Prisiones vascas
Un preso común de la cárcel de Zaballa huye durante una salida con voluntarios por BizkaiaLa Ertzaintza sospecha que debía regresar con droga oculta en su cuerpo y, como no lo hizo, huyó para evitar represalias en la prisión alavesa
Cada jornada, la prisión alavesa de Zaballa gestiona algo más de dos salidas programadas entre su población reclusa. Esas visitas extramuros, donde el número de ... reos fluctúa, pretenden facilitar su adaptación de cara a una futura libertad. El martes, un grupo de convictos y voluntarios de una ONG se desplazó hasta Bizkaia. Todo evolucionó según lo previsto hasta que tocó regresar al mayor centro penitenciario del País Vasco, levantado a quince kilómetros de Vitoria.
Un participante, delincuente común, había desaparecido. Pese a que lo buscaron por los alrededores nadie dio con él. A día de hoy tampoco se ha presentado por voluntad propia, indican medios policiales y confirma el Departamento vasco de Justicia.
En el último año y medio, sólo el 0,3% de los internos que disfrutó de algún permiso ordinario o participó en salidas programadas no volvió a su celda a la hora convenida. 14 personas de 4.459 actividades. Cuando son atrapados «les retiran todos los beneficios» y sus condenas «se revisan», especifica el Gobierno vasco.
Los datos
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Zaballa (Álava) 532 permisos ordinarios y 473 salidas programadas en este 2025. 5 no regresaron (0,49%). El año pasado fueron 7 de 2.166 (0,32%).
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Basauri (Bizkaia) Un fugado de 349 posibles desde el 1 de enero de 2024 (0,28%).
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Martutene (Gipuzkoa) Un huido de 939 (0,10%) desde enero de 2024.
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Total en Euskadi 14 reos no volvieron de un global de 4.459 permisos y salidas programadas (0,31%).
¿Y qué llevó a este preso común a jugársela el martes? La investigación abierta por la Ertzaintza, responsable de la seguridad exterior de las cárceles vascas y uno de los cuerpos alertados de esta fuga, apunta a que tuvo «miedo» a posibles represalias de otros internos.
La sospecha, deslizan fuentes policiales, es que durante la salida programada «debía encontrarse con un contacto que le facilitaría cierta cantidad de droga (se desconoce cuál)». A partir de ahí, «se la introduciría en su cuerpo, intentaría entrar (en Zaballa) sin ser descubierto y, una vez expulsada, la entregaría a algún compañero». Al no completar la entrega, se exponía a represalias.
Un problema endémico
La droga intramuros es un problema endémico de todas las cárceles, de las vascas y de las del resto del país. «Rara es la quincena en que no nos traigan un interno para someterle a una radiografía porque sospechan que guarda sustancias estupefacientes en el interior del cuerpo», destacan desde la plantilla del hospital Txagorritxu.
Los casos son «continuos», agregan ertzainas consultados. «Hace unas semanas, un interno expulsó el alijo en el trayecto al hospital. Lo escondió en el furgón y a la vuelta de los rayos x intentó tragárselo», puntualiza una agente. Otro delincuente evacuó una bola envuelta en un preservativo «y la escondió en la cama del hospital».
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