La inflación dispara las ventas de productos de marca blanca y en oferta
Los alaveses optan por adquirir menos unidades y más económicas en los supermercados
«Qué caro está todo». Es el comentario generalizado de la gente cuando terminan de pagar en la línea de cajas de los supermercados. Y ... no les falta razón, porque el precio de la cesta de la compra ha llegado a su máximo histórico desde que en octubre arrancara su imparable escalada. Los alimentos y bebidas no alcohólicas costaban en junio un 13% más que el mismo mes del año pasado, según el Instituto Nacional de Estadística.
El 42% de los españoles prioriza ya los productos más baratos del súper y elige los de marca blanca, mientras que el 21% ha reducido la adquisición de alimentos básicos como las carnes y los pescados, según un estudio de la OCU en el que se analiza el impacto de los precios en los hábitos de los consumidores. Todos tratan de capear la desbocada inflación recurriendo a las mismas estrategias: crece la compra de productos más baratos, aunque también se consume menos.
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Eso mismo es lo que están percibiendo los gerentes de los supermercados. «Los clientes han cambiado su comportamiento de compra en dos sentidos: adquieren más marca propia que antes o más producto económico y menos unidades. Se fijan más en los precios y promociones y ello está impulsando el crecimiento de la marca de distribuidor. En ciertas categorías tiene un peso de más del 58% de las ventas», explican desde Eroski, que está potenciando la línea propia y las promociones. De hecho, los responsables perciben que los consumidores se refugian en «la compra de productos más baratos, de nuestra marca y en las ofertas» porque aunque la inflación en sus productos ronda el 10%, la cesta media de sus clientes ha crecido el 3,5%. También desde la cadena BM aprecian un aumento del 10% en la comercialización de marcas blancas «en todos los grupos de venta en general, y, en particular, en celulosas, aceites, frutos secos, postres, legumbres o mascotas». No queda más remedio que apretarse el cinturón y no se sabe por cuánto tiempo. La inflación está pasando una gran factura en las economías familiares. «Me ha subido la cesta de la compra cada vez que voy 20 euros fácil. Es exagerado», clama Demelsa Pérez mientras carga las bolsas en su coche en el Mercadona de Armentia. «Pero ya saben que comer hay que comer igual», zanja resignada.
«Ya no compro fruta de temporada. Solo manzana y pera. No pago siete euros por el kilo de cerezas»
Esa es quizá la sensación más extendida entre los consumidores, pero ya muchos empiezan a cambiar por la fuerza sus hábitos a la hora de coger el carro de la compra. «Ha subido todo, aceite, pan y ya ni hablemos del pescado», dice Iñaki Esnal sin saber a donde mirar para encontrar un precio que no esté desorbitado. «Antes compraba salmón ahumado. Ahora es impensable», incide indignado de no poder darse ese antaño pequeño caprichillo, que ahora se antoja casi un lujo. «Me gustaba comprar los cruasanes con chocolate. Valían 1,20, pero ahora esta a 2,6. ¡Más del doble!», exclama sin encontrarle motivo Mijaela Michea.
Lo mismo sucede con otros productos que, de normal, todo el mundo esperaría ver en cualquier mesa durante estas fechas. «En verano el cuerpo te pide algo más fresco, por ejemplo, un melón. Pero cualquiera lo compra ahora porque ha subido una auténtica burrada. La sandía igual», denuncia Pablo González a la salida de un Eroski del barrio de Judimendi. «Yo soy de mucha fruta y ya no compro de temporada. Solo manzana y pera porque no pienso pagar ni siete euros por un kilo de cerezas, ni seis por uno de higos o de paraguayos», dice por su parte Dana Bodogai.
Rutas por los híper
Sea como sea, la inflación obliga a cambiar de gustos y, por supuesto, de productos. Muchos de ellos por marcas blancas. «El pan ya no lo compro en el súper, trato de hacerlo en alguna panadería porque lo encuentras más barato y mas rico», aseguran Óscar Iván Tejada y Leire Joana Urbano. Así mismo lo hacen Jon Lavalle y Rocío Domínguez. «La leche antes la compraba de La Asturiana y ahora cogemos la marca blanca», comentan esta pareja que hasta, aseguran, ya no invitan a casa tanto como antes. «En casa solo somos tres, pero los fines de semana solían venir familiares. Ahora celebramos menos por el gasto. Nuestros sueldos no han subido», inciden.
Estas dos últimas familias, además, tratan de hacer grandes compras mensuales. Es una manera más de evitarse que en la próxima 'recarga' no se encuentres otros precios más elevados. Aunque siempre quedará ese miedo a dar rienda suelta a las manos. «No he cambiado mucho lo que compro, pero sí que cojo menos para el día a día y no me llevo tanta cantidad», se autoevaluaba Asier Abad. Quizá, apunta, por «falta de tiempo» no mira y compara entre varios supermercados. Otros las aprovechan en cuanto tienen ocasión. «Solemos ir al Leclerc cuando hay 5% de descuento los martes y, por ejemplo, hacen muy buena ofertas con las conservas. Yo compro allí los botes de bonito», dice Bodogai.
«Antes me gustaba comprar salmón ahumado, pero a este precio ya es impensable»
Aun así, algunos alaveses detectan malas prácticas en algunas grandes superficies. «Antes no miraba nunca los tickets y ahora sí, sobre todo para ver si me han cobrado de más. Muchas veces compras por la oferta y luego no te la aplican en caja», advierte Pablo González. Su mujer, además, es de las que suele revisar los catálogos pero, avisa, no es oro todo lo que reluce. «Venía a comprar café y Fairy porque venía el folleto más barato y resulta que esos precios solo valían para el Eroski de El Boulevard». Otros directamente acusan de hacer trampas con las cantidades. «Hay cadenas que, a parte de subir los precios, ponen los envases más pequeños. Nos engañan como quieren», se quejaba María Luisa Moraza.
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