Un demandante de asilo
«En Argentina querían matarme y me dijeron que en Vitoria me ayudarían»El senegalés Assane llegó el 20 de junio tras sus «quilombos» con mafiosos en Buenos Aires. Duerme en la calle a la espera de que prospere su solicitud de asilo
David González e Ikram El Aarrass Amachraa
Domingo, 18 de agosto 2024, 00:59
Son las 12.19 horas de un miércoles. Assane (nombre ficticio) se acerca a las oficinas de extranjería de la Policía Nacional en el ... barrio vitoriano de Betoño con la idea de solicitar asilo. Este hombre de origen senegalés, enjuto y con una sonrisa perenne, huyó hace dos meses de Argentina donde residió durante más de una década «porque estaba amenazado por mafias». Hasta ese supuesto ultimátum, su vida parecía «muy bien» encaminada. Se había casado con una bonaerense. Habían abierto un negocio a medias. Era uno más.
Su vida se torció, puntualiza Assane, cuando «me dejó mi mujer, estaba triste, depresivo y me sentía en una cárcel ahí». A raíz de ese «malestar» comenzó a meterse en «quilombos» (expresión argentina para referirse a los problemas) que evita especificar. Aquella deriva desembocó en que «diferentes mafias argentinas me empezaron a amenazar, ahí son muy peligrosos». Asegura que «hasta me intentaron matar y me salvó la vida mi exmujer».
«Primero aterricé en Italia y allí, un amigo me habló de vuestra ciudad»
Antes de tomar la decisión de salir del país, Assane que ahora cuenta 58 años, acudió a las dependencias policiales locales para denunciar los hechos. «He traído conmigo todas las denuncias que puse y que no me sirvieron de nada. Los agentes de ahí son corruptos», subraya.
La oficina de extranjería de la calle Oñate encarna su última esperanza de residir de forma legal en España. Rebobinemos. Aterrizó en Bilbao el pasado 20 de junio. Desde entonces, apostilla, «he intentado pedir ayuda por todos los sitios, yo quería venir aquí (Vitoria) para empezar de cero».
«Una comida al día»
¿Por qué la Green Capital? Lo aclara el protagonista. «Primero aterricé en Italia, porque tengo un amigo allí. Me dijo que no podía quedarme y me habló de Vitoria, que aquí seguramente tendría dónde dormir», se sincera. Mes y medio después de su aterrizaje, la calle es su hogar. «Lo único que tengo es una comida al día que me da la Cruz Roja», revela con gesto preocupado.
Conocedor de los derechos internacionales de acogida, Assane –que viste con ropa de marca– subraya que «el asilo es mi último cartucho». Su primera intentona pinchó en hueso. Esta solicitud debe iniciarse de forma telemática. Un cartel con un enlace web kilométrico marca los pasos a seguir. Tras apuntar con un papel y un bolígrafo la dirección, Assane exhibe su pasaporte argentino y las denuncias presentadas.
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