Las calles de Vitoria también tienen género

Que nadie haga el chiste estúpido de reducir el urbanismo con perspectiva de género a pintar las calles de morado. En un mundo tan diverso como este, esta nueva manera de pensar las ciudades y los pueblos tiene más que ver con la inclusión, con diseñar barrios de manera «que se garantice que todas las personas tengan acceso a los recursos de manera igualitaria», explica Blanca López de Armentia. Esta arquitecta del servicio de Ordenación del Territorio y Urbanismo de la Diputación ha asesorado a Emakunde en la elaboración de su guía sobre el impacto de género en los planes generales de ordenación urbana de los municipios vascos y es una de las ponentes invitadas por el Colegio de Arquitectos de Álava a una mesa redonda sobre el diseño del espacio igualitario (hoy, 19.00 horas).

López de Armentia recuerda que las mujeres empiezan a ser mayoría en las facultades de Arquitectura y que eso se nota desde hace ya años en la manera de mirar y pensar las ciudades y pueblos. «Se ha ampliado el foco», explica. Frente a ese urbanismo más economicista e impactante de los años 60 y 70, en los que se primaba coger el coche para ir a los centros de producción, ahora se huye de toda esa dispersión. Prima lo compacto, la accesibilidad, el entorno social... «Es un poco lo que se ha hecho siempre en los pueblos, en los que toda la actividad estaba bastante integrada, que se cubrían todas las necesidades en condiciones seguras, conciliando la vida laboral y familiar...».

Es decir, prevalece la mezcla de usos y el facilitar las tareas de cuidados «que las familias tengan todo a 10 o 15 minutos a pie». En cada pueblo o barrio habitan niños, padres, abuelos, personas con diversidad funcional... Diseñar calles igualitarias supone, agrega la arquitecta foral, defender un urbanismo que «prime la autonomía de las personas». Pone ejemplos: «si un niño puede ir de manera segura al colegio y es más autónomo, sus padres también pueden hacer otras cosas y salen todos beneficiados».

Una parada de autobús sin escalones, que proteja del frío y la lluvia y que no esté expuesta al tráfico, también es urbanismo con perspectiva de género, al igual que ese que busca que la «percepción de seguridad» de las mujeres, niños y ancianos por las calles sea mayor. Ya no se hacen edificios con soportales, por ejemplo, y se busca evitar recovecos en los portales.

También chirrían ya esos barrios periféricos llenos de unifamiliares cuyos habitantes tienen que coger el coche para ir a todas partes. También para socializar. O cuando un pueblo quiere hacer por ejemplo un centro de salud nuevo, que no lo haga en las afueras, que rehabilite mejor un edificio que permita «acercar a las personas».

La participación vecinal en el diseño de las calles, dar nombres de mujeres a las avenidas, las paradas del gautxori a demanda, la democratización del uso de la bicicleta, los buses que se inclinan para que bajen mejor los carricoches, los calmados de tráfico, los entornos amables... Todo esto está impregnado de esta nueva mirada. «Vamos poco a poco, pero sobre seguro».

• Temas
• Calles
• Ciudades
• Mujeres
• Arquitectura
• Vitoria-Gasteiz
• Armentia
• Emakunde