Muere un hombre tras caer de una torre de alta tensión en Vitoria a la que se subió para robar metal

Un hombre de 55 años ha fallecido esta pasada noche en Vitoria tras caer de una torre de alta tensión «a la que se había encaramado para sustraer metal», ha informado este miércoles el Departamento vasco de Seguridad. Los hechos tuvieron lugar ayer, martes, pasadas las once en el interior de una empresa ubicada en la calle Asparrena, en el barrio de Goikolarra.

A esa hora, una llamada telefónica informó a los servicios de emergencia de la caída de un hombre desde una torre eléctrica. Los agentes de la Ertzaintza desplazados al lugar comprobaron que «la valla de una empresa sin actividad estaba forzada».

En su interior se encontraban dos hombres; uno de ellos «tendido sobre el suelo» junto a una torre de alta tensión de la que «se había precipitado desde una altura de unos siete metros tras recibir una descarga cuando cortaba metal», han precisado las mismas fuentes.

Los servicios de emergencias, entre los que acudieron ertzainas, bomberos y sanitarios, trataron de «reanimar» al herido que finalmente falleció debido a la «gravedad de las lesiones». La autopsia que se le practicará a la víctima determinará las causas de la muerte, esto es, si el hombre murió electrocutado por una descarga eléctrica o a causa de las heridas derivadas de la caída y el violento impacto contra el suelo.

La Ertzaintza ha iniciado la pertinente investigación con el propósito de esclarecer los hechos. Por el momento, el hombre que acompañaba al fallecido no ha sido arrestado.

El pasado mes de enero, otro hombre, de 57 años, fue hallado muerto. El cuerpo de la víctima, a la que se conocía con el sobrenombre de Larbi, fue encontrado el día 15 por el propietario de un campo de labranza en el linde entre Gamarra Menor y Durana, a unos tres kilómetros de la capital alavesa. Al parecer, el fallecido pudo encaramarse a una torre de alta tensión que preside la zona y, en un momento dado, recibir una descarga mortífera. Aparte de aparecer a escasa distancia de esa construcción metálica, el cuerpo presentaba claros síntomas de «electrocución». No se encontraron huellas ni indicios de terceros cerca del cadáver.

El estado en que encontraron el cadáver llevó a los investigadores de la Policía autonómica a fechar su fallecimiento unos quince días antes de que se localizara el cadáver. Fue la última vez en que el dueño de la pieza se pasó por su propiedad y, entonces, no apreció nada extraño. Según conocidos de Larbi, este hombre acumulaba cerca de una década en la capital alavesa tras un paso previo por Murcia, donde tuvo problemas económicos. Aquí se estableció, al parecer formó una familia y matriculó a un hijo en un colegio vitoriano. Pese a ese supuesto entorno seguro, no figuraba en el listado de personas desaparecidas de la Policía autonómica. Tampoco nadie le había echado de menos. Al menos, de forma oficial.

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