En estos tiempos de guerra y de recrudecimiento de las tensiones nacionalistas y populistas a lo largo y ancho de Europa, me he sentado frente ... al ordenador para hablarles de sentimientos positivos y para tratar de animarles la mañana del domingo con la lectura de esta homilía, que falta nos va haciendo.
Y por estas cosas de la vida me puse a enredar, me metí en internet con la mejor de las intenciones y tras teclear la palabra 'amor' en la casilla del buscador y pulsar 'intro', el algoritmo de Google me condujo directamente a un lugar de Segovia de cuyo nombre quiero acordarme: Sotosalbos.
Súbitamente la pantalla de mi ordenador se llenó de energía positiva con el anuncio de un municipio segoviano que abría oferente sus brazos ante mis ojos sorprendidos: 'Sotosalbos, Segovia, un buen plan'. 'Ven con tu familia. El amor vuelve a Sotosalbos. Sotosalbos juega. Sotosalbos ríe. Sotosalbos degusta. Sotosalbos disfruta con juegos tradicionales. Sotosalbos recupera la artesanía más tradicional…'.
Aquella llamada proseguía en términos insuperables: 'Sotosalbos derrocha AMOR por los cuatro costados en el homenaje al Arcipreste de Hita: un día en el que todos nos enamoramos de Sotosalbos', predicaba el anuncio con ternura. 'Ven con tu familia, contamos con actividades gratuitas durante todo el día y para toda la familia, en un entorno mágico, el mismo que enamoró al Arcipreste de Hita… el mismo que te enamorará a ti'. Y el mismo que sedujo a nuestro ínclito exalcalde, por qué no decirlo.
Cómo escapar a aquella invitación sincera. Cómo no acudir, movido por la curiosidad y los más tiernos sentimientos a aquellas lejanas tierras de la meseta castellana. En aquel momento, comprendí con envidia insana el arrebato de nuestro exalcalde Maroto por esta recoleta localidad, tan pródiga en buenos y profundos estremecimientos. Al punto de haber seducido a nuestro otrora vecino y autoridad, relegando a un segundo puesto a Vitoria, su primer amor y antigua ciudad de empadronamiento.
Vitoria es noble y leal, según reza su escudo. Que son valores más de gente talluda, amante de la tranquilidad y enemiga de imprevistos. Pero dónde vas a 'contimparar' estas virtudes con las proezas amatorias que destila la localidad segoviana. No es extraño, pues, que cualquier vitoriano que arribe por aquellas tierras caiga rendido ante semejante derroche de bonhomía.
Propongo el hermanamiento de Vitoria con Sotosalbos y permitir el doble empadronamiento
Cómo van a competir gentes como Fray Francisco, San Prudencio o el General Álava con el Arcipreste de Hita y su 'Libro de buen amor'. Como sabe cualquier bachiller que se precie, asuntos como el mester de clerecía, la cuaderna vía, el tetrástrofo monorrimo y demás cuitas no son cuestión menor en el origen de nuestra vieja lengua. Como tampoco es cuestión menor que te brinden una canonjía en la Cámara alta como acicate para que pongas tu granito de arena y te brindes a llenar un poquito la España vaciada con tu bendita presencia. Que obras son amores y no buenas razones.
Es cierto que algún refrán malévolo nos recuerda que entre Dios y el dinero lo segundo es lo primero, pero en mi modesta opinión no hay que descartar la existencia de los amores a primera vista. Amores incondicionales que surgen de la contemplación y el sosiego. Quereres que rejuvenecen tu espíritu y que anuncian una nueva primavera en aurículas y ventrículos.
El vitoriano siempre ha sido un tipo de corazón abierto. Así lo atestigua un buen amigo al que advirtieron que su novia tenía el corazón como una casa de huéspedes. Así son los amores de nuestra ciudad. Pero a esta generosidad amatoria hay que ponerle coto, advierten los cardiólogos, a riesgo de que a uno le estalle el corazón si se prodiga en exceso.
Algo así le ha ocurrido a nuestro nunca suficientemente bien ponderado exalcalde Maroto que, puesto en la tesis de volver a Vitoria o acabar de formalizar su relación con Sotosalbos, ha optado por una tocata y fuga definitiva. Poderosas razones de índole variopinta contribuyeron a eso. Que el corazón está a la izquierda pero la cartera siempre a la derecha.
Con el noble objetivo de no perder un vitoriano ilustre en nuestro altar de personalidades y altos cargos, y con afán de ser propositivo y hacer de la necesidad virtud, le he echado un vistazo a las ciudades con las que se ha hermanado Vitoria a lo largo de la historia. El surtido resulta tan amplio como el de una caja de galletas Cuétara. Tenemos más hermanos que una congregación de benedictinos. Baste citar por parejas, como la benemérita, desde Angulema a Asunción, pasando por Zug y La Güera, Cogo y Mar del Plata, Vitória y Anaheim, Victoria y Kutaisi, Ibagué y Sullana y Dortmund.
Como pueden ver, algunas de ellas resultan difíciles de ubicar en el mapamundi para el común de los mortales. Que las innumerables leyes orgánicas de educación han hecho mucho daño a los conocimientos geográficos de la grey estudiantil. Que no hay más que ver los concursos de la ETB para observar el nivel del conocimiento de quienes heredarán la Euskadi del futuro.
En todo caso, y con afán de sumar y no restar, de multiplicar y no dividir, de aportar y no incomodar, he llegado a la conclusión de que hay un modo de recuperar a nuestro transterrado exalcalde allende la meseta. Sólo hay que llevar al pleno municipal una propuesta de declaración institucional en la que se proponga el hermanamiento de Vitoria con Sotosalbos y hacer un convenio que permita el doble empadronamiento como es el caso de los países iberoamericanos y la doble nacionalidad.
Hermanémonos, pues, con la localidad segoviana y hagamos algo de fundamento, poniendo una pica en Segovia y aportando nuestro particular granito de arena para rellenar la España vaciada. Que ya vale de buscar excusas para el rencor y el desamor. Y que el Arcipreste de Hita nos ilumine con sus sabios consejos:
'Aquí tomen enxiemplo, et liçón cada día
los que son muy soberbios con su grand orgullía,
que fuerza e edat e onra, salud e valentía
non pueden durar siempre, vanse con mançebía'.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión