Cuando un enfermo mental se descontrola y ataca a sus vecinos
Un residente en el barrio vitoriano de Lakua se atrinchera en casa tras atacar a otros habitantes de su bloque. La Ertzaintza echa la puerta abajo para reducirle
Durante «casi un par de horas» arrojó todo tipo de objetos contra la puerta de sus vecinos de rellano. Hubo también amenazas verbales. Presuntamente roció ... con lejía el ascensor y la escalera comunitaria. Ante la llegada de las patrullas de la Ertzaintza, se atrincheró en su vivienda, perteneciente a su madre. Tras fracasar la negociación, los agentes echaron la puerta abajo. El sospechoso, un vitoriano «que no ha cumplido los cuarenta años», fue reducido y evacuado en camilla.
La escena sobrevino la mañana del sábado en un bloque del populoso barrio de Lakua. Se movilizaron numerosos recursos de la Ertzaintza. Entre ellos, un par de dotaciones del PRI (acrónimo de Patrulla de Respuesta Inmediata, una unidad especializada para esta clase de altercados). También policías locales, bomberos y una ambulancia.
El autor del desaguisado, «conocido» en la zona por otros episodios similares, esquivó los calabozos de la cercana comisaría de Portal de Foronda. Su destino provisional se hallaba un poco más lejos. Por prescripción médica le trasladaron directamente a la unidad de Psiquiatría del hospital Santiago, la conocida como 'la séptima planta'.
«No es la primera vez que ocurre algo así. No es mala persona, pero cuando le da le ves hablando solo por la calle, insultando al que se cruza con una mirada siniestra. Pasas miedo», atestiguó ayer una residente. «Vive con su madre, que está consumida. La pobre debe estar pasando un auténtico calvario», aventuró otro habitante de la misma calle donde ocurrieron los hechos.
Tan mal lo vieron esa mañana de sábado los responsables del operativo que se optó por que los bomberos colocaran «un 'colchón de salto'» por si acaso. «Le oímos gritar desde la ventana 'aquí no vais a entrar'», corroboró un testigo presencial. En un principio se manejó la posibilidad de que anduviera armado con un cuchillo, razón por la que se convocó al PRI, cuyos efectivos van pertrechados con un equipamiento especial . Al final no pudo probarse este extremo.
El desencadenante de semejante movilización policial – «hubo al menos cinco patrullas de la Ertzaintza», según vecinos– no era ningún delincuente, tampoco un maltratador, perfiles de otros atrincherados detectados en Vitoria. Simplemente se trataba de «una persona con una enfermedad mental», deslizan fuentes conocedoras del episodio.
Nunca contra su voluntad
El alavés Miguel Gutiérrez, quien fuera presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, conoce al dedillo esta realidad. La ha combatido durante décadas en Osakidetza. Aventura sin pestañear que se repetirá. «Esto es responsabilidad de la clase política, que cuenta con el respaldo de un número importante de psiquiatras y de la federación de familiares de estas personas enfermas. Todos se niegan a autorizar el tratamiento ambulatorio involuntario (TAI)», se arranca el experto.
«Esta negativa genera que muchos señores que necesitan tratamiento, incluso con prohibición de salir a la calle, no lo tengan y que recaigan con una frecuencia importantísima al dejar de tomarse la medicación», abunda. Tras un episodio de esta virulencia, sí se les ingresa de urgencia, y contra su voluntad. Aunque solo de manera temporal. «Es una paradoja. Este joven puede pasar en Santiago hasta quince o veinte días. O seis meses en Las Nieves pero, si no quiere someterse a un tratamiento, nada podemos hacer los psiquiatras».
En Lakua aguardan acontecimientos. «Ha pasado antes. Tras un brote, desaparece unos días y, al poco, vuelve. Se porta bien hasta que se descontrola. Algún día pasará una desgracia si alguien no toma cartas en el asunto», subrayó una vecina.
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