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Obra de Beeple, la primera integramente digital vendida en la casa de subastas Christie's por 57 millones de euros hace un mes. BEEPLE

Descifrando el boom del criptoarte

Los artistas alaveses Zigor Samaniego y Joseba Elorza cuentan su experiencia con la venta de obras digitales en NFT. «Hay compradores misteriosos»

Domingo, 4 de abril 2021, 01:27

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Jeff Koons y David Hockney nos suenan a todos. Si decimos Beeple seguro que tan solo de oídas desde hace unas semanas, en el mejor de los casos. Desde que la casa de subastas Christie's adjudicó hace unas semanas una obra suya, 'Everydays: The First 5000 Days', por más de 69 millones de dólares (unos 57 millones de euros). Con esa obra, el artista de nombre Mike Winkelmann se convertía el pasado de marzo en el tercer artista vivo más cotizado tras el escultor estadounidense y el pintor inglés. La pieza en cuestión, un collage de imágenes que el creador estadounidense había realizado a lo largo de los últimos trece años, era la primera obra íntegramente digital vendida por la gran casa británica como un NFT (un 'objeto único no fungible'), un término referido a una pieza certificada como única a través de la compleja tecnología blockchain, llamada a revolucionar el mundo de las redes. Lo más llamativo es que no existe físicamente esa obra, sino un JPG, esa imagen que cualquiera puede ver tecleando el título de la obra en su buscador. Tampoco el coleccionista dispone de derechos de autor de la imagen ni de reproducción.

Esa cifra astronómica y esa transacción tan atípica ha provocado un seísmo en el mercado del arte y ha disparado el interés por los criptoartistas, creadores que venden su obra –generalmente ilustraciones, fotografías, vídeos o animaciones– a través de un sistema virtual complejo. El comprador de la obra de Beeple, de hecho, no respondía tampoco al perfil de un coleccionista al uso, sino que es un empresario indio, Vignesh Sundaresan, que hizo su fortuna gracias a su descubrimiento de las 'criptomonedas' hace unos años. Una de esas divisas digitales (ethereum), cuyo valor no ha dejado de ascender en los últimos años, es la que se emplea en arte digital.

¿Arte o especulación? ¿Burbuja o revolución digital? ¿Moda pasajera o cambio definitivo en las casas de subastas? Los interrogantes son casi infinitos. EL CORREO habla con dos artistas vitorianos, Zigor Samaniego y Joseba Elorza, que llevan trabajando unos meses en ese circuito del criptoarte y han vendido algunas creaciones suyas. «Ricos como Beeple con el criptoarte habrá tres», aclaran. Ambos coinciden en que a través de esta fórmula se le da más valor a una obra digital que antes era impensable vender: «La gente que hacía animaciones tiene ahora una forma de monetizarlas». Lo habitual era –sigue siendo– subir su imagen a una red social o a cualquier web y que cualquiera pueda verla. Ahora hay gente que paga por un certificado digital de la propiedad.

Por lo general, estos artistas digitales, buena parte trabaja en la industria del videojuego, del cine o la ilustración, no tienen un gran recorrido en el circuito de arte convencional. «Muchos no eran reconocidos ni en el mundo del arte en 3D», cuenta Samaniego, uno de los creadores de animación en este formato más relevantes de España. Ha trabajado por encargo para canales como Nikelodeon o la marca Prada, pero nunca había conseguido colocar sus creaciones propias sin las exigencias del cliente. «Desde hace un mes me dedico básicamente a esto. He ganado desde octubre lo equivalente al trabajo con clientes de unos cuatro meses y al no tener que presentar varias versiones tardo menos en hacer la obra», cuenta.

Arriba, imagen de 'My love', collage de Joseba Elorza (MiraRuido) que se vendió en el portal Superrare.co, una de las plataformas más exclusivas de criptoarte. Debajo, detalles de obras vendidas como NFT de Zigor Samaniego.
Imagen principal - Arriba, imagen de 'My love', collage de Joseba Elorza (MiraRuido) que se vendió en el portal Superrare.co, una de las plataformas más exclusivas de criptoarte. Debajo, detalles de obras vendidas como NFT de Zigor Samaniego.
Imagen secundaria 1 - Arriba, imagen de 'My love', collage de Joseba Elorza (MiraRuido) que se vendió en el portal Superrare.co, una de las plataformas más exclusivas de criptoarte. Debajo, detalles de obras vendidas como NFT de Zigor Samaniego.
Imagen secundaria 2 - Arriba, imagen de 'My love', collage de Joseba Elorza (MiraRuido) que se vendió en el portal Superrare.co, una de las plataformas más exclusivas de criptoarte. Debajo, detalles de obras vendidas como NFT de Zigor Samaniego.

