Primero la gallina y después el huevo

Los ganaderos Iñaki Urcelay y Mariaka Egurrola acaban de poner en marcha una granja de gallinas para la producción de huevos ecológicos en su pueblo, en Zalduondo. La pareja ha levantado en apenas cuatro meses una ambiciosísima explotación avícola con la que buscaban recuperar la rentabilidad que, poco a poco, estaban perdiendo con su ganado bovino. «Tal y como están las cosas, las vacas tienen poco futuro, así que no ha quedado otra que reinventarnos y diversificar», señala, tan resignado como ilusionado, el ganadero reconvertido en avicultor.

Sus vacas siguen ahí, pastando al otro lado del camino. A éste, han levantado una moderna nave, en medio de un terreno en el que las pitas, todas de raza Lohmann Brown, escarban y picotean a sus anchas. Los bichos salen y entran del pabellón, del gigantesco gallinero con olor a guano, a placer. En el interior no hay jaulas: sólo un nido central, que cuenta con una especie de suave rampita donde van a parar los huevos. La luz es tenue y las condiciones, óptimas para la puesta.

Iñaki se levanta a diario a las cinco menos cuarto, cuando todavía el sol ni se plantea asomarse. Tras atender al ganado, cambia los mugidos intermitentes por el cacareo continuo. «Compruebo que todo este bien, que no les falte ni comida ni agua, después ya me pongo a clasificar», cuenta mientras los huevos salen por una cinta mecánica a una sala de envasado. Pasan por un cepillito suave que, uno a uno, los limpia de impurezas, listos para meterlos en los estuches.

Por la tarde, al terminar su jornada de trabajo fuera de casa, al tajo en la explotación se suma Mariaka. No corren buenos tiempos para meter todos los huevos en la misma cesta. Y, sí, la familia ha demostrado tener un par para, a pesar de todos los grandes problemas y de las pequeñas miserias, seguir apostando por un sector primario del que son unos convencidos. Los 300.000 euros que les ha costado poner en marcha la explotación han sido cofinanciados, en parte, por la Diputación alavesa y la Caja Laboral Popular.

Celes Aja, de la Corporación OVO12, una cooperativa de productores de huevos de gallina de Euskadi, que comercializa sus huevos con la marca Hobea, enseñó a la pareja de nuevos avicultores todo lo que tenía que saber para iniciarse en la producción. A saber. Que cada pita bebe exactamente el doble de volumen agua (purísima) del de pienso que comen – tocan a 130 gramos y 260 centímetros cúbicos por pico–. Que su dieta ideal combina maíz, cebada y trigo con harinas de soja y de guisante, con un poco de pimiento y flor de migol, lo que hace que las yemas tengan ese aspecto anaranjado. Que empiezan a poner a las 19 semanas de vida una media de 0,94 huevos por cabeza y que su vida útil se alarga hasta las 80. «Lo más importante es que vivan en las mejores condiciones posibles», destaca Aja, sabio gallináceo.

Lustrosas, mansas como ellas solas, curiosas ante la visita del diputado general, Ramiro González y el diputado de Agricultura, Eduardo Aguinaco, las gallinas ecológicas –lo de felices, habría que preguntarles a ellas–de Iñaki y Mariaka contribuirán a un sector con 290.471 picos que le echan 7,1 millones de docenas de huevos al año en la provincia.