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Los magos locales Joaquín Bohórquez, Fernando García y Silvia. E. C.
Ilusionismo vitoriano, por arte de magia

Ilusionismo vitoriano, por arte de magia

EL CORREO reúne a tres artistas locales para conocer qué les empujó a tomar la varita y ponerse la chistera de la brujería

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Domingo, 15 de septiembre 2019

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Estos seres contrarios a las leyes naturales nacen por arte de magia. Un truco que hasta la fecha nadie ha conseguido revelar, pero que no deja de sumar nuevos brujos al mundo del ilusionismo. Algunos son ya verdaderos profesionales y otros -la gran mayoría- ejercen como aficionados; aquellos que lo hacen por diversión y que preparan funciones con el único fin de «asombrar al público, dejarles sin respuestas». Es el caso de 'Fernando Magic Manai', 'El gran Joaquinin' y 'La gran Silvina', tres vitorianos que desafían las mentes del público, varita en mano. EL CORREO ha reunido a estos ilusionistas, en la víspera del Magialdia, para conocer qué les empujó a ponerse en sus ratos libres la chistera más mágica.

Las claves

  • Fernando Magic Manai «Es muy caro ser mago, porque tienes que comprar los materiales y pueden llegar a costar 300 euros»

  • El gran Joaquinin «Lo que más me gusta es ver la sorpresa dibujada en la cara del público después de cada truco»

  • La gran Silvina «Me gustaría seguir de manera profesional en el mundo del ilusionismo, pero aquí no hay escuelas»

«Es un mundo que desde pequeño te atrapa y que cuando lo descubres te permite llegar a la gente de una manera mágica», explican los artistas. Por el momento las actuaciones en público de Fernando García y Joaquín Bohórquez son esporádicas. No hay truco que les haya conseguido burlar las obligaciones del trabajo. Porque, para ellos esto de la magia es «una afición». Y si por el momento todavía nadie ha conseguido desaparecer del tajo, tampoco lo ha hecho de los estudios. Y es que en esto de la magia local también hay cantera. Y viene pisando fuerte. Silvia apenas tiene once años, pero es ya toda una experta engañando la lógica del respetable durante sus espectáculos. Tres magos que completan un club de ilusionistas que ha nacido en las calles de la capital alavesa.

  1. Fernando García, Bar Manai

    «Hago magia cada día con los clientes que vienen al bar»

Este mago aparece tras la barra del Manai. Mientras unos toman un café y otros degustan unas tapas, García aprovecha para desenfundar su baraja de cartas y asombrar a los clientes. «Hago trucos cada día con los consumidores que ocupan el establecimiento», asegura. ¿Y por qué escogió las cartas? Pues, por una razón muy sencilla: «Aprovecho los pocos ratos que tengo a la hora de servir para hacer los trucos, por lo que tiene que ser algo ligero. Una paloma no podría tener -ríe-, pero una baraja sí», razona el propietario del bar, parada obligada para los trabajadores del Palacio de Justicia o los que acuden a él de visita.

Vídeo. Las cartas alimentan los trucos de magia de Fernando García.

«De vez en cuando actúo en cumpleaños o bodas, pero lo normal es que lo haga en el bar». Aunque antes ofrecía otros espectáculos que nada tienen que ver con los de ahora. «Yo me dedicaba a los monólogos, pero si tienes un día malo no puedes contarlos bien. En cambio, la magia consiste en hacer bien el truco y ya», explica. No obstante, a sus trucos siempre les suma el ingrediente del humor. «Le da frescura y alegría».

Por el momento no ha convertido el agua en vino, aunque sí ha conseguido sacar la carta escogida por un voluntario del interior de una croqueta. «Aprendí los trucos en un cursillo de magia que ofrecía el Ayuntamiento. Fueron seis meses en los que aprendíamos dos o tres cada semana y me pasaba horas ensayando hasta lograrlo», recuerda.

