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. La Ertzaintza protege el aparcamiento privado de Mendizorroza ante decenas de aficionados que aguardaron a la salida de los jugadores. / JESÚS ANDRADE
ALAVÉS

Mendizorroza se harta

La afición despidió con pitos al equipo y decenas de aficionados aguardaron a la salida de los jugadores, que salieron por otras puertas, al grito de «mercenarios»

IÑIGO MIÑÓN

Domingo, 17 de mayo 2009, 05:29

Y Mendizorroza dijo basta. La sufrida parroquia albiazul había tirado de resignación y la ilusión del forofo para soportar la paupérrima temporada de su equipo, pero ayer ya no pudo más. El lamentable espectáculo ofrecido por los jugadores sobre el césped acabó con su paciencia. Intolerable. Y la afición explotó. Hastiada de tanto martirio, despidió a los protagonistas del desastre con pitos. Y un nutrido de seguidores les esperó a la salida del estadio para mostrar su disconformidad al grito de «mercenarios» y «esa camiseta no la merecéis».

La Ertzaintza ejerció de parapeto y los jugadores tuvieron que escapar por otras puertas, pero no hubo que lamentar incidentes. Sin violencia, con la garganta como única arma para dejar claro que «albiazul es un sentimiento», un grupo de seguidores, cercano al centenar, esperó durante una hora frente al portón del aparcamiento privado de Mendizorroza.

Astudillo, escoltado por varios guardias de seguridad, fue de los últimos en abandonar el estadio. Lo hizo por la grada lateral, pero tuvo que escuchar algunos comentarios subidos de tono. Sus galones de capitán evitaron palabras mayores. Es el único superviviente de Dortmund. Justo ayer se cumplían ocho años de aquella histórica cita. Triste onomástica.

Javi López sí abandonó Mendizorroza por la puerta habitual y también se llevó lo suyo. Incluso Josu Uribe, llamado «traidor». Al contrario que los jugadores del Eibar, despedidos con aplausos por la afición albiazul.

Antes, como siempre, había animado a sus colores. Se creció con las noticias de otros campos. No así el equipo, empeñado en desesperar a los suyos. Llueve sobre mojado. Y ayer lanzó otra daga al corazón de sus seguidores.

Uno de doce en casa

Lo hizo fiel a su estilo, incapaz de mantener una renta que le cuesta un mundo conseguir. Como la semana pasada en Tarragona. Como en casa contra el Xerez, el Hércules o el Zaragoza. Como tantas otras veces. Ayer ni contra diez. Dolorosa afrenta para una grada acostumbrada a sufrir en las últimas temporadas. La puntilla.

Mendizorroza, otrora fortín, se ha convertido en la pesadilla del Alavés. Sólo ha ganado uno de sus últimos doce compromisos en casa. Frente a la Real Sociedad (2-1), el 28 de febrero. Unicamente el propio Eibar, el Alicante y el descendido Sevilla Atlético han sumado menos que los vitorianos como locales. Los cuatro que ocupan descenso. Al final, la clasificación no se inventa nada. A estas alturas, cada uno está donde se merece.

Así, no es de extrañar que parte de los 6.238 espectadores desfilaran por la grada antes de acabar el partido. Mendizorroza se ha hartado.

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