
Homicidio o asesinato
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Homicidio o asesinato
El fallecido en la discoteca de Vitoria sufrió una doble fractura en la mandíbula por efecto de la caídaLa autopsia preliminar de K. V., el joven de 31 años que falleció la madrugada del domingo a las puertas de la discoteca Mítika, ... en Vitoria, ha despejado las primeras incógnitas sobre el «golpe» que le propinó un portero, de 24 años. Este sospechoso se encuentra en prisión preventiva desde el martes. Según ha sabido este periódico, ese primer informe médico aprecia «una doble fractura en la mandíbula» de la víctima.
El análisis forense achaca esa lesión a «un impacto contra un cuerpo plano». Es decir, que con el puñetazo o manotazo que el empleado de seguridad, de enorme corpulencia, le propinó en la cara, K. V. se desplomó, se golpeó contra el cristal de una tienda y, a continuación, contra el suelo. Como causa de la muerte, los expertos del Instituto Vasco de Medicina Legal hablan de una «parada cardiorrespiratoria». La víctima recibió el «golpe» hacia las 4.53 del domingo, cayó y durante cerca de una hora, sanitarios trataron de reanimarle puesto que aún estaba con vida.
Lo que no se discute es que el portero le propinó un golpe. Así lo apuntan hasta cuatro testigos diferentes y una grabación de una cámara de seguridad. Pese a que se trata de imágenes muy lejanas, el Juzgado de Instrucción número 3 -sala que lleva el caso- así lo apreció en su auto de entrada en prisión. El ahora reo preventivo no asistió al herido y se introdujo en la sala.
En su declaración voluntaria ante el juez del martes, el sospechoso enmarcó su marcha al interior de la discoteca en el «protocolo» marcado por su empresa de seguridad, subcontratada por la céntrica sala de fiestas. Sin embargo, la Fiscalía y la acusación particular creen que fue poco menos que una huida mientras K. V. agonizaba. Según la versión del ahora investigado por homicidio sin descartarse el asesinato, pidió varias veces a la víctima que se marchara al no encontrarse en condiciones. En un momento dado y porque K. V. le incomodó con un dedo, quiso «apartarle» con una mano y le soltó un empujón en la cara.
Su versión no convenció. Su corpulencia -pesa más de 130 kilogramos y es competidor habitual en levantamiento de peso muerto-, la vulnerabilidad del fallecido -iba ebrio-, los antecedentes policiales del sospechoso -tres, con un juicio en un mes-, más su salida del escenario del ataque llevaron a Instrucción 3 a abrir el abanico penal.
Así, del «homicidio imprudente» determinado por la Ertzaintza, que representaría un máximo de cuatros años de cárcel, este juzgado ve indicios de un homicidio -de 10 a 15 años- o incluso un asesinato -de 15 a 20 años-. En Zaballa, el portero ha sido asignado a un módulo «conflictivo», revelan fuentes penitenciarias.
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