las ruinas que tienen que ser monumentales, para conservar; y de la etapa medieval intervenir la zona del priorato de Iruña, de la orden de Malta. Las ruinas del hospital y la iglesia estuvieron en pie, sería muy interesante limpiar la zona y al menos dejar visitables las ruinas.
- Arkaia es muy conocido por las termas romanas, pero ¿qué guardaba Mariturri bajo el suelo?
- En Arkaia termas romanas, pero también una ciudad de 19 hectáreas y la calzada que la rodeaba. En Mariturri la calzada es el eje principal que une el poblado -el vicus-, un recinto de estabulación de ganado y una mutatio, que era como una parada postas o una estación de servicio, para el tránsito habitual y donde repostaba y se alojaba el correo imperial.
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