Paco Ibáñez, la palabra armada
El nonagenario autor actúa este sábado con el donostiarra Antton Valverde en uno de los actos destacados de Poetas en Mayo
Iñigo Linaje
Sábado, 17 de mayo 2025, 00:16
París. 2 de diciembre de 1969. Teatro Olympia. Un joven de 25 años sube al escenario armado con su guitarra e interpreta algunos de los ... versos más exquisitos de la poesía española de todos los tiempos. Su voz temblorosa y los arpegios de su instrumento ponen música a las palabras de, entre otros, Gabriel Celaya, Machado y Goytisolo. Dicen las crónicas de la época que en la sala había una multitud de expatriados españoles que coreaban su nombre entre canción y canción. También que parte del público acabó el concierto encaramado al escenario. Él mismo músico, meses antes, había visto actuar allí a su referente más inmediato: Georges Brassens. Quizás el cantautor galo más aguerrido de la historia, artífice de ese himno a la pereza titulado 'La mala reputación', que, de alguna manera, revitalizó el ensayo de su compatriota anarquista Paul Lafargue.
Aquel joven de 25 años –hoy nonagenario– se llamaba Paco Ibáñez y volvió en 2019 al escenario parisino para conmemorar el cincuenta aniversario de aquella actuación. El legendario músico regresa este sábado a Vitoria en lo que supone su tercera comparecencia en el festival Poetas en Mayo. La cita tendrá lugar en el Conservatorio de Música Jesús Guridi a partir de las 19.30 horas (la entrada cuesta 30 euros; es uno de los pocos eventos no gratuitos del festival) y el artista estará doblemente acompañado por tres músicos (el guitarrista Mario Mas, el acordeonista Joxan Goikoetxea y el bajo eléctrico de Txema Garcés) y por el cantautor vasco Antton Valverde.
Valverde (San Sebastián, 1943), que ofreció recitales durante años junto a Xabier Lete y Julen Lekuona, es otro trovador de la misma estirpe que Ibáñez y, si este último ha extraído sus letras de la tradición literaria española, el donostiarra lo ha hecho de la lírica vasca en discos como 'Amabi amodio canta' o 'Luxaeta'.
Ha rechazado siempre los premios con la idea de que «un artista debe ser libre en las ideas que pretende defender»
Valenciano del 34, Paco Ibáñez siempre ha mantenido un vínculo especial con la cultura vasca, no en vano su madre nació en un pueblo de Gipuzkoa. De padre valenciano, la familia se trasladó a París cuando Ibáñez tenía cinco años y, tiempo después, la madre regresó al caserío familiar de Aduna –trabajó de modista en San Sebastián– con sus tres hijos. El músico, que vivirá su adolescencia en Perpiñán, en un nuevo exilio interior y exterior, pronto se aficionará a la guitarra y asimilará la tradición de la 'chanson' francesa, aunque siempre ha reconocido su deuda con el flamenco y con el folclore euskaldún.
En 1964 graba su primer disco compuesto por versiones de poemas de Góngora y Lorca. Si el segundo –publicado en 1967– incorporaba a su repertorio textos más combativos (de Celaya, Blas de Otero o Miguel Hernández), el tercero es más intimista e incluye a Goytisolo y Machado. Con ese repertorio que, por un lado, tenía un corte existencial (la filosofía de Sartre estaba en boga en aquel momento) y, por otro, más político, se presentó el cantautor en el teatro Olympia de París en 1969.
Intergeneracional
El último álbum de estudio de Ibáñez data de 2003 y su último recopilatorio salió en 2012. Además, dentro de su discografía, cabe destacar 'Oroitzen' (que grabó con Imanol en euskera y que rescata recuerdos de su infancia) y el archiconocido 'A galopar', un álbum grabado en directo en el teatro Alcalá de Madrid en 1991 que supuso su último encuentro con Rafael Alberti. Sin embargo, aparte de por sus homenajes a los poetas andaluces y a otros artistas afines (Brassens, Jaques Brel...), Paco Ibáñez será recordado por su mítico doble elepé en la sala Olympia de París. Tal fue su impacto ideológico y su influencia posterior que incluso la revista 'Rockdelux', orientada a un público indie, lo incluyó entre los mejores cien discos de la música española del siglo XX (ocupaba el número treinta) junto a creaciones del mismo linaje de Mikel Laboa o Lluís Llach.
Instalado desde los noventa en Barcelona, Ibáñez –que acaba de cumplir 90 años– sigue ofreciendo recitales y siendo fiel a su espíritu luchador, siempre comprometido con las libertades y en lucha contra la opresión, la injusticia y la moral tradicional. Artista independiente y singular, único e irrepetible, Paco Ibáñez ha sido galardonado con premios en múltiples ocasiones, pero ha rechazado siempre los galardones. Cuando en 1983 François Miterrand le otorgó la Medalla de las Bellas Artes francesa, el cantautor dijo: «Un artista tiene que ser libre en las ideas que pretende defender. El mejor premio son los aplausos del público que uno se lleva a casa».
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