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Sergio Carracedo
Lunes, 13 de noviembre 2017, 02:37
Ochenta años después, los búnkeres de Ketura, en el municipio alavés Zigoitia, cerca de Ollerías, siguen aportando datos de los enfrentamientos de la Guerra Civil que se desarrollaron en la zona, tras la tensa calma que se instaló en el lugar tras la conocida Batalla de Villarreal. El estudio de los restos encontrados en los dos fortines y el análisis y documentación de decenas de inscripciones que figuran en sus respectivas paredes han aportado datos como la fecha exacta en la que se construyeron, quienes defendieron el puesto —con nombres y apellidos—, y su ideología política.
La tranquilidad que ahora reina en los verdes prados que circundan el embalse de Urrúnaga dista mucho de los crudos combates militares que se desarrollaron en esta zona durante la Guerra Civil española. A finales de noviembre y principios de diciembre de 1936 se produjo la ofensiva del Ejército vasco-republicano que pretendía conquistar Vitoria y llegar hasta el nudo ferroviario de Miranda de Ebro, en manos de los sublevados, pero chocó con un muro llamado Villarreal. «Fue el único acto ofensivo del Gobierno de Euskadi y su ejército durante toda la Guerra Civil», explica Josu Santamarina, investigador y director del proyecto.
Centenares de jóvenes de ambos bandos dejaron su vida aquellos días en esas lomas. En Villarreal una guarnición de soldados y requetés defendieron su posición en el pueblo hasta que el 5 de diciembre las tropas de refuerzo de Franco rompieron el cerco republicano. «Tras la Batalla de Villarreal, el frente se estableció en esta zona, con los pueblos de Ubidea y Otxandio como cuarteles de la República y Villarreal de Álava (hoy Legutio) como punta de lanza de los sublevados».
Esta zona fue «primera línea de combate y defensa para el Ejército de Euzkadi o aquello que también se conocía en la época como zona de contacto. El control de la carretera de Ubidea era crucial para las defensas del Ejército de Euzkadi», detalla Santamaría. Por ello, en todo este frente, establecido entre los puertos de Arlabán y la Barrerilla (Orduña) se construyeron estructuras defensivas, hasta que a finales de marzo de 1937 comenzó la decisiva campaña del Norte por parte de los franquistas comandados por el General Mola, el cabecilla del golpe de Estado de 1936.
Los dos fortines estudiados por la UPV corresponden a esta línea defensiva. En mayo de este año, un equipo interdisciplinar de investigación, dirigido por Josu Santamarina y el doctor Xurxo Ayán de la Universidad del País Vasco, emprendió la labor de hacer un registro integral de estas estructuras situadas en Ketura, un paraje situado en el municipio alavés de Zigoitia, en su límite occidental con Legutio y, concretamente, con el barrio de Ollerías. Los dos refugios, dos cubos de hormigón de casi medio metro de espesor, se localizan en un prado, flanqueando un camino rural que da acceso al Parque Natural del Gorbeia.
Tras eliminar la vegetación que invadía estas construcciones procedieron a su excavación «siguiendo la estratigrafía arqueológica». A pesar de que el entorno está «muy alterado por una reordenación territorial derivada de la construcción de un embalse, en pleno Régimen de Franco», estos expertos han podido contextualizar estos fortines republicanos. Llamados comúnmente "Los Parapetos" en la toponimia local, ahora están integrados en un contexto histórico y patrimonial, tras averiguar su «función de vanguardia dentro de las líneas defensivas del sector republicano de Ubidea, entre 1936 y 1937», explican los investigadores.
Su excavación arqueológica no ha dado una gran cantidad de materiales significativos, pero «ha sido útil para documentar los humildes restos de un combate casi olvidado». De estos enfrentamientos armados han hallado «unos casquillos de fusil Mauser checo que pertenecían al ejército de Euskadi y un casquillo de pistola que demuestra que pudo haber combates casi cuerpo a cuerpo muy cercanos entre los republicanos que defendían estos fortines y los franquistas que estaban atacando», explica Josu Santamarina, investigador y director del proyecto.
Por otra parte, el registro exhaustivo de las inscripciones en los fortines se ha llevado a cabo con las mismas herramientas metodológicas que se aplican en la arqueología de la Prehistoria con el arte rupestre. Gracias a ello, se han identificado decenas de inscripciones que han permitido conocer cuestiones como la cronología exacta de las construcciones, quiénes las ocuparon –con nombres y apellidos– y qué ideología inspiraba sus acciones.
