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Lazcoz, con Txarli Prieto, en la noche en que celebraron la victoria electotal en Vitoria en 2003.

Los 1.400 días de Lazcoz en la Alcaldía

Iosu Cueto, uno de los periodistas de El Correo que siguió paso a paso la legislatura de Lazcoz como alcalde, desgrana las luces y sombras del mandato del primer regidor socialista de Vitoria

Iosu Cueto

Miércoles, 29 de octubre 2014, 10:49

Un sábado, quince años después de trabajar de camarero para poder pagarse la carrera de Derecho en Deusto, Patxi Lazcoz se convirtió en alcalde de Vitoria. Fue el 16 de junio de 2007, cuando recibió el bastón de mando del Ayuntamiento tras ejercer cuatro años de durísima oposición contra el PP y ganar las elecciones. Los populares cedieron el primer puesto por sólo 1.752 votos y el descalabro del PNV le relegó al tercer puesto. Lazcoz protagonizó el espectacular ascenso del PSE con un mensaje de liderazgo basado en «madrugar mucho y trasnochar poco». Y desde entonces hasta la siguiente cita con las urnas, el 22 de mayo, el primer alcalde socialista de Vitoria cumplió 1.406 días en el poder. Para unos, una legislatura de aire fresco y grandes proyectos cocinados a fuego lento. Para otros, una etapa poco fructífera maquillada con las inversiones del Plan E de Zapatero y el título Green Capital.

Lazcoz nunca disfrutó del colchón de una mayoría para gobernar, pero se unió a su "socio preferente", el PNV, para intentar cumplir sus retos a pesar de la crisis económica, especialmente dura en Álava.

Las prioridades del programa electoral socialista eran claras. El listado estaba formado por el denominado Palacio de Congresos, Exposiciones y de las Artes Escénicas de Lakua -después denominado BAI Center-, la estación de Arriaga, el soterramiento del tren y la renovación de los barrios, con el Casco Medieval como principal objetivo. En paralelo, y ya lejos de la política del ladrillo, apostó por reforzar los programas sociales para responder a los zarpazos de la crisis; prometió impulsar el concepto de Vitoria como capital de Euskadi; y aseguró que su gestión sería «transparente» y lograría reducir el gasto corriente municipal.

Lazcoz, con el paso del tiempo, se mostró como un político correoso, cercano, puntual y enemigo del oropel. Aunque también se le achacó un toque de soberbia y tozudez. Eso sí, un balance de legislatura, por espinoso que sea, debe ampararse en datos fríos y exactos.

El Bai Center

Nada más llegar al sillón consistorial, el alcalde propició el regreso de los portavoces de la oposición al órgano que regula las contrataciones municipales, y del que el exalcalde Alfonso Alonso les expulsó en el verano de 2005. Después, los socialistas buscaron acuerdos para sustentar sus principales promesas electorales. Las obras del BAI Center (presupuestado en 157 millones de euros, IVA aparte) comenzaron en la plaza de Euskaltzaindia el 15 de febrero, aunque PP y PNV rechazaron el plan tal y como está. Los populares, una vez en el gobierno tras las elecciones de 2007, paralizaron inmediatamente las obras y se aliaron con EHBildu para construir allí la estación de autobuses que Lazcoz planteó para la zona de Arriaga. La terminal ya está terminado y el fallido BAI Center, fue solo un sueño.

A pocos metros de aque equipamiento, Lazcoz pretendió levantar la estación de autobuses de Arriaga. Tampoco se llevó a cabo. Se quiso emplazar ahí para que conectara de forma subterránea con la supuesta estación de tren que quedaría tras el soterramiento de la línea, pero también ha quedado claro que éste tampoco se llevará nunca a efecto, aunque ello no se puede achacar en exclusiva al regidor socialista, pues ningún Gobierno, ni en Vitoria ni en Madrid, han sentado las bases económicas para que tal obra fuera viable.

Em el haber, Lazcoz pudo mostrar como logro la evidente rehabilitación urbanística y social del Casco Viejo. También es notorio que Lazcoz logró el consenso necesario para revolucionar el transporte público y conseguir que Europa designara a Vitoria como la Green Capital 2012, título que después gestionó su sucesor, Javier Maroto, para disgusto de los socialistas. Las nuevas oficinas municipales de San Martín, otro de sus grandes retos para que el Ayuntamiento dejara de pagar más de 3 millones de euros en alquiler de locales, se empezaron a construir y están a punto de terminarse. Y en el plano social, a pesar de los mil frentes abiertos por la crisis, Vitoria quedó con la imagen del derribo de la casa de los "Bartolos", un clan que ha seguido dando problemas después al Ejecutivo local.

Influencia

Pero claro, la moneda también tiene su cruz. El alcalde tuvo que agachar la cabeza y olvidarse de que el lehendakari, Patxi López, respaldara su empeño personal por lograr que se conceda a Vitoria un canon económico por ser la capital vasca o un reconocimiento expreso de ese estatus, cosa que, en lo pecuniario, sí consiguió Maroto del peneuvista Urkullu. En marzo de 2010, el pleno solicitó al Parlamento vasco que reconociera de forma «inequívoca» la condición de Vitoria como capital de Euskadi. Años después, el asunto sigue en vía muerta.

Con el BAI Center sucedió tres cuartos de lo mismo. Pasaban los días, el reloj de arena se vaciaba y el alcalde no conseguía que el Gobierno vasco pusiera más dinero para un proyecto que se tambaleaba porque, entre otras cuestiones, Vitoria cargaba con el 80% de su elevadísimo coste. El Ejecutivo autonómico iba a poner 25,6 millones, los mismos que dejó reservados el Gabinete Ibarretxe. El silencio del lehendakari fue chocante en todo el proceso. Sobre todo, porque el PSE vasco no dudó en poner 55 millones para el nuevo estadio de San Mamés o 21 para el proyecto Tabakalera en San Sebastián. Ni que decir tiene que la influencia de Lazcoz quedó en entredicho. Finalmente, el BAI Center quedó herido de muerte y enterrado poco después, en cuanto Maroto se hizo con la Alcaldía. Tampoco se supo nada de aquel Proyecto Kronos, una promesa electoral que buscaba convertir a Vitoria «en un referente nacional del deporte de élite y para todos».

Y es que gobernar es más difícil que estar en la oposición, como bien puede atestiguar un hombre que ha estado en todos los frentes de la política local. Pero Lazcoz ha sido un buen concejal, aquí y allá, constante, trabajador y cercano, como admiten hasta sus mayores detractores. Es quizá la persona que mejor conoce los entresijos de una administración como la vitoriana y eso, en cualquier lugar y cualquier momento, es una mochila que vale su peso en oro.

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