Vitoria emociona a su nuevo obispo
Miles de feligreses arropan a Juan Carlos Elizalde durante su nombramiento en una ceremonia llena de muestras de cariño que le hicieron llorar de emoción
Daniel González
Sábado, 12 de marzo 2016, 01:13
Apenas un minuto después de hacer oficial su nombramiento como obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde recibía hoy a una representación de sus feligreses en el mismo altar con lágrimas de emoción en los ojos. Un gesto que respondía a las muestras de cariño recibidas a lo largo de la ceremonia, que congregó a miles de feligreses en la catedral María Inmaculada, Madre de la Iglesia de Vitoria conocida como catedral nueva-. Aún faltaba más de media hora para que concluyera el acto y, nada más tomar el relevo de Miguel Asurmendi, Elizalde conversó durante cinco minutos con integrantes de la diócesis sin poder ocultar su emoción. Consciente de la buena acogida de la ciudad, el nuevo obispo quiso transmitir a todos los devotos alaveses su gratitud y cariño durante las palabras que dedicó al final de la misa.
La ceremonia, que comenzó a las 12.00 horas, no concluyó hasta las dos y media de la tarde. Y al término de la misma muchos de los asistentes se agruparon frente al altar para poder saludarle personalmente. Quizá porque su nombramiento es el primero que vive la diócesis alavesa en sus 154 años de vida hasta ahora todos los escogidos para este puesto ya eran obispos-, el interés suscitado por la llegada a Vitoria del religioso navarro convirtió el acto en un momento único, a juicio de los presentes.
El encargado de oficiar el servicio religioso fue el Nuncio de la Santa Sede en España, monseñor Renzo Fratini, y estuvo arropado en el altar por siete arzobispos y 17 obispos. Aunque el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, no pudo asistir finalmente, Elizalde recibió el apoyo de todos sus compañeros y de los más de 300 sacerdotes alaveses, navarros y de otras partes del país que ocupaban los primeros bancos. Y también lo arroparon una treintena de sus familiares, así como representantes de las diferentes instituciones alavesas y vascas. Aun así, destacó la ausencia del lehendakari Iñigo Urkullu, así como la del diputado general de Álava, Ramiro González, y el alcalde vitoriano, Gorka Urtaran.
Parte de los asistentes a la ceremonia esperaron desde las nueve de la mañana a las puertas de la catedral. Los accesos se abrieron a las 10.30 horas, y los bancos no tardaron en llenarse. Varios cientos de personas siguieron de pie el acto, agrupados en los laterales de la inmensa nave. Y un cuarto de hora antes del inicio llegaba el Nuncio, acompañado de Elizalde y Azurmendi, para reunirse junto con otros altos cargos en la capilla. Allí estuvieron hasta que, a las 12.00, se inició la procesión desde el fondo de la iglesia, camino al altar. El obispo saliente fue el primero en tomar la palabra, dando la bienvenida a los presentes y a su sucesor. Sé bienvenido, hermano Juan Carlos, que hoy te acogen con ilusión y esperanza, le transmitió antes de que se iniciasen las lecturas de la Biblia.
Elogios a Asurmendi
Sobre las 12.40, terminada la liturgia, tuvo lugar la lectura del mandato apostólico que el propio Papa Francisco remitió a la diócesis, y el Nuncio tuvo en su homilía unas palabras de agradecimiento para Asurmendi. Acto seguido, Fratini leyó los deberes del obispo. El obispo es hombre de corazón compasivo, apuntó, recordando la obligación de ser fiel a tu ministerio como hombre entregado a los más pobres. Tras ello, sometieron a Elizalde a una serie de preguntas. ¿Quieres consagrarte hasta la muerte al ministerio episcopal?, y él respondió con solemnidad. Sí, quiero. Así, se dio paso a la letanía de los santos, y durante cinco minutos el nuevo obispo vitoriano estuvo tumbado frente al altar, sobre una alfombra, escuchando la lista de santos a los que se encomendó.
Acto seguido, se produjo la entrega de todos los símbolos que representan su nuevo ministerio, y la imposición de manos del resto de los obispos. Al concluir, justo a las 13.20 horas, el relevo se hizo oficial, y un sonoro aplauso inundó el templo. Después, y tras el emotivo encuentro con sus nuevos fieles, Elizalde ofició el resto de la misa. La comunión, que él mismo ofreció, duró más de un cuarto de hora.