Ahora, en cambio, cuenta con su propia baraja de trucos. «Cuando aprendes uno le das un par de vueltas hacia algo que te guste más a ti, hasta completar tu lista de trucos. Normalmente tenemos entre 15 y 20». Un catálogo que les supone un esfuerzo económico. «Es muy caro ser mago, porque tienes que comprar los materiales que luego utilizarás en la función. Algunos son baratos, pero por otros puedes llegar a pagar unos 300 euros», confiesa.

  1. Joaquín Bohórquez, Astrolibros

    «El ilusionismo es para niños y mayores, no tiene edades»

Lo suyo con el ilusionismo se podría describir como un capítulo mágico. Porque Bohórquez se adentró hace tres años en este mundo por su trabajo. «En la tienda tengo un rincón dedicado a los libros y artículos de magia. A los clientes, antes de venderles el producto, les hago una demostración», apunta el propietario de Astrolibros.

Vídeo. Con cada truco de magia que realiza 'El gran Joaquinin' las caras del adolescente público se iluminan de asombro. Igor Martín

Y claro, tanta práctica le terminó por convertir en todo un diestro del ilusionismo. La chistera de 'El gran Joaquinin' guarda en su interior funciones que se basan en la prestidigitación, aparición y desaparición de objetos. «Es algo que encanta a los niños», asegura. Pero también a mayores, porque «esto de la magia no entiende de edades».

Como es su caso, que desde pequeño ha sido un asiduo entre el público. «Siempre me ha gustado el mundo de la fantasía, desde joven, que solía ver espectáculos por la tele», confiesa. Y a pesar de que ahora cambie de rol, mantiene intacta la alucinación que le abrazaba de pequeño con cada truco que veía hacer a otros magos. «No se pierde la ilusión, porque los grandes magos nunca dejan de sorprenderte. Tengo un 'baúl' de la magia que no deja de llenarse».

Y a pesar de que reconoce el «miedo que pasa uno durante los trucos, deseando que todo salga bien», el premio que recibe por ese sacrificio es satisfactorio. «Lo que más te gusta es ver la cara de sorpresa del público después de cada pieza, que se queden pensando cómo lo has hecho. Que se vayan a casa con la duda», señala. Un objetivo que le obliga a innovar casi a diario. «A cada espectáculo llevo entre cuatro y cinco piezas, muy variadas para que el público siempre esté entretenido».

  1. Silvia, estudiante

    «He rebautizado a mi cuarto como el universo mágico»

Apenas tiene once años, pero la chistera de Silvia ya cuenta con un año y medio de experiencia. Cuando deja la mochila de clase se enfunda la chaqueta negra con la que lleva a cabo sus espectáculos. «Me baso en la cartomagia, pero en el futuro me gustaría hacer algo de mentalismo», confiesa la joven artista. Una habilidad con los naipes que ha demostrado en las fiestas de fin de curso, en los campamentos de verano e incluso en un hotel en Almería. ¿Su truco estrella? 'Los asaltantes', del gran Juan Tamariz. «Consiste en ir contando una historia mientras vas mostrando aleatoriamente las cartas de la baraja y justo cuando vas a nombrar a uno de los cuatro asaltantes aparece el as», explica.

El catálogo de 'Silvina', que de mayor sueña con ser piloto de avión -tendrá que olvidarse de esto de la magia mientras sobrevuela las nubes-, cuenta con veinticinco variantes. Las ensaya en su cuarto -bautizado como «el universo de la magia»-, donde aprende de los mejores «viendo vídeos y practicando». «Aquí no hay escuelas de magia, por desgracia», se lamenta. Y uno de los artistas a los que más sigue -y por el que ahora 'juega' con la lógica- es Anthony Blake, que estará en el Magialdia de este año. «Me gustaría seguir de manera profesional».

Vídeo. Las barajas son más que un juego para 'La gran Silvina'. Igor Martín

Festival Magialdia

  • Espectáculo para escolares. Desde mañana, de 9:30 a 11:00 en el C. C. de Lakua, Carlos Adriano.

  • Magia en el tranvía. Pequeños espectáculos, a partir de las 19.00 horas, con paradas en Angulema y Parlamento.

  • Feria profesional. Más de 400 personas dedicadas al mundo de la prestidigitación tomarán parte en la Feria Mágica, que se celebra en el Europa los días 20,21 y 22.

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