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Gonzalo Serrats, durante el acto de homenaje al general Álava en Santa Isabel.

«Es una pena que un reclamo turístico como la Batalla de Vitoria no se apoye»

El investigador Gonzalo Serrats presenta hoy su libro sobre el general Álava en el bicentenario de Waterloo y la recuperación de las obras del Louvre

Saioa Echeazarra

Viernes, 4 de diciembre 2015, 01:49

Miguel Ricardo de Álava y Esquível ha cautivado a Gonzalo Serrats (San Sebastián, 1968). Este economista, consultor en la empresa Ope Consultores, profesor universitario y, por cierto, descendiente del célebre militar, es autor de El general Álava y Wellington: de Trafalgar a Waterloo, que incluye cartas inéditas entre ambos. Como se cumplen 200 años tanto de esta batalla como de la recuperación de obras del Louvre por parte del vitoriano, el biógrafo presenta hoy su libro en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa (19.30 horas). Con el título Dos bicentenarios de Álava, la cita se enmarca en el Aula de Cultura de EL CORREO.

-Es descendiente del general Álava. ¿Cómo encontró sus cartas?

-Es un archivo de mi familia y se ha conservado durante muchos años en una casa de familiar, en unos baúles de madera. Fundamentalmente lo que contiene son documentos inéditos, que de alguna manera se archivaron hace 200 años y han estado ahí desde entonces. Hay correspondencia o documentos importantes. El papel es muy bueno y la tinta también, lo que es una suerte porque gracias a eso hoy podemos leer esas cartas de hace 200 años con no muchísima dificultad.

-¿Cómo es la caligrafía del militar?

-Sobre todo la letra del general Álava es endiablada y se va deteriorando mucho conforme él va haciéndose mayor, de tal manera que hay dificultades para entenderla si no la conoces desde joven. La de Wellington que si bien parece clara y muy fácilmente reconocible, lo cierto es que prácticamente en todas sus cartas te encuentras con algún enigma irresoluble, alguna palabra muy difícil de entender que podría cambiar el sentido de toda la carta. Esto obliga a trabajar con especialistas, en este caso con la universidad de Southampton.

-¿Qué personalidad tenía Miguel Ricardo de Álava?

-Una persona muy honesta, el último caballero y el primer ciudadano europeo. Honesto, hombre de honor, de palabra, alguien de quien fiarte, pero a la vez con una mentalidad progresista, porque fue un liberal moderado toda su vida. Tenía un don de gentes brutal. Sabía llevarse bien hasta con el diablo.

Tras Waterloo, el arte

-Tanto, que fue capaz de recuperar magníficas obras del Louvre.

-Fue clave que después de la relación de confianza que se ha forjado durante toda la guerra de la independencia entre Álava y Wellington, éste va a tener en la nueva ofensiva a ese español que le ha ayudado en los seis años previos. Una vez han derrotado a Napoleón en Waterloo, Álava llega al París tomado por las fuerzas aliadas. Allí aprovecha esas magníficas relaciones que tiene con todas las personas importantes. Recibe sus apoyos para recuperar muchas obras de arte.

-¿Cuántas pinturas salvó?

-No está nada claro. Los franceses apuntan en inventarios que los españoles se habían llevado del Louvre 289 obras de arte y 104 objetos diversos que tenían que ver con la imprenta nacional, la biblioteca nacional, etc. Sin duda Álava tuvo que estar detrás de todo, pero lo que está perfectamente documentado son 57 cuadros.

-¿Tiene el militar vitoriano suficiente reconocimiento en su ciudad?

-Últimamente Vitoria esta cubriendo un vacío acerca del conocimiento de uno de sus personajes históricos más importantes. Se está haciendo una labor. Pero sin ninguna duda queda mucho por hacer. No diré más, que estamos en el año en que se conmemora el bicentenario de Waterloo y algo tan importante como la recuperación de las obras en Louvre por Álava, y en Vitoria estas dos fechas han pasado desapercibidas.

-De hecho, está en el aire la recreación de la Batalla de Vitoria en 2016.

-Es una pena que un reclamo turístico así no se apoye. Lo que es clarísimo es que las recreaciones napoleónicas atraen a la gente, en Europa van a más sin duda, y Vitoria y Álava tienen una oportunidad tremenda de poner en valor un acontecimiento europeo que sucedió en su territorio.

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