Los pueblos alaveses piden prudencia en la reapertura de la movilidad
Esperan la llegada de personas con segunda residencia y turistas «de día». «Hay muchas ganas de salir pero seguimos en pandemia», recuerdan
La libre movilidad que recupera este martes Euskadi reencontrará a miles de vascos con la Álava rural. Hace mes y medio que en sus ... calles, salpicadas de casas con la llave echada y huertas descuidadas por imposición del último confinamiento municipal, sólo se cruzan sus vecinos y ahora se asoman a la previsible llegada de visitantes entre la alegría y la inquietud. «Todos tenemos ganas de salir pero seguimos en pandemia», advierten. En los pueblos esperan que la apertura de mugas se note sobre todo hacia el fin de semana y más, el siguiente, que terminará con un 'puente' de tres días.
En Rioja Alavesa saben que muchos la marcarán como destino en este nuevo escenario de desplazamientos limitados a la comunidad autónoma. «A nosotros nos interesa que venga gente. Da pena ver la situación de la hostelería y la oficina de turismo, que no tiene ni un visitante», retrata Lucio Castañeda, alcalde de Laguardia, uno de los rincones que disfrutaba de un 'boom' de viajeros antes de la covid. Quienes se muevan hasta allí, sin embargo, se encontrarán con una oferta reducida por la pandemia ya que a muchos locales no les compensa encender los fogones para servir solamente a los residentes. En La Huerta Vieja, por ejemplo, «están pensando abrir el día 15», señala el regidor como muestra del empujón para el sector que traerá la libre movilidad.
«Tuvimos una mala experiencia con las nevadas de principios de año, llegó una multitud y sin mucho respeto»
Unai Gutiérrez, Alcalde de Zuia
La continuidad de otras restricciones, como el cierre de la hostelería a las ocho de la tarde o el toque de queda a partir de las diez, llevará a la comarca sobre todo «turistas de día». «Llega una hora en la que no puedes hacer nada», razona Castañeda sobre ese aumento de las escapadas exprés. A apenas veinte minutos en coche, en Labastida, echan la vista atrás a la primera desescalada para esbozar el futuro cercano. «Creo que pasará como al inicio del pasado verano, cuando notamos un repunte del turismo de autocaravana, tuvimos los dos parkings completos», intuye su alcaldesa, Laura Pérez Borinaga. «Sabemos que el área de autocaravanas va a estar a rebosar», coincide su homólogo en Elciego, Luis Aldazabal.
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El coronavirus ha animado a muchos a rodar con la casa a cuestas pero también ha sacado chispas a las segundas residencias. En Labastida calculan que representan en torno al 40% de su censo inmobiliario. «Muchas son de gente que vive en otras partes de Álava pero también hay de Bizkaia y de Gipuzkoa», retrata Pérez Borinaga, consciente de que el pueblo dará la bienvenida en los próximos días a un goteo de dueños de esas viviendas, la mayoría cerradas desde finales de enero. «Sobre todo de cara al fin de semana, igual alguna persona jubilada se pasa antes, y se notará más durante el 'puente'», comparte. La alcaldesa reconoce que hay «reencuentros» de familias y cuadrillas pendientes –más de una decidió no juntarse en Navidad y siguen sin verse hasta hoy– pero apela a la «responsabilidad».
«La gente está deseando salir aunque sea sólo por Euskadi y, en cuanto haga bueno, los pueblos se van a llenar»
Juan Carlos Medina, alcalde de Añana
«Hay muchas ganas de salir pero a ver si lo hacemos bien», desliza Aldazabal. «Todos queremos ir a los bares y tomar un pintxo pero debemos seguir cumpliendo las normas de distancia, aforo, la mascarilla... No nos olvidemos que, aunque nos podamos mover, seguimos en una crisis sanitaria», insiste Pérez Borinaga. Ella, como el regidor de Elciego –donde «vitorianos y mucho vizcaíno» tienen casa–, coinciden en que la libre movilidad dentro de Euskadi supondrá «un respiro» para el comercio y la hostelería pero «no vamos a fastidiarlo en un día», remata él. En Zuia no olvidan «la mala experiencia» de la nevada que cayó a principios de año y que atrajo a «una multitud y sin mucho respeto».
La búsqueda del «equilibrio»
Unai Gutiérrez, su alcalde, prevé «mucha afluencia en cuanto haya un día de tiempo medio bueno» que invite a caminar por el parque natural del Gorbea y tomar algo a la vuelta en pueblos como Murgia. «Hay que encontrar un equilibrio entre la inyección que esto supone y la responsabilidad», sostiene mientras aguarda a los turistas que irán «a pasar el día». La mayoría de los dueños de las segundas residencias que se levantan en puntos como Sarria, Amezaga o Vitoriano, aclara, ya están allí pues no echaron el cerrojo con el cierre perimetral. «Muchos vinieron cuando empezó la pandemia y ya se quedaron», dice.
«Hay reencuentros de familias y cuadrillas pendientes pero pido responsabilidad»
Laura Pérez Borinaga, alcaldesa de Labastida
En Añana, en cambio, hay unas cuantas casas heladas tras semanas sin inquilinos y sólo atiende un bar. «Para los del pueblo hasta ahora nos llegaba», cuenta su regidor, Juan Carlos Medina, convencido de que en breve comenzará a cruzarse por sus calles con los visitantes y abrirán el resto de locales. «La gente está deseando salir aunque sea sólo por Euskadi y en cuanto haga mejor tiempo se va a llenar», afirma. El Valle Salado, el motor de la comarca, ya roza el completo en sus visitas para este fin de semana y también para el próximo.
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