El cementerio de las dos ruedas
De paseo, infantiles, para la montaña, plegables... Hasta 450 bicis duermen en el depósito municipal tras ser retiradas de la calle por infracciones, abandono o robo
Casi siete años lleva aparcado en el depósito municipal de bicicletas, en Aguirrelanda, el inquilino más antiguo de este particular cementerio de las dos ruedas. ... Es un modelo Btwin 7, de color crema para más señas, su propietario la compró en un popular establecimiento dedicado a los artículos deportivos y ocupa una plaza en este almacén desde el 10 de octubre de 2012. En este tiempo nadie la ha reclamado, como tampoco han preguntado por ellas los dueños de las otras 452 bicis con las que comparte espacio. La última entró el pasado viernes y entre todas las vecinas de esta atestada nave destaca un único patinete.
Las instalaciones de la Policía Local dan abrigo a una decena de pequeñas bicicletas infantiles, alguna plegable, casi 300 modelos de montaña -los más numerosos- que debieron costar un 'pico' a quien las montó y que han sido retiradas de las calles vitorianas por variados motivos. Algunas de ellas cargan con la etiqueta de posible objeto de robo -la Guardia urbana tramitó seis denuncias por hurto de bicis durante el último fin de semana- y otras se consideran abandonadas por los signos de dejadez que arrojan en un solo vistazo, desde las marcas de óxido a la falta de piezas, y por el propio seguimiento realizado por los agentes, que han comprobado que semana tras semana y mes tras mes continuaban estacionadas en el mismo lugar. Pero en este depósito acaban también vehículos cuyos dueños han cometido infracciones, como aparcarlos de forma indebida, que prefieren no reclamar su propiedad para evitar la correspondiente multa.
Única subasta en 2015
Ya sea por dejadez, poco civismo o la mano de un caco, en este depósito se acumulan Orbeas, BHs o Romesters que sólo volverán a sus dueños si acreditan su titularidad con datos como el número de bastidor, alguna factura o fotografías. Y si ese reencuentro no llega, su destino pasa por convertirse en residuo sólido urbano o, sin miramientos lingüísticos, en chatarra. En 2015 se probó por primera vez a subastar las bicicletas almacenadas para vaciar una nave cada día más ajustada de espacio, pero la idea no salió tan bien como se esperaba. Hubo 1.634 pujas, pero sólo se consiguió dar el visto bueno a 47 -la más cara salió por 311 euros y las arcas municipales recaudaron 3.917,66 euros- pues de repente varios dueños identificaron algunas bicis como propias. El debate quedó entonces abierto: ¿Cuándo se da por extinguido del derecho de propiedad de estos vehículos?
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