Sus creaciones no se encontraban en colecciones físicas. De hecho, lo más parecido a vender su obra antes de entrar en el mundo del criptoarte ha sido participar en el mercado de ilustración Mazoka, que se celebra en Montehermoso cada diciembre. «Vendía láminas con mis diseños a 20 euros. Ahora puedo vender digitalmente por bastante más», comenta el creador que a reconoce estar inmerso en algo complejo y difícil de explicar.

Su primera toma de contacto con el mercado virtual fue en octubre. «Un marketplace –espacio virtual donde venden obras digitales– contactó conmigo porque quería vender mis obras. Les pregunté si querían imprimirlas y me dijeron que no hacía falta. Yo pensaba que era una broma porque no sabía absolutamente nada de esto», recuerda. Desde aquel portal, Nifty Gateway, le pidieron que enviara unas animaciones y ellos crearían un NFT, ese registro de autenticidad digital, para cada imagen. «No tenía nada que perder, de hecho, podían coger imágenes de mi web y venderlas. Así que seguí adelante. Decían que si las vendían me daban el dinero y así fue», cuenta acerca de la galería virtual Nifty Gateway. En ese portal –en el que llevará a cabo una subasta en mayo– aparecen tres animaciones, 'Dedo guante', 'Nube fresca' y 'Rojo Ramírez', ésta última adjudicada por 2.600 dólares. «Una de las primeras obras que vendí luego se revendió por casi diez veces más. En octubre los precios eran baratos y ahora han subido mucho».

Este ilustrador autodidacta trabaja para lanzar una colección de NFTs en colaboración con el youtuber Willyrex, una fiebre a la que previsiblemente se sumarán otros 'influencers' como ya ha ocurrido en otros países. Tanto Samaniego como Elorza creen que en las próximas semanas habrá un 'boom' de artistas consagrados, cantantes e influencers que se sumen a esta ola. Cualquier material digital es susceptible de venderse como NFT, desde un tuit a un artículo. De hecho, un periodista del New York Times, Kevin Roose, vendió una columna suya -que cualquiera puede leer en Internet- por 560.000 dólares (unos 475.000 euros) en un experimento acerca de la certificación digital en blockchain. Y el Museo Hermitage anunció a finales de marzo que este año acogerá una exposición de obras de arte realizadas en formato de token no fungible (NFT). Joseba Elorza, que ha trabajado para clientes como National Geographic, Amazon Studios o el grupo Green Day, no cree que el mundo del arte convencional y el arte digital acaben dándose de la mano.

«No creo que los dos mundos acaben convergiendo. Soy muy malo vaticinando, pero creo que son absolutamente diferentes», afirma Elorza, conocido por el sobrenombre de MiraRuido. ¿Quiénes son los compradores? «Los grandes compradores son gente bastante anónima», desliza Zigor Samaniego. «Hay gente misteriosa y a veces pensamos que son corporaciones o varios coleccionistas que son parte de una misma empresa. También hay un perfil de gente interesada en la inteligencia artificial y verdaderos aficionados al arte».

Las críticas al criptoarte se centran en esa opacidad. ¿Hay algún interés oculto tras cada compra? Y también en el gran gasto energético que supone cada operación virtual y la huella de carbono que produce esta actividad digital. «Es algo que hay que depurar», resaltan. Según algunos estudios, la 'minería' de bitcoin deja una huella de carbono que sobrepasa los 17.000 kilotoneladas de dióxido de carbono. «Se pone el foco en ese gasto, pero la mayor parte del gasto energético es en bitcoins, no en ethereum. También las redes sociales o plataformas audiovisuales consumen mucho. Confíamos en que se vaya solucionando».

Tampoco faltan voces que creen que todas estas operaciones tan solo alimentan una burbuja en la que quienes ganaron pasta hace unos años invirtiendo en criptomonedas son los principales beneficiarios. «Creo que todo obedece al desarrollo del mundo de las criptomonedas más que al mercado del arte. Se puede decir que tiene un pie en el mundo del arte, pero tiene que ver sobre todo con las criptomonedas. Llevamos dos años oyendo que hay una burbuja. Me imagino que los precios bajarán y los NFTs quedarán como un ingreso secundario y recurrente para algunos, como el que teníamos por vender láminas o hace cursos aparte de los encargos de clientes».

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