Los grafitis encontrados en los fortines han sido clasificados en base a diferentes parámetros: nombres propios, nombres colectivos, fechas, símbolos o indeterminados. Una fecha repetida en varias inscripciones es la del 10 de marzo de 1937, día de finalización de los trabajos de fortificación. «Esta fecha nos remite también a la idea de lo efímeras que fueron estas construcciones. Pocas semanas después, el propio Mola dirigió la gran ofensiva franquista sobre Bizkaia que arrasó con la resistencia republicana del frente alavés. Por ello, los casquillos encontrados en la defensa de los fortines parecen corresponderse con ese avance de los sublevados y la desesperada resistencia de las fuerzas republicanas», comenta Josu Santamarina.
En pocos días las líneas de defensa del Ejército vasco se hundieron y los sublevados entraron en Bizkaia. «Cayó el frente vasco y comenzaron las evacuaciones masivas, los asesinatos, los bombardeos de Durango, Gernika, Mungia y otras atrocidades» que este año han conmemorado su 80 aniversario. «En la zona de Amurrio y Orduña todavía aguantaron las tropas nacionalistas y los milicianos republicanos hasta la toma de Bilbao a mediados de junio de 1937», explican.
En las paredes de los búnkeres de Ketura, los investigadores han encontrado referencias a la UGT o al Batallón Madrid. Esta fuerza, «también conocida como UGT-5, estaba formada principalmente por socialistas de la Margen Izquierda vizcaína, que guardaron posiciones en el sector de Ubidea entre diciembre de 1936 y marzo-abril de 1937», explican los expertos. «Uno de los más célebres miembros de esta agrupación fue Ramón Rubial, líder socialista que posteriormente, en la Transición, ocupó el cargo de presidente del preautonómico Consejo General Vasco.
Los nombres propios recogidos en las inscripciones pertenecen a miembros del batallón Madrid, tales como Fidel Fernández, Pablo Mendieta o el capitán Álvarez. La labor de los investigadores se ha ampliado a rastrear documentalmente estos nombres en los archivos históricos para hallar datos muy curiosos. «Muchos pasaron por diversos campos de prisioneros, fueron castigados en batallones disciplinarios de trabajadores o sufrieron varios años de cárcel en la posguerra», explican. «El nombre más llamativo es el de Katalina, en cuanto que es el único nombre de mujer. Además, su presencia en primera línea del frente resulta aún más inquietante si tenemos en cuenta que el Ejército de Euzkadi apartó a las milicianas de la vanguardia en los primeros meses de la guerra. En las fuentes documentales no se ha encontrado nada al respecto», concluyen los investigadores de la UPV.
Por otra parte, entre los símbolos, destaca una hoz y un martillo de grandes dimensiones en la cubierta de uno de los fortines. «Este símbolo marxista parece hablarnos de aquel momento en la República en el que las juventudes del PSOE y del PCE se fusionaron para crear las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU)», aclaran.
Dentro del proyecto ‘Paisaia ahaztuak 1936-1937: el patrimonio bélico de la Guerra Civil en Araba', uno de los objetivos es localizar, identificar y documentar todos los vestigios construidos del conflicto que aún están presentes en la provincia. En ese sentido, en todo el frente alavés se han documentado 75 posiciones de guerra, de ambos bandos, repartidas en ocho municipios, todas ellas en el norte del territorio.
La investigación determina que la de Ketura es la primera de varias líneas defensivas que se estructuran de forma paralela una de otra. Unos metros al norte, en la zona de Olartegi se erige una larga línea de trincheras con varios puestos defensivos que enlaza el monte de Karakoatxa con la carretera de Ubidea. Aún más al norte se conserva la tercera línea, la de Siskino-Olagotitza, que une el monte Oketa (al oeste) con la ermita de Santa Engracia (al este), siendo esta última un refugio para milicianos socialistas.
De esa forma, según el estudio, hasta tres líneas defendían el sector de Ubidea en su lado occidental. Sin embargo, la construcción, el mantenimiento y la defensa de estas posiciones exigían también la realización de infraestructuras específicas para su uso militar, como una carretera que buscaba unir el pueblo de Ubidea con el monte Oketa. El Batallón Disciplinario del Ejército de Euzkadi, compuesto por personas con cargos delictivos y una adhesión dudosa a la causa, realizaron esas labores, pero no pudieron terminarlas. Aún hoy en día a esa vía se la conoce como el 'Camino de los rojos'.
Tras su estudio, en un futuro a medio plazo, se pretende integrar estos fortines republicanos como recurso para la visita y para la memoria histórica dentro de la oferta paisajística del Parque Natural del Gorbeia, de modo que las personas interesadas puedan «aprender, compartir impresiones y reflexionar sobre los hechos de aquella Guerra Civil de 1936-1937 en Euskadi», concluyen.
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