Las colonias se ponen en marcha con «obsesión» por la seguridad

La nueva normalidad ya está aquí y, pese a la gran incertidumbre con la que arrancó la temporada estival y la suspensión de los udalekus, finalmente las familias cuentan con algunas opciones para que sus hijos pasen el verano fuera de casa en distintas colonias de la ciudad. Asociaciones y empresas han modificado el funcionamiento de sus actividades para mantener a los niños protegidos de ese virus invisible que ha trastocado el final del curso escolar.

Estas colonias se han puesto en marcha in extremis, pero sus responsables llevaban semanas preparándolas al detalle. «Pusimos en marcha el campus en el momento que vimos posible hacerlo con la publicación del BOE de 17 de junio», explica Andoni Colmenero, manager de la Fundación 5+11. El campus de baloncesto del Baskonia antes se celebraba en los centros cívicos municipales, pero este año tiene lugar en el Buesa Arena. «Este es un verano especial para todos y muchas familias necesitan un lugar donde dejar a los niños», señala Colmenero.

Los niños y niñas tienen la oportunidad de aprender a jugar al baloncesto y mejorar su técnica en función de su edad, aunque este año el campus estará más centrado en la técnica individual que en el juego en equipo para evitar que los pequeños compartan material. «El lavado de manos es habitual y constante y se realizan varias desinfecciones al día tras los ejercicios», indican desde la organización de este campus para niños nacidos entre 2008 y 2014. El horario se extiende de 9.00 a 13.30, 15.00 o 17.30, en estos dos últimos casos con almuerzo en Bakh incluido. El ratio de niños por monitor se ha reducido hasta la docena y los miércoles por la tarde toca excursión a un parque de aventura.

El formato semanal es el más extendido entre las propuestas para estos meses estivales. En la ludoteca de verano de El Estadio, los lunes comienzan con una reflexión sobre el coronavirus y qué ha supuesto en la vida de los niños de 4 y 8 años a los que se dirige la actividad. «No es el tema de estas colonias, pero les preguntamos cómo han vivido la situación para que puedan intercambiar opiniones con otros niños», apunta Marian Lezaun, coordinadora de la actividad. «¿Hoy ya no tienes dolor de tripa? ¡Qué bien!», saluda una monitora a dos hermanas que acaban de llegar. Instantes después están jugando a polis y cacos y haciendo girar un hula hoop.

Las tradicionales colonias destinadas al inglés, al euskera o al deporte se han sustituido por una única ludoteca para abonados este verano en El Estadio. «Los niños no han estado con otras personas de su edad desde marzo, así que las familias buscan que tengan un espacio propio para divertirse», subraya Lezaun. Los pequeños de entre 4 y 8 años disfrutan de manualidades, música y ginkanas sin dejar de ponerse gel hidroalcohólico y limpiarse las manos. Cada niño tiene una botella de agua con el nombre debidamente etiquetado y los disfraces, juguetes y cuentos de tela se han retirado para desinfectarlos más fácilmente.

Los grupos son de un máximo de 15 niños y se impide que se junten con los demás para extremar la seguridad. Además, los padres firman una declaración responsable donde se comprometen a no llevar a los niños si manifiestan síntomas y aseguran que los pequeños no han estado enfermos en los últimos días antes de acudir a la ludoteca. En las academias Kids and Us, por ejemplo, los grupos se han reducido aún más y no superan los cuatro alumnos en sus Fun Weeks. «Desinfectamos el centro cada día, los niños se lavan las manos antes de entrar y les tomamos la temperatura», enumera Elena Fernández, directora del centro de Portal de Castilla. El inglés quedó algo aparcado en la mayoría de los hogares durante el confinamiento, pero jugar, leer cuentos, hacer psicomotricidad y salir al parque en inglés les ayuda a recuperar esos conocimientos.

El Covid-19 ha obligado a reorganizarse a los voluntarios que hacen posible las colonias solidarias del programa Berakah. Pese a que en mayo consideraban improbable ofrecer esta ayuda a las familias, finalmente una treintena de jóvenes de Secundaria reciben clases de refuerzo en los locales de Betania. Además, los pequeños de 3 a 12 años desarrollan las colonias en sus propias casas gracias a los monitores, que son quienes se desplazan a ellas. «Hemos tenido que reinventar las colonias desde cero, pero detectábamos una necesidad apremiante. No asistir a clase durante tanto tiempo les ha hecho dejar de avanzar e incluso retroceder en competencias muy básicas», alerta Fidel Molina, responsable del proyecto.

El verano se presenta como una oportunidad para prepararse para septiembre, y los chavales de instituto reciben clases en la calle Las Escuelas los lunes, los miércoles y los viernes en aulas de 5 ó 6 alumnos. Al final de la jornada llega el turno de los juegos educativos y actividades menos formales. «Para estas familias que a menudo no tienen seis meses de padrón y sufren la pobreza es una oportunidad para que sus hijos hablen en castellano y en euskera», señala Molina sin dejar de dar las gracias a los 25 voluntarios que hacen posibles estas colonias cada semana.