El minueto de Lucarini
Un minueto es una obra, si no menor, sí pequeña. Por eso se utilizaba para rellenar huecos entre obras mayores como sonatas, sinfonías... Lo curioso, ... y esa es una de las maravillas de la música, es que ha ocurrido que algunos minuetos son tan famosos o más que las obras a las que servían de interludio. Hablo en concreto del archiconocidísimo minueto de Boccherini.
Pero lo que digo respecto a la música puede aplicarse perfectamente a cualquiera de las otras artes. A la escultura, por ejemplo. Los grandes artistas tienen obra mayor, en general muy reconocida, pero también obra más pequeña. No lo digo por el tamaño, lo digo por la fama, por la trascendencia. Por su capacidad, o no, de llegar a los catálogos y ser reconocida universalmente como... una gran obra de arte.
Lo sucedido con la destrucción de una obra menor de Joaquín Lucarini, 'La construcción', habrá servido, digo yo, entre otras cosas, para que muchos vitorianos/as hayan sabido que Lucarini no se trataba de un músico autor de minuetos como Boccherini, sino un escultor y, además, alavés, de Fontecha, aunque el apellido de su padre confunda un poco. Lucarini fue un buen escultor. Realista en las formas aunque, en ocasiones, puestas estas al servicio de las alegorías más diversas.
Le llaman el escultor del Cid, por el ciclo de estatuas relacionadas con los personajes de El Cantar que hoy pueden verse adornando el puente mayor de Burgos, pero quienes más se identificaron con él fueron los de Bilbao por el gran tigre que aún domina la urbe desde lo alto de su edificio.
En la actualidad, el animal que mejor identifica a los bilbaínos, mejor a los seguidores del Athletic Club de Bilbao, es el león, que también llegó desde Álava, pero El Tigre fue y sigue siendo el símbolo de una época y en cierto modo de toda la villa del Nervión. Tan popular y agradecida como 'La sardinera de Santurce', 1964, también de Lucarini.
Es curioso que al hablar de Lucarini y Vitoria, hasta ahora, lo teníamos que hacer sobre obras que pudieron ser y otras que son, pero lo llamativo es que a partir de ahora lo tengamos que hacer sobre una que ya no lo es.
Si las cosas hubieran ido de otra manera, en Vitoria podíamos tener, por ejemplo, un grupo escultórico alegórico de la República española. A tenor del boceto, hubiera sido espléndido, dinámico y muy didáctico pues la figura femenina avanzaba haciendo desaparecer la ignorancia con una antorcha iluminadora del conocimiento. Pero el Ayuntamiento de entonces, 1931, no pudo costearlo. La obra, dicen los expertos, estaba en la línea de otra escultura, 'La victoria de la música', que debió ser de lo mejorcito, aunque no podemos saberlo demasiado pues se encuentra, si se encuentra, en manos desconocidas. ¿Les suena? Y termino este capítulo de lo que pudo haber sido con otro proyecto que el Ayuntamiento tampoco pudo pagar, en 1938: un gran relieve dedicado a Ramiro de Maeztu.
Quienes sí pudieron pagar fueron nuestras dos cajas de ahorros, ¿se acuerdan? La Municipal de la Ciudad de Vitoria, que quiso adornar la fachada de su nuevo edificio, construido en 1934 en terrenos del antiguo convento de San Francisco -¿les suena?- con obra del escultor alavés. Lucarini diseñó para ganar el concurso convocado sendas alegorías en forma de mujer. Una que pretende representar la relación de la caja con la industria, el comercio, la agricultura y las Bellas Artes, de ahí los objetos que lleva en las manos o la rueda del trabajo que aparece a sus pies. La otra deja bien claro su significado gracias al cuerno de la abundancia que porta y al niño que cobija. La Provincial por su parte completó su flamante nuevo edificio en 1963 con otro par de magníficas alegorías lucarinianas: 'Fortaleza' y 'Templanza'. Estas cuatro obras de arte siguen a nuestra vista en sus emplazamientos originales, aunque los edificios hayan ido variando de funciones.
Yo lo que desconozco es si están catalogadas o no porque, al parecer, la explicación para justificar que haya desaparecido 'La construcción' tras haber adornado desde 1964 la fachada de un edificio de viviendas en la calle Santiago ha sido que no estaba catalogada y, por tanto, protegida patrimonialmente. Miedo me dan otras similares que hay por el barrio de Arana o por Angulema, o el busto de 'Cuchu'...
Es curioso cómo, a veces, son las pequeñas cosas, la desaparición de esta obra menor, 'minuette', las que sirven para que nos demos cuenta de asuntos de mayor calado. Poniendo de manifiesto faltas que, cuando se descubre que lo son, porque faltan, sorprenden a la ciudadanía. Sobre todo a la parte de ella que tiene algún interés por el arte, el patrimonio, la cultura. Gracias a la desaparición de la obra de Lucarini hemos sabido que, en tantos años, no hemos sido capaces de tener un catálogo en el que aparecieran enumeradas esta y otras muchas piezas patrimoniales que estábamos obligados a mantener como sociedad culturizada. Supongo que ya se estará organizando la confección de ese catálogo porque en caso contrario, me conozco, me empezaría a entrar el runrún de que, la de Lucarini, hubiera acabado siendo destruida por alguna otra razón, al margen de por nuestra negligencia.
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