La paquetería inunda Vitoria con el reparto de 20.000 envíos al día, un 40% más por el Covid
La distribución se dispara, complica el tráfico y llena las calles de camiones de reparto. EL CORREO se sube a la furgoneta
Mónica estaciona su furgoneta, abre la puerta trasera y rebusca entre un montón de cajas. Coge una, camina unos metros hasta el portal y llama ... al telefonillo. «¡Paquete de Correos!». Le bastan un par de minutos para subir y bajar. Al poco, otra vez. Y otra. Unas cincuenta veces al día, la media de entregas de paquetería que un repartidor de la empresa estatal realiza a particulares, compañías, comercios e instituciones (sin contar las fallidas) cada intensa jornada por Vitoria. Si el comercio electrónico estaba en auge, el coronavirus lo ha disparado. Ahora se embala mucho más y la actividad en las principales empresas del sector durante la pandemia está al alza. Si antes de la llegada del virus los gigantes de la mensajería distribuían diariamente en la ciudad cerca de 14.000 bultos, la cifra ronda en estos momentos las 20.000 unidades, según datos a los que ha tenido acceso EL CORREO. Y ahora este trajín volverá a aumentar en dos periodos de alta demanda como el Black Friday -el próximo viernes- y la Navidad. De hecho, la Organización Empresarial de Logística y Transporte de España (UNO) augura un aumento del volumen del 30% en comparación con la pasada campaña. «Los envíos del Black Friday representarán en España el 50% del total de la campaña navideña, que podría sumar este año 100 millones de entregas», cifra la patronal.
Mejor no saber la huella de carbono de esta inmensa cantidad de 'clics'. La comodidad y seguridad de comprar desde casa y recibirlo cada vez en menos tiempo en el domicilio o el puesto de trabajo tiene un factura en la que también hay que reparar. A las calles de Vitoria se lanzan diariamente cerca de 360 furgonetas de reparto -unas 250 antes de la pandemia- solo para las principales empresas de logística. Queman combustible, estacionan como pueden y recorren sin descanso la capital alavesa. Este periódico se ha subido a la furgoneta de Correos para vivir en primera persona cómo se desarrolla este reparto masivo fruto en gran parte por el 'boom' del comercio electrónico, un servicio que ha crecido de forma excepcional en la última década hasta triplicar la cantidad de repartos, según el análisis del Consejo Económico y Social (CES). Esta tendencia predomina entre la población más joven. Concretamente, un estudio del Gobierno vasco revela que cuatro de cada diez residentes en Euskadi son compradores habituales en la red. Un hábito de consumo que ven con recelo las instituciones, que tratan de concienciar a los clientes sobre la importancia de priorizar el comercio local y de cercanía.
La Covid ha incidido en esta preocupante tendencia. Ha cambiado las prioridades del consumidor, pero también los protocolos de los operadores para minimizar el riesgo de contagio. La entrega se realiza con contacto 0 (no hay que firmar, solo mostrar el DNI). Y los repartidores disponen siempre de gel hidroalcohólico y llevan mascarilla. «Ahora se hace con más cuidado. La limpieza de furgonetas es diaria y la ropa del trabajo se queda en la unidad, hasta su lavado», cuenta Mónica, que trabaja en Correos desde hace 17 años.
Vitoria no es ajena a esta revolución de los embalajes. Se ve a simple vista en la calle. Cada dos por tres aparece por alguna esquina una furgoneta. Y casi siempre con los logos de Correos, Gasteiz Courier (bajo la firma GLS), DHL, MRW, SEUR... «Antes repartíamos en aquellas vespas amarillas tan chulas... ¡Y aún sobraba espacio para más paquetes! Y ahora necesitamos furgonetas bastante grandes», rememora la repartidora. Correos acaba de incrementar la ventana de entrega en el turno de tarde por el aumento de la demanda como consecuencia del coronavirus. El entrañable recuerdo de Mónica es revelador. La irrupción de estos vehículos en el pulso circulatorio de la ciudad es evidente, aunque cada zona presenta sus particularidades. Por ejemplo, Correos -como el resto de empresas- divide sus unidades por áreas. Mónica siempre reparte en Zabalgana. «Es de los lugares más tranquilos junto a otros de la periferia como Salburua o Lakua. Es fácil circular por las supermanzanas, porque la calzada es muy amplia», desgrana. ¿La mayor dificultad? «Sobre todo, aparcar. En este barrio es relativamente sencillo, pero a veces no hay hueco. Si no queda otra paramos en doble fila e intentamos estar el menor tiempo posible, aunque lo evitamos siempre que podemos. La prioridad es que nunca se entorpezca el tráfico», contesta. A Mónica le acompañan siempre las cadenas musicales de la radio en sus desplazamientos, que nunca sobrepasan los cinco minutos, y se mueve con agilidad a la hora de despachar sus paquetes. Los repartidores siempre deben seguir las normas de circulación, «aunque la gente suele ser comprensiva» si necesitan parar un instante para realizar una entrega. «Siempre sin abusar y sin molestar».
