«Nos jugamos la vida todos los días en el puerto de Orduña»
Vecinos de Losa que hacen vida en Ayala piden mallas para evitar desprendimientos. La Diputación no lo ve «porque las rocas no caen de un solo sitio»
Son unos cuantos vecinos que viven en el valle burgalés de Losa y que mantienen sus vínculos familiares, de trabajo y estudio con el Valle ... de Ayala y Orduña. Para ir desde sus casas en Berberana o Villalba de Losa hasta sus trabajos, tienen que pasar por la parte alavesa del puerto de Orduña, al igual que otros muchos conductores. «A menudo nos encontramos grandes piedras en la carretera, es una zona concreta, casi arriba, que tiene roca a un lado y un muro al otro, pero no hay arcenes, muy cerca de la 'curva de los gallegos'. Nos jugamos la vida», explica Oihane Garro, que vive en Berberana y pasa dos veces al día por este punto para ir a Orduña a trabajar y a llevar a su hija a clase.

El paisaje es espectacular y la carretera suele estar muy concurrida, sobre todo los fines de semana, para llegar al salto del Nervión. Sin embargo, los desniveles a ambos lados de la ruta son muy grandes. «Lo que da más miedo es que un día nos caiga una piedra encima del coche porque algunas son como balones de baloncesto», añade José Ramón Sevilla, que hace el mismo recorrido a diario. «Los que conocemos la zona nos bajamos a quitarlas para que no haya un accidente, pero un día nos llevan por delante». Y es que esquivar las piedras no es sencillo porque apenas hay margen de maniobra.
«Tenemos miedo que las piedras nos caigan encima del coche. Algunas son como balones de baloncesto»
«Hace años pedimos a la Diputación de Álava que pusiera unas mallas para evitar la caída de piedras», asegura Sevilla. «Pero nos dijeron que no. Se limitaron a colocar unas señales de precaución por desprendimiento». Fuentes de la Administración provincial reconocieron ayer que existen desprendimientos, pero son «aislados». «La solución técnica es complicada porque las rocas no caen de un solo punto».
Roca expuesta
Lo cierto es que cualquier situación climática provoca caídas de piedras. La roca está expuesta y le afecta tanto el agua como la lluvia, el viento o el calor extremos.
Idoia Ferreira gestiona la gasolinera de Berberana y vive en Villalba de Losa pero su hija estudia en Orduña. «Casi todos los días hay piedras en la carretera. Cuando llueve y sobre todo cuando nieva ya sabemos que en los días siguientes van a caer en medio de la calzada. Tenemos miedo de que nos arrollen cuando pasemos con el coche. Un día va a haber un accidente grave», señala con pesimismo.
Algunos de estos conductores habituales optan por ir a sus destinos por la carretera de la Barrerilla o el puerto de Angulo. «Esos sí tienen mallas», especifica Sevilla, «aunque son muchos más kilómetros» para subir a la meseta.
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