Celedonia, con gusto y parsimonia

Sin ir más lejos, la serie de 'El Ministerio del tiempo' hizo furor entre la audiencia española. Se trataba de una institución muy secreta que dependía directamente de Presidencia de Gobierno. Sólo el rey, el presidente y un selecto grupo de personas sabían de su existencia. Objetivo: retroceder en el tiempo para evitar que nadie hurgara en el pasado o viniera al presente a joder la marrana y utilizar la historia en su beneficio.

No es que sea difícil imaginar al emérito Juancar hurgando en el pasado para remendar errores pretéritos; algún elefante y el fisco se lo agradecerían. Pero como, al fin y a la postre, lo de viajar hacia atrás de cuerpo presente no parece muy al alcance de nuestras instituciones ni locales ni autonómicas ni estatales, parece que estamos intentando diagnosticar el pasado con terapias del presente.

Un día tras otro analizamos los comportamientos de personas de otras épocas como si fueran colegas y contemporáneos nuestros a los que achacar no ser políticamente correctos en la Edad Media, atendiendo a criterios del año 2023.

Y claro, hay una pléyade de organismos y subdirecciones generales con tiempo libre y afán de remiendavirgos dispuestos a ejercer de 'Ministerio del destiempo', con la justa y loable pretensión de equilibrar la sobreabundancia de hombres en las referencias históricas o festivas llegadas hasta nuestros días.

Con este tierno afán, los blusas vitorianos se han metido en un berenjenal de chupa de dómine tratando de cuadrar un círculo. No tenían bastante con aguantar como colosos cinco días y cinco noches dando brincos y procesionando de paseíllo en paseíllo durante las fiestas, y se han subido a la goitibera DMC DeLorean de 'Regreso al futuro' para lanzarse por un tobogán con tres loopings.

Y en vez de brindarle una Mari Domingi al pobre Celedón como se hizo en su día con Olentzero, no se les ha ocurrido mejor idea que tirar de I+D+i. Y en un loable afán innovador han planteado la hipótesis de que Celedón pueda ser encarnado por una mujer, de igual modo que hasta ahora lo ha sido en exclusiva por algunos mocetones vitorianos.

Alabo la valentía de los blusas en su afán por corregir este desfase histórico injusto y evidente. Lo que no acabo de entender es su empeño en que admitan a una mujer personificando a nuestro aldeano más ilustre, pero no le permitan adecuar el nombre. Celedón no se toca, sentencian; lo personifique una mujer o un hombre.

Cavilando, he llegado a imaginar el debate de la comisión de expertos, cuando se pusieron sobre la mesa las reticencias a la hora de tratar de adaptar o reconstruir el cántico por excelencia del cuatro de agosto: 'Ay Celedón, ha hecho una casa nueva. Ay Celedón, con ventana y balcón'.

Porque a ver quién es el guapo que encuentra una rima consonante que rime con Celedonia para cerrar con tino y solvencia un pareado alternativo. 'Ay Celedonia, ha hecho una casa nueva. Ay Celedonia, con gusto y parsimonia'. O 'en el sur de Vasconia'. O 'multicolor como una macedonia'. O 'Viva Catalonia'.

El lío está servido. Y para más inri, en el mejor momento de la temporada, metidos como estamos en plena batalla electoral donde, como es sabido, cualquier debate se convierte en un 'dewater', como diría el humorista. Que si Celedón o Celedonia. Que si don o doña. Hombre o mujer. Contrato temporal o contrato fijo. ¿Quién da más? Seguimos para bingo.