Resulta que teníamos un problema serio en Vitoria del que la gran mayoría no éramos conscientes y, afortunadamente, el Ayuntamiento ha sabido verlo y poner ... remedio. Parece que entre los blusas y neskas hay un quilombo enquistado que requiere de la mediación de una empresa de Bilbao que se presenta como «especializada en gestión de conflictos y promoción de la convivencia». Uno lee que hay un jaleo entre la Comisión y la Federación e inmediatamente le viene a la cabeza la saga de 'La Guerra de las Galaxias' ( 'Star Wars', para los nacidos después de 1990) y se imagina a Darth Vader por la Dato con pañuelo al cuello y entonando canciones de Donnay. Y enfrente, a Han Solo y compañía con un ejército de Jedis y txistularis. Pero no, la cosa va de otro pelo.
El desencuentro nació en 2015 por no llegar a un acuerdo sobre cómo protestar por una execrable agresión sexual. Por aquel entonces, a ninguna de las partes enfrentadas se le ocurrió respetar que ante una acción determinada se podían tomar medidas distintas y todas respetables. Es decir, pensaron que el colectivo debe actuar a la búlgara, con mayorías abrumadoras y, sobre todo, aplastantes. En caso contrario se debían tomar medidas a la soviética… y ya se sabe cómo acaban los disidentes bajo el régimen de Putin. Sospecho que una vez más en nuestra capital, como sucede con colectivos feministas, el 3 de Marzo, asociaciones sectoriales, etc…, se han mezclado los papeles y se ha perdido el fin principal de cada uno.
Este hecho demuestra cómo actúa un grupo que debiera encargarse de nada más que de celebrar las fiestas y contribuir con su jolgorio al ambiente en las calles de la ciudad, programar actividades, pasarlo bien y contagiar la alegría. A todas luces, no han entendido cuál es su papel y se arrogan responsabilidades y protagonismos que no les corresponden.
Pero más allá del jaleo en sí, que con su pan se lo coman, lo que realmente llama la atención es que el erario público destine 17.000 lereles, más IVA, para contratar a un tercero que venga a poner paz entre quienes tienen que ofrecer fiesta. ¿No se ha dado cuenta nadie en la Casa Consistorial de que es una astracanada de dimensiones siderales? ¿De que avergüenza al más pintado recurrir a un mediador para esto? ¿No ven que se debería solucionar con puro sentido común? ¿No hay nadie en el Ayuntamiento capaz de ponerle el cascabel al gato? ¿No es capaz la concejala de festejos de fijar un criterio y defenderlo sin recurrir a asesores, mediadores, estudios…?
De todas formas, puestos a dar sentido al gasto, se me ocurre que si al mediador le sobran horas, y deberían sobrarle todas menos un minuto, reserve tiempo para futuros desacuerdos en caso de huelgas como la reciente de Tuvisa o para conflictos con los vecinos de cualquier índole. Será por problemas de verdad que tenemos en esta ciudad y que sí merecen atención e inversión municipal.
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