Perlas rutilantes en un amplio programa
Paco Ibáñez, Luis Alberto de Cuenca, Sheila Blanco o el poeta indio Bandopdhaday brillaron entre el centenar de propuestas de Poetas en Mayo
Iñigo Linaje
Domingo, 1 de junio 2025, 00:51
Tal vez la imagen más hermosa que nos deja la edición de este año de Poetas en Mayo sea la de Paco Ibáñez cantando a ... coro con el público -que llenaba el conservatorio Jesús Guridi y parecía asistir a un acto litúrgico- la canción de Mikel Laboa 'Txoria txori'. Sin duda, la actuación del veteranísimo cantautor valenciano era -a priori- uno de los platos fuertes de un festival que, tras un mes de lecturas, talleres, recitales y actividades de todo tipo. Parece que la lluvia no quería que acabase el festival y el viernes hubo que suspender el acto final en el Jardín Secreto del Agua.
Antes del concierto de Ibáñez, en el que sonaron sus temas más emblemáticos (no faltaron ni una versión estremecedora de 'Palabras para Julia' ni la celebratoria 'A galopar'), había pasado por el escenario Antton Valverde, otro cantautor de la misma estirpe del anterior, que, sentado al piano y acompañado por un acordeonista y un contrabajo, musicó textos de Jon Mirande y Harkaitz Cano, entre otros.
De las actuaciones que han combinado música y poesía a lo largo del certamen (a la postre, lo más notable de este año), hay que destacar el concierto de Sheila Blanco en Kulturunea. Si hace dos años la salmantina reivindicó a las poetas olvidadas del 27, esta vez estrenó -en rigurosa primicia- un nuevo trabajo que dará voz a autoras sudamericanas del siglo pasado. Sola al piano, y con un repertorio que mezclaba jazz y flamenco, copla y tango, Sheila no solo ofreció un recital musicalmente brillante (con un dominio extraordinario de sus registros vocales), sino que dio una lección didáctica de poesía. Plena de sensibilidad y delicadeza, la compositora se ganó a un público que gritó en pie -con aplausos- su regreso el próximo año.
Si la actuación de la salmantina fue memorable, muy notable fue también la de Itxaso Borda y Joseba Irazoki -dos de los grandes de la cultura vasca en euskera- en el centro Izaskun Arrue, en el que combinaron las notas melancólicas de la guitarra del navarro con los textos del último poemario de la primera, en un tándem que recordaba los recitados hipnóticos de Patti Smith y las atmósferas góticas de 16Horsepower.
El descubrimiento fue Nuria Herrera, que improvisaba poemas según las vivencias de los transeúntes
Si la presencia de público en los actos citados rozó el lleno, no lo fue menos en las comparecencias de Estrella Morente y Luis Alberto de Cuenca. Ambos artistas son una garantía de éxito por la relevancia de sus obras que, hace tiempo, trascendieron fronteras. Los dos repetían -por tercera vez- en un festival que, con la colaboración de EL CORREO, va ganando prestigio y donde los artistas invitados se sienten como en casa. No obstante, sigue llamando la atención la escasa presencia -no solo en los actos programados- de autores locales vinculados al género.
Poetas internacionales
Menor fue la afluencia -el horario no invitaba- al 'Encuentro 100 poetas' en el Palacio Europa, donde faltaron dos o tres autores internacionales relevantes. Sí que estuvo allí el escritor de origen indio Subhro Bandopdhaday (sin duda, el mejor poeta que ha pasado por la ciudad estas semanas junto a Luis Alberto de Cuenca), del que se echó en falta una lectura individual como la que protagonizaron, entre otros, Fermín Herrero o Hipólito Fernández 'Bolo' en el colegio de Arquitectos.

Cierto es también que en el mismo escenario leyó (y de qué manera) una autora inédita, pero seguro valiosa en un futuro, llamada Nuria Herrera. Y es que la artista abulense pasó por Vitoria dejando la impronta de su arte (que, básicamente, consiste en escribir para los demás) entre los aficionados y curiosos que paseaban por la Florida en las primeras jornadas. Herrera se aposentó durante cuatro días allí y tecleó -en una vieja máquina de escribir- versos inspirados por las vivencias que los transeúntes le contaban. Sin duda, curiosidades como esta o iniciativas como las lecturas en centros penitenciarios (además de diferentes talleres, como el dedicado a personas con síndrome de Down) dan personalidad al festival.
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