Falta gasolina

La charla inicial en escena resulta prescindible. Cual panfleto publicitario cuenta las razones de la existencia de 'la Joven' y en concreto del proyecto 'Razas'. En un intento de aclarar la profesionalidad de los jóvenes artistas logra desafortunadamente comenzar a despertar la sensación contraria.

En el fondo del escenario una pantalla lanza constantemente proyecciones. Delante de ésta, la imagen de un coche gobierna tanto la escena como la trama ante la que giran los conflictos. La escenografía nos sitúa en el extrarradio de París en 2005 dónde hijos de inmigrantes luchan por encontrar su sitio. 'Gazoline' se adentra en los momentos previos a las revueltas en las que se terminaron prendiendo fuego a decenas de coches en pocos días. La dramaturgia es ágil, el retrato social nítido y la crítica punzante.

Sin embargo, cuesta enormemente empatizar con los personajes debido a unas actuaciones que en general son bastante flojas. La falta de dicción de Prince Ezeanyim hace que la mitad del texto de Omar se pierda, mientras que Mard B. Ase ofrece un personaje creado con pinzas.

'Gazoline' es una producción en la que se aplaude más la intención detrás del proyecto que el resultado final. Definitivamente falta mucha gasolina en las venas de esta obra. Correr en escena, música electrónica, imágenes constantes pero poco meditadas y actores que no llegan a los treinta no son los ingredientes que hacen que una producción resulte joven. Falta que el peso del texto se case con una puesta en escena provocadora cuyo foco sea iluminar más el contenido y no simplemente generar impacto.