Un pasado muy presente

General Álava es una de las arterias más comerciales de Vitoria y cuesta levantar la mirada por encima de sus escaparates pero, cuando se hace, aparecen ante los ojos edificios tan singulares como el que ocupa el número 2. Con su fachada blanca, y una escalera como eje central del diseño, se construyó en 1904 y representa una de las contadas huellas que el estilo modernista dejó en la ciudad. Se levantó para reformar el medianil de la casa 1 bis de San Antonio ya que, al abrirse el callejón de Álava y convertirse en calle, ofrecía un frente poco atractivo.

El paso del tiempo no ha podido con el conjunto de molinos «en cascada» que conserva el pueblo de Albaina y que Raíces de Europa considera «espectacular». Tres de ellos se suceden, uno tras otro, a lo largo de un sendero y el cuarto -restaurado- se levanta en el centro de la localidad. «Aún se pueden admirar sus maquinarias de madera así como las turbinas y los canales de agua que los alimentaban», destacan desde la asociación. Su fuente era el arroyo Barruntia.

En Guías Artea creen que si hay un templo «desconocido» en el 'corazón' de Vitoria es la iglesia de San Pedro. Su pórtico llama la atención por su diseño neogótico, un estilo que arrasó a lo largo y ancho de Europa en el siglo XIX y que, en el caso de España, dejó especial huella en la capital alavesa. No sólo en esta parroquia sino también en la mismísima Catedral Nueva, el antiguo convento de las carmelitas en Betoño o el monasterio de las salesas en el paseo de la Universidad.