Robos en el alumbrado público
En la guarida de los ladrones de cobre de VitoriaEn Zabalgana ·
EL CORREO accede al garaje de un bloque de alquiler social, donde la banda más activa de Álava pela el cable que sustrae de las arquetas de alumbrado públicoUna banda de ladrones ha convertido la red de alumbrado público de Vitoria en un queso gruyére. Con el añadido de que sólo saquean ... el cableado de tierra (el que evita sobrecargas y descargas), así las farolas continúan iluminando como si nada. Se estima que durante las últimas semanas han extraído «kilómetros» de estos conductos de cobre –el verdadero objeto de su deseo delictivo– recubierto de plástico. La madrugada del jueves, la Policía Local puso nombre y cara a estos cacos. Es más, descubrió el punto en el que preparan el material sustraído para venderlo en chatarrerías sin escrúpulos a precios de risa. EL CORREO ha 'visitado' esa guarida.
Se sitúa bajo tierra, como su botín. En un enorme párking comunitario de un edificio de alquiler social perteneciente a Alokabide, sociedad del Gobierno vasco. Este grupo de cuatro personas –tres hombres y una mujer– desciende hasta la segunda planta en un vehículo cargado con el cable extraído en cada incursión. Ahí, casi a oscuras y sin testigos puesto que apenas nadie baja hasta ese sótano, lo pelan, enrollan el cobre, cargan en un carrito de supermercado y lo depositan en una furgoneta. Una vez llena, salen al exterior para venderlo.
Aunque cuentan con un cepillo de barrendero para recoger las vainas, el suelo está lleno de ellas. Esos trozos de plástico cortados componen un panorama curioso con varios automóviles desguazados, sillas, ruedas abandonadas, grafitis y hasta algún turismo de alta gama. Todo entre penumbras y con mucha suciedad.
Hace semanas, por no decir meses, que este grupo se dedica a saquear el cableado público. En Vitoria y en otras partes de Álava y del País Vasco. Se ceban con los nuevos barrios –más espaciosos y menos poblados—. Aquí su expolio se siente sobremanera en Salburua y Zabalgana.
En este segundo distrito, un vecino les vio desde una ventana de su piso la madrugada del jueves. En su llamada al 092 especificó que en el descampado de enfrente de su casa había varias personas que levantaban las arquetas, cortaban el cable, lo enganchaban a una furgoneta y ,con un acelerón, sacaban decenas de metros.
Al percatarse de la llegada de los coches patrulla, los entonces desconocidos recogieron sus herramientas –destornilladores, principalmente–, montaron en el vehículo y pusieron rumbo a la entrada de un garaje situado a apenas doscientos metros. Una patrulla les vio y se metió también.
Los uniformados sorprendieron a los cuatro miembros cuando descargaban el cable de masa del automóvil. Les había dado tiempo a meter buena parte en un carrito de supermercado. Tres de ellos fueron interceptados en ese momento, mientras que el cuarto implicado logró meterse en un ascensor y esfumarse. Le sirvió de poco, puesto que sería identificado poco después.
¿Quiénes son estas personas? El presunto cabecilla, de 33 años, es un «viejo conocido» en la comisaría de Aguirrelanda. Se trata de un varón desarraigado que arrastra una larga hoja de delitos. «Ha estado en prisión por otros ilícitos», deslizan fuentes policiales. Desde su vuelta a la calle parece que se ha especializado en robar cable. Los otros dos son un hombre, también de 33 años, y una mujer de 25. En cuanto al huido, cuenta 24 años y reside en el edificio que se levanta sobre este garaje. Los otros tres viven también en pisos sociales.
Trozos por el suelo
En la plaza contigua, los uniformados localizaron un par de sacos enteros de cable pelado. También diversas herramientas para cortar el plástico, el cepillo de barrendero y un sinfín de envoltorios cortados desperdigados por los alrededores. Había otra furgoneta estacionada muy cerca para cargar el material ya limpio.
De ambos vehículos sacaron numerosos albaranes de las ventas de otros cargamentos anteriores. Los habían colocado en varias chatarrerías sin escrúpulos para hacer negocio. Básicamente porque –según esas facturas– les compran el kilogramo de cable pelado a apenas cuatro euros. Dicho de otro modo, a menos de la mitad del precio en el mercado legal.
Este periódico ha llamado a algunos de esos negocios ofreciendo este metal conductor –con o sin cable– y, al menos, ha recibido un par de respuestas positivas para la compra. Sin pelar, eso sí, el precio no sube de los dos euros. Unos beneficios tan irrisorios podrían ser la causa de la voracidad de esta banda, que precisa de cientos de metros para obtener rentabilidad.
En esta actuación, la Policía Local les requisó «cerca de 200 metros», con un valor inferior a los 400 euros, por lo que les imputaron un delito de hurto, a la espera que la investigación abierta les cargue nuevos robos y los daños generados a la red de alumbrado público, donde los desperfectos alcanzarían los miles de euros. Aparte de generar un efecto peligroso. «El cable de masa que se llevan es un elemento de seguridad. Evita sobrecargas de la red. Sin él, puede haber una subida de tensión y que alguien que toque alguna de esas farolas sufra una descarga», advierten medios policiales.
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