Mucha gloria y un poco de pena
El Azkena Rock Festival cierra su viaje virtual con más música en directo y el repaso a su primera década de la mano de Juanma Bajo Ulloa
Vaya sensación más extraña. Ya en la segunda jornada de un Azkena -no digamos ya tras terminarse la edición-, no hay cansancio ni agujetas en ... las piernas. Será, lógicamente, por el apoltronamiento en el sofá. Pero no deja de ser raro. Como no sudar la camiseta en jornadas tan calurosas, siempre con permiso del subjetivo récord del día de Gregg Allman en la plaza de la Virgen Blanca. En aquel 2011 se caían al suelo más moscas fritas que ácidos rulaban en torno al Fillmore de San Francisco en los años 60.
Claro que algunas cosas permanecen siempre, mientras todo cambia. Han pasado ya 11 años del concierto de The Soundtrack of Our Lives en Mendizabala. Y, al revivir el bolo on line, esa combinación de elementos rockeros y psicodélicos resultaba tan efectiva como la que a uno le enganchó entonces. Pero también hay que decir que los ropajes de Ebbot Lundberg resultaban de tan poco gusto como entonces. Es más, visto desde hoy, podría haber sido hasta un siniestro dirigente sectario del filme 'Midsommar'.
Pero, por supuesto, el artista sueco no tiene nada de eso. Al frente de TSOOL fue el eje de una actuación recuperada con toda su gloria. Aunque con la pena de que no vaya a ser posible revivir esos momentos con la fuerza del directo. Aunque ya habrá otros.
Dewolff hicieron el único directo eléctrico, en el que mostraron su conexión instrumental y vocal
Eléctricos y sembrados
Algo así ha sido esta previgésima edición del Azkena Rock Festival. Mientras llega la de las dos equis, hay que decir que este cyclus interruptus ha dejado a medias al personal. Incluso alguno lo ha tachado de «metadona» en ámbitos foreros. Era inevitable: igual que no se puede parar al rock and roll, tampoco se puede sentir igual detrás de una mampara virtual. Ni siquiera utilizando unos cascos de calidad profesional o forzando la máquina con la predisposición del fan o la empatía del cervecero.
Sí, una pena. Pero también hubo un amplio paseo por la gloria del propio Azkena. «Familiar, en sentido amplio». «Como un encuentro de colegas». «De todos los géneros del rock». «Agradabilísimas sorpresas». «Formato/ aforo ideal». «Totalmente distinto a los de indie». Así se expresaban los profesionales y aficionados encuestados por la organización, en ese repaso de grandes momentos que en la segunda jornada contó con fragmentos sonoros de The Damned, Blind Melon, Roky Erickson, Big Star, Wilco, The Cramps, Band of Horses, JD McPherson, The Strypes, Juliette Lewis, Cheap Trick o Joan Jett and the Blackhearts.
Más directo y más saludos
Muchos más aparecieron en el documental de Juanma Bajo Ulloa, 'Rockandrollers', no sólo en torno a la primera década del Azkena, sino a lo que es el rock como forma de vida, actitud, compromiso con la música e incluso romanticismo. Porque ya lo decía Danko Jones: en Mendizabala «sólo tocamos para rocanroleros». Poco 'turista' accidental.
Destacaron la simpatía de Robyn Hitchcock y el apoyo de Patterson Hood al 'Black Lives Matter'
cercanía y compromiso
Y a ese público se dirigieron Donita Sparks o Black Mountain. U otros que también emocionarán en Mendizabala en 2021. Como los Drive-By Truckers. En su actuación en directo, Patterson Hood recordaba su visita hace tres lustros e interpretaba '21st Century USA' ante un cartel que rezaba 'Black Lives Matter'. Su mirada hacia la realidad estadounidense centró una emotiva performance acústica, que incluyó 'What It Means' o un homenaje a víctimas de la violencia sin sentido, un listado de nombres que cerró con el de George Floyd. Menos político fue su compañero Mike Cooley, que intercaló dos temas, con más guitarreo acústico.
El directo, afortunadamente, incluyó también al británico Robyn Hitchcock. Con una preciosa acústica Gibson de aires vetustos, abordó un set en el que mostró su simpatía y donde tradujo el título de piezas como «'La Virgen de las Avispas'», «'La Reina de Ojos'» o «'Quiero contarte lo que quiero'». Fueron cinco, todos muy en su onda, muy a lo Jonathan Richman.
Y desde los Países Bajos, el trío que llegó a lo más alto en los directos. Eléctricos, psicodélicos y conectados, Dewolff rockearon el blues y remitieron hasta a los Cream o los Allman. Pura gloria. Qué pena de tan sólo media hora.
Una iniciativa en marcha para que nada más se pare este año
«2020. No puedes parar el rock 'n' roll», dice el lema de la camiseta editada por el Azkena para apoyar a transportistas, pipas, personal de producción y otros técnicos que trabajan en el festival. El 50% de esta recaudación se destinará a estos trabajadores autónomos y el otro 50% al Banco de Alimentos de Álava. Son 28 euros, en last-tour-shop.myshopify.com.
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