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Los cuidados paliativos están adquiriendo cada vez más importancia en una sociedad envejecida como la vasca y concienciada sobre la importancia de una etapa final ... de la vida digna. Hacen falta espacios y atención especializada para aliviar el dolor de las personas que se enfrentan a una enfermedad avanzada e incurable, y por eso los responsables de la residencia privada de La Purísima Concepción de Murgia y la asociación Babespean han ideado una nueva zona de paliativos en las propias instalaciones del geriátrico. Serían entre seis y ocho plazas destinadas a personas que necesiten este tipo de asistencia (no necesariamente mayores) y que además de ser atendidas por personal formado podrían beneficiarse de otra serie de terapias que no son posibles ni en un hospital ni en el domicilio.
El proyecto está perfectamente definido y sus impulsores solo han recibido buenas palabras cuando lo han presentado en diferentes foros. Confiaban en poder sacarlo adelante pronto, sin embargo, se han dado de bruces con una falta de apoyos evidente. Y es que para poder hacer realidad esta nueva zona de paliativos necesitan el respaldo económico del Gobierno vasco. El proyecto entra dentro de lo que se considera espacio sociosanitario y de ahí que se hayan reunido con responsables tanto del Departamento de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico liderado por Nerea Melgosa (PNV) como de Salud dirigido por Alberto Martínez (PNV). «Nos dicen que es algo necesario e importante para el territorio, la actitud por parte de ambos departamentos es muy positiva y nos animan a hacerlo. Pero a la hora de la verdad nos trasladan que no hay dinero y se pasan la pelota los unos a los otros», lamentan Fidel Molina, portavoz de la residencia, y Alberto Meléndez, médico especialista en paliativos y miembro de Babespean.
El geriátrico de Murgia está atendido por las Hermanas de la Caridad y tiene capacidad para 61 personas dependientes o altamente dependientes. En la mayoría de los casos están solas o sin parientes que les puedan atender y carecen de recursos suficientes para poder sufragar el coste de otras residencias privadas. En su plantilla cuenta con dos médicos y tres enfermeras, lo que le permite tener enfermería las 24 horas, además de otros auxiliares de cuidados. Pero abrir este nuevo módulo de cuidados obliga a reforzar recursos, lo que encarece los costes, y para ello necesitan la colaboración de Osakidetza. «Nuestra residencia, que no tiene ánimo de lucro, siempre ha tenido muy presente la importancia de los cuidados paliativos. Estamos preparados para sacar esto adelante pero sin el apoyo público es muy complicado. Queremos llegar a quienes no tienen garantizado el bien morir y eso solo puede ser de la mano de las instituciones», sostiene Molina.
A preguntas de este periódico, los dos departamentos del Gobierno vasco han puesto el foco el uno sobre el otro. «Las residencias pertenecen al Departamento de Políticas Sociales, no es competencia directa de Salud», atajan fuentes del área de Salud. «Nuestro apoyo en todo caso sería una vez que Salud diera el visto bueno a un proyecto que es de su ámbito», zanjan por su parte desde Bienestar, Juventud y Reto Demográfico. Ambos están en manos del PNV.
Cabe recordar que desde que la residencia IMQ Igurco (antigua Clínica Álava) renunciara al concierto que tenía con Osakidetza para la atención de pacientes que necesitaban cuidados paliativos, no ha habido alternativa, y eso que llegó a asistir hasta a 20 personas. Sin esas plazas, ese tipo de atención sólo es posible ahora en el hospital de Leza, en la Unidad de Cuidados Paliativos del HUA Santiago (10 plazas) y en domicilios con apoyo de los paliativistas.
«En Álava hay mucha diferencia respecto al resto de Euskadi. En Bizkaia y Gipuzkoa tienen muchos más recursos de este tipo. Esto es una cuestión de prioridades, no es que no haya dinero», afirma Meléndez, que explica que Santiago no es el mejor lugar para este tipo de pacientes. Tampoco salió adelante el proyecto de la 'Casa de los Cuidados' que se iba a ubicar en el convento de Las Brígidas. Pero a pesar de este duro golpe que han recibido en forma de falta de apoyo, los impulsores del proyecto no cierran la puerta por completo y explorarán otras vías como la financiación privada.
La residencia Purísima Concepción de Murgia, de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, se fundó en el año 1868 y acogió hace cuatro años una ambiciosa reforma. En 2021 se inauguraban las nuevas instalaciones con un aspecto mucho más moderno tanto en el exterior, como de puertas para adentro. Las obras se prolongaron durante casi cuatro años con una pandemia de por medio, y es que la primera ola del coronavirus golpeó a este centro en forma de brote.
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