«Antes repartíamos en aquellas vespas amarillas tan chulas... ¡Y aún sobraba espacio para más paquetes!»
Gran crecimiento
Las peores zonas, asegura, son «el centro y el Casco Viejo». Zabalgana puede ser tranquila, pero no es un oasis. También tiene sus puntos calientes. Conocer bien su entramado y horarios es muy útil para Mónica. «Es complicado alrededor de los colegios, cuando entran y salen los alumnos. Intento evitarlos y aprovecho para ir a empresas o locales». Por ejemplo, a ella le gusta comenzar por Naciones Unidas para luego pasar a la Avenida Zabalgana y Aldaia. Los últimos repartos los deja para Mariturri. «Es como mejor me va», resume.
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«En Dato y las peatonales molestamos lo menos posible»
Para las ciudades como Vitoria resulta un reto importante gestionar el evidente tráfico adicional generado por las furgonetas de paquetería, con las molestias que ello conlleva. Congestión circulatoria, malos estacionamientos, contaminación... Su presencia provoca descontento en algunos colectivos, como por ejemplo la plataforma Bizikleteroak. En el caso del Ensanche, el Ayuntamiento limita estas labores de 7 a 11 horas en quince puntos peatonales, como la Virgen Blanca, Dato o Postas. En épocas de repunte de la actividad, como Navidad, se prolonga una hora más. Y ya fuera de esa franja horaria debe hacerse en las calles adyacentes, con un horario más amplio, y otras zonas habilitadas para la tarea como Prado, Mateo Moraza y General Álava. «En el centro la máxima es aparcar sin molestar y que el mensajero se mueva por la zona para evitar pequeños desplazamientos innecesarios al volante. Y ahora lo hacemos con contacto 0 y protocolos anti-Covid», explica Ramón Martín, gerente de Gasteiz Courier Mensajeros y de la delegación de GLS en Vitoria.
Otro problema añadido es la huella de carbono. En 2019 el 29% del CO2 emitido en España provenía del transporte. «La autonomía de vehículos eléctricos y gas es limitada y es imposible conseguir furgonetas híbridas en España, porque no se comercializan como en USA o Japón», lamenta Martín, al que le preocupa el comercio local. «Internet es una oportunidad para que las empresas locales se expandan, pero Amazon y AliExpress están hundiendo los pequeños negocios, con la pandemia ha aumentado el comercio electrónico. Hay que apostar por la compra a las tiendas locales».
Desembalando el e-commerce
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350 es la cifra aproximada de furgonetas que recorren Vitoria al día para hacer las entregas de los gigantes del sector.
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Nuevo repunte Durante el Black Friday Navidad las empresas volverán a reforzar notablemente sus servicios. La patronal estima un aumento del 30% con respecto a la anterior campaña.
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64 euros es el gasto medio 'online', según el Estudio Anual de e-Commerce. Sobre todo, en Amazon, eBay y AliExpress.
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Huella de carbono El sector del transporte (pasajeros y mercancías) es el que mayores emisiones de CO2 registró en 2019, con un 29% del total, plasmó el Ministerio de Transición Ecológica.
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2,5 millones ganaron los comercios alaveses en 2019 gracias a las ventas por internet, indica Eustat. En Euskadi llega a 14.
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Uso cotidiano Cuatro de cada diez vascos compran 'online' al menos una vez al mes, según los datos recopilados por la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno vasco.
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