Hosteleros vascos llaman a retirar las máquinas de tabaco de los bares como protesta
«El Gobierno merece recibir un castigo donde más placer le causa: la recaudación de impuestos, en la que nosotros colaboramos vendiendo cigarrillos»
KOLDO DOMÍNGUEZ
Lunes, 3 de enero 2011, 03:24
Día 1 de la polémica Ley Antitabaco y no parece que los dueños de bares y restaurantes, uno de los sectores más afectados por la nueva reglamentación, vayan a quedarse con los brazos cruzados. A iniciativa de «un buen número» de sus miembros, la Federación de Hostelería del País Vasco va a poner en marcha una campaña para que todos sus usuarios retiren de sus locales las máquinas expendedoras de tabaco como protesta por la prohibición de fumar en el interior de los establecimientos. «No vamos a hacer el caldo gordo a un Gobierno que nos maltrata de esta manera», justifica Ángel Gago, máximo responsable de la asociación.
Según los datos que maneja esta agrupación, el número de máquinas expendedoras repartidas por los locales vascos podría alcanzar las 7.000 unidades, la mitad de ellas en Vizcaya. Y si su llamamiento fuera seguido por la mayoría de propietarios, el daño a la recaudación fiscal sería «llamativo». «No tenemos las cifras correspondientes al País Vasco, pero sabemos que en 2009 el Gobierno recaudó en impuestos más de 9.450 millones de euros por la venta de tabaco, y una parte importante se hizo en los establecimientos hosteleros. Creemos que estos político que tan bien nos tratan se merecen recibir un castigo donde más placer le causa», explicó Gago.
No al tabaco de contrabando
Por cada cajetilla de tabaco que un cliente compra en una de estas máquinas, el dueño del local recibe una comisión de 15 céntimos, por lo que «debe vender 20 unidades para sacarse tres euros». «A cambio, de tu cuenta corren el gasto de la luz, el estar pendiente del mando, de vigilar quién compra, de manejar la recaudación...», expone la Federación de Hosteleros. De ahí que, en su opinión, «la mayoría tenga la máquina no como negocio, sino como un servicio a sus clientes», que serán los primeros damnificados en caso de que desaparezcan. «No hay muchos sitios en los que la gente pueda comprar tabaco a partir de las ocho de la tarde», advirtió Gago.
Cada hostelero paga un canon trienal de 180 euros por poder contar en su establecimiento con una máquina expendedora, que puede ser de su propiedad (adquiere el tabaco por su cuenta en cualquier sitio autorizado) o de un estanco con el que mantiene un acuerdo para la venta del producto. Es el punto de las tasas, precisamente, el que puede frenar a más de un propietario a la hora de dar el paso de retirar su máquina, interesado en amortizar ese pago trianual ya realizado al Comisionado de Tabaco. Para evitar ese escenario, desde la asociación se propone «reclamar» a la Administración la parte proporcional del tiempo que reste hasta la conclusión del periodo abonado. Si no, otra de las opciones que barajan es dejar pasar el tiempo hasta que concluyan los tres años y en ese momento no renovar la licencia. Eso sí: se pide a los hosteleros que nadie «tenga venta de tabaco sin autorización ni se le ocurra vender tabaco no adquirido en las expendedurías oficiales (contrabando)». «Nos tememos que las represalias puedan ser inminentes y ahí no hay defensa», advierten.
Esta iniciativa promovida por los hosteleros vascos podría ampliarse en un futuro al resto de España. De momento, las agrupaciones nacionales están a expensas de observar cómo evoluciona la protesta en Euskadi y consultar con sus afiliados. Además, ya han tramitado ante el Ministerio correspondiente una solicitud de aclaración para determinar si hay posibilidad de que se devuelva el dinero del canon a los hosteleros que quiten sus máquinas con la licencia aún en vigor.