Mareos, náuseas, sudor frío… Esta es la razón por la que nos desmayamos y cómo podemos evitarlo
Los síncopes son un síntoma relativamente frecuente, que puede producirse a cualquier edad y por diferentes motivos. Ojo cuando no avisan
La sensación de mareo es de lo más desagradable. Notas una especie de aturdimiento en la cabeza que no te deja pensar con claridad, se ... te revuelve el estómago, sientes debilidad en las piernas, puede que incluso te entren ganas de vomitar. Los oídos te zumban, empiezas a sudar a chorros y... ¡zas! Fundido a negro. Unos segundos antes charlabas tranquilamente con tus amigas y ahora te tienen que recoger del suelo como a un trapo porque te has caído redonda. ¿Te suena?
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Los desmayos son un síntoma relativamente frecuente, que puede producirse a cualquier edad y por diferentes motivos, desde una bajada de tensión por no comer a un golpe de calor, pero también pueden esconder algo más serio como un ataque al corazón. Se calcula que aproximadamente una de cada tres personas se desplomará en algún momento de su vida.
«En la mayoría de los casos, el problema no es tanto el desvanecimiento como el golpe que la persona se puede dar al caerse de repente», aclaran en la Unidad de Disautonomía del hospital San Juan de Dios. En cualquier caso, nunca está de más aclarar el motivo que nos ha enviado al suelo. En líneas generales, se puede hablar de dos tipos de desmayos. Por un lado, están los síncopes que no están relacionados con problemas del corazón –los más habituales, con diferencia– y los causados por una enfermedad cardiaca, «que se deben tratar con mimo porque son los más peligrosos», recuerdan en el servicio de Urgencias del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ).
En el primer grupo se encuentran los llamados vasovagales, muy frecuentes sobre todo en mujeres. Este tipo de desvanecimientos suelen estar relacionados con la tensión arterial baja, episodios de estrés como sustos, miedo a la sangre, dolor o incluso se puede producir cuando toses muy fuerte. La actriz Silvia Alonso confesó hace poco en una entrevista en televisión que padecía este tipo de desmayos habitualmente por su fobia a las agujas, otro de los motivos por los que uno también puede llegar a perder el conocimiento.
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Además de los vasovagales, también existen los llamados síncopes posturales. En este caso, están relacionados con «enfermedades como la diabetes, cambios bruscos de movimiento, agotamiento por calor o intoxicación etílica. Este tipo de desvanecimientos, tanto los vasovagales como los situacionales, suelen tener buen pronóstico y se resuelven al cabo de unos minutos», explican los especialistas.
Si te caes de repente... ¡Peligro!
Lo que ocurre es que a veces no los vemos venir y nos caemos de repente. Y estos, los bruscos, los que no avisan son los que más preocupan a neurólogos y cardiólogos. «Porque el síncope que llama la atención con mareos, visión borrosa o sudores suele estar relacionado con una bajada de tensión o con factores no preocupantes, pero el que se produce de repente y sin una causa aparente... ¡peligro! Estos hay que mirarlos bien porque pueden esconder un problema cardiaco o incluso un episodio de crisis epilépticas», advierten los expertos en disautonomía.
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Al suelo
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33% de la población se desmayará en algún momento de su vida. Los síncopes se producen por una hiperprofusión cerebral. La presión arterial baja de repente y el cerebro deja de recibir en ese momento el oxígeno suficiente para funcionar con 'normalidad', de manera que nos quedamos sin conocimiento.
Cuando el desvanecimiento nos avisa y notamos que estamos a punto de darnos de bruces contra el suelo, lo «más importante y fundamental» es evitar un mal golpe, que puede resultar letal. Según los expertos, la maniobra más eficaz para subir la tensión rápidamente es ponerse de cuclillas. Esta postura hace que el cuerpo reaccione como cuando descorchas una botella de champán. Según te agachas, la tensión se dispara. Cerrar los puños o cruzar las piernas también ayuda a que la persona se recupere. Y para los que son de tensión baja, «la recomendación es que siempre lleven en el bolsillo regaliz, frutos secos o aceitunas para salir al paso en momentos de bajón», añaden en el IMQ.
El vértigo es otra cosa
A menudo se confunde la sensación de mareo con el vértigo y son dos síntomas diferentes. «Se puede decir que casi todos los vértigos llevan mareo, pero no siempre el mareo va con vértigo», resume el doctor Nicolás Pérez, otorrinolaringólogo de la Clínica Universidad de Navarra (CUN). Este trastorno del equilibrio se puede definir como una especie de alucinación. «El paciente tiene la sensación de que o bien él o su entorno se mueven sin que esto pase en realidad... Es muy frecuente que lo describan con frases así: 'Las paredes se movían', 'la cama no paraba de girar', 'el suelo se hundía'...», añade el neurólogo Jesús Porta.
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Los expertos coinciden en que la importancia que tiene el vértigo es la enfermedad que lo produce. Más de la mitad de los casos están causados por alteraciones en el oído y algunos tipos pueden llegar a durar horas e incluso días. «El más frecuente es el posicional paroxístico benigno, que causa breves episodios de desequilibrio en respuesta a los cambios de posición de la cabeza, aunque también se registran bastantes casos de vértigos desencadenados por la enfermedad de Ménière, un trastorno del oído interno que afecta al equilibrio y también a la audición», apunta el doctor Pérez.
Los tratamientos se suelen dividir en dos: el que se centra en los síntomas (mareos, náuseas...) y el que 'ataca' la enfermedad que está detrás de los vértigos, un síntoma que puede llegar a ser muy incapacitante.
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