El explorador Miguel Gutiérrez regresa a Vitoria: «Vivimos la última década del Amazonas»
Miguel Gutiérrez regresa a Vitoria tras un mes en la selva. Un viaje por Perú, Bolivia y Brasil donde «el mito de El Dorado es un horror»
Ni las picaduras, ni las heridas tras patear y remar mil kilómetros de selva amazónica duelen tanto como la sensación de «degradación ecológica y ... social» que arroja este pedazo del mapa a quien se adentra en sus tripas. «Vivimos la última década del Amazonas», advierte el vitoriano Miguel Gutiérrez. Un SOS que el presidente de la Sociedad Geográfica La Exploradora lanza recién aterrizado en su ciudad tras recorrer durante un mes Perú, Bolivia y Brasil a través de este rincón natural que, retrata con «pesimismo», se desangra desde hace años con la industria del oro, la madera y el narcotráfico. Con esta aventura, su tercera ruta por la zona, cierra un proyecto que comenzó en 2009 y que alumbrará un libro salpicado de historia, periodismo y denuncia.
Su regreso a la selva amazónica, en esta ocasión acompañado de otro amante de la exploración y la escritura, el bilbaíno Martín Ibarrola, se planteó sobre el papel como una expedición con punto de partida en Cuzco y el curso del río Madre de Dios como hilo conductor. «La ruta tenía un objetivo histórico y pretendía radiografiar la actualidad de los territorios amazónicos», explica Gutiérrez con la cabeza y el cuerpo aún atrapados por el 'jet lag'. El doble reto lo da por logrado aunque de esta aventura se haya traído, sobre todo, un acentuado desánimo sobre el futuro de la zona. «Está en vías de degradación absoluta en términos ecológicos pero también moral y social. El mito de El Dorado es un horror», resume sobre el panorama que se ha encontrado en una ruta donde las contadas horas de sueño se satisfacían en mitad de la selva, en islas y playas a las orillas del río, en hamacas colgadas entre un par de árboles... «Y en cuchitriles», añade.
La Amazonia, reconoce, «siempre ha sido depredada pero ahora está devastada». Y los últimos incendios -con casi 71.500 focos activos hace una semana en Brasil- la devoran un poco más si cabe. «Ya hay decenas y decenas de kilómetros que parecen el Sahara», fotografía. El responsable de la Sociedad Geográfica La Exploradora y su compañero de exploraciones asistieron en primera línea a las consecuencias de ese fuego en tierras cariocas cuando surcaban el río Madeira y estuvieron «tres días sin ver el sol por el humo». «Parecía apocalíptico y, al preguntar al alcalde, nos dijo que ocurre todos los años», recuerda. En Bolivia, agrega a modo de otro ejemplo, «el presidente Evo Morales ha legalizado las quemas». Y a quienes habitan estas kilométricas extensiones difíciles de controlar, asume Gutiérrez, no les parece mal. «Son territorios pobres y tienen que destruir la naturaleza para poder vivir. Para ellos, la naturaleza va en contra de su progreso y de su calidad de vida», cuenta tras ver cómo los nativos arrojan basura al río o tiran bolsas de plástico por las ventanas de los autobuses.
Ecologistas asesinados
No hay conciencia ecológica y «los naturalistas están muy menospreciados, en América del Sur es donde más ambientalistas se asesinan». Del pulmón amazónico arrasado por el hombre se alimentan las industrias del oro -«la mayoría del 'oro de sangre' de Perú acaba en Suiza», avisa- o maderera -apenas quedan ejemplares de caoba en la zona- aunque si hay un negocio que se extiende por «todo el Amazonas» es el de la coca. «No hay territorio fronterizo del Amazonas que no esté dominado por los narcos», señala con preocupación. Las «mafias», y una «presencia delincuencial bestial» a cada paso, derivan en asesinatos «por nada», trata de blancas... y operaciones policiales que sirvieron a Gutiérrez e Ibarrola en su ruta para entrar en terrenos como la peligrosísima La Pampa, en la región peruana de Madre de Dios. En su recorrido a pie y mochila al hombro, sobre kayaks -es más fácil «integrarse» si se desembarca de uno de ellos que de una lancha motora, ligada al turismo- y también en coche han descubierto pueblos con ritos ancestrales y ciudades «caóticas» donde reina el hormigón. En plena Amazonia «se quejaban de que no hubiera zonas verdes» en las urbes.
Estas paradas a lo largo de la ruta que arrancó a finales del pasado julio les permitieron realizar una veintena de entrevistas y descubrir «un pequeño conglomerado de personas, sobre todo dedicadas al ecoturismo, que se están concienciando muy rápidamente con el medio ambiente». «Es la luz que veo», admite Gutiérrez, que lanza su llamada de alerta a la comunidad internacional porque «la solución sólo podrá llegar del exterior, de una ayuda potente y de un cambio cultural». «Como dice un amigo peruano, es demasiado tarde para ser pesimista».
Un libro para cerrar una década de exploraciones
La década que ha pasado desde que Miguel Gutiérrez comenzó su serie de exploraciones en la selva amazónica le ha permitido asistir en primera fila a un triste espectáculo: su «degradación, sobre todo, en los últimos tres años». Pero estos diez años, con tres rutas cubiertas por la zona, le han servido asimismo de alimento para un libro que hilará con gentes, sucesos, mitos y realidades y que pondrá el broche final a este proyecto. En la aventura que le ha llevado este verano junto al bilbaíno Martín Ibarrola por Perú, Bolivia y Brasil a través del curso del río Madre de Dios han entrevistado, por ejemplo, a una veintena de personas. Entre ellas, líderes políticos e indígenas, policías, abogadas que luchan contra la trata...
El presidente de la Sociedad Geográfica La Exploradora ya había recorrido en las dos anteriores rutas otros rincones de la selva. En 2009 cruzó el río Amazonas, la Transamazónica, la Transpantaneira y el Gran Pantanal brasileño, y en 2012 descendió el río ecuatoriano Shiripuno en kayak. En el último viaje, del que acaba de aterrizar, se decidió por seguir los pasos del salmantino Juan Bautista Álvarez de Maldonado, quien como otros tantos exploradores buscó El Dorado peruano sin que ningún mapa asegurara su existencia.
Las frases
-
Las industrias del oro, la madera y el narcotráfico «dominan» la zona. «La degradación es absoluta»
-
«En el río Madeira, en Brasil, estuvimos tres días sin ver el sol por culpa del humo de los incendios»
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión