«Todos metemos la pata (pero yo no he sido)»
Así funcionan las autojustificaciones en las que caemos sin darnos cuenta cuando cometemos errores (y le echamos la culpa a otro)
Todos cometemos errores. Ytodos tendemos a autojustificarnos y echarle la culpa a otro para escurrir el bulto. Y el mecanismo es el mismo independientemente de ... la escala del error. «Olvidé poner la lavadora, pero es que no me dijiste que tenía que hacerlo y de todas formas no hay ropa sucia como para llenarla y no hace falta». «Atacamos Irak aunque no había armas de destrucción masiva, me informaron mal, pero de todos modos acabamos con un tipo muy malo». ¿Por qué es tan difícil decir «me equivoqué» y creérnoslo de verdad?
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Los psicólogos sociales Carol Tavris y Elliot Aronson abordan la cuestión en 'Se han cometido errores (pero yo no fui)', libro que publica ahora en castellano Capitán Swing y que desde su primera aparición en 2007 se ha convertido en un clásico, probablemente porque entre las meteduras de pata que desmenuza, además de las que se dan en cualquier casa, trabajo o en cuestiones cotidianas, están lo de Bush con las armas y lo de Clinton con Monica Lewinsky.
«Errar es humano, pero los humanos tenemos la opción de elegir entre encubrir el error o asumirlo» –dicen los autores– y generalmente optamos por el encubrimiento y esperar a que pase el temporal. Y para quedarnos tranquilos, tendemos a creernos nuestro propio engaño mediante la autojustificación. «Que en sí misma no es necesariamente mala. Nos permite dormir por la noche», dicen Tavris y Aronson. Sin las autojustificaciones, «nos torturaríamos lamentándonos de los caminos que no tomamos o de lo mal que hicimos al tomar otros». Pero sucede que también «bloquea nuestra capacidad de ver nuestros errores, por no hablar de corregirlos. Distorsiona la realidad, impidiéndonos obtener toda la información que necesitamos y evaluar los problemas con claridad. Prolonga y agrava las desavenencias entre amantes y amigos».
¿Qué nos urge a justificar nuestras acciones y decisiones, sobre todo las erradas? Es la sensación que el psicólogo social estadounidense Leon Festinger –al que Tavris y Aronson dedican su ensayo– llamó 'disonancia cognitiva'. «Un estado de tensión que se produce cuando una persona mantiene dos cogniciones (ideas, actitudes, creencias, opiniones) que son psicológicamente incoherentes entre sí».
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Dilema de fumador
Un ejemplo es el caso de un fumador cuyas dos cogniciones en conflicto serían 'fumar es una tontería porque podría matarme' y 'fumo dos paquetes al día'. «La disonancia produce un malestar mental que va desde pequeñas punzadas a una angustia profunda; la gente no descansa hasta que encuentra la forma de reducirlo». En el ejemplo, «la forma más directa de que un fumador reduzca la disonancia es dejando de fumar. Pero si ha intentado dejarlo y ha fracasado, deberá reducir la disonancia convenciéndose de que fumar no es realmente tan perjudicial, que fumar merece la pena porque lo ayuda a relajarse o le impide ganar peso».
«La mayoría de los fumadores consiguen reducir la disonancia de formas ingeniosas parecidas a la anterior, aunque resulten engañosas». explican Tavris y Aronson. Ahora bien, la autojustificación no es lo mismo que mentir conscientemente: es un mecanismo psicológico «profundo que nos protege de la disonancia cognitiva, del dolor de reconocer que pudimos haber actuado de manera equivocada».
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Los dos psicólogos aseguran «que comprender este proceso es el primer paso para desactivarlo» y evitar así conflictos a todos los niveles, desde los domésticos relacionados con lavadoras a crisis políticas mundiales.
El test que debes hacer
El libro propone varias estrategias para reconocer y gestionar nuestras propias justificaciones. Aplicarlas, dicen sus autores, Tavris y Aronson, puede transformar la autojustificación en un catalizador para la integridad y el cambio positivo.
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Tomar conciencia
Identificar la tendencia universal de justificarse y comprender que nadie está exento de este mecanismo. El reconocimiento honesto del problema es el primer paso para desactivarlo.
Practicar la autocrítica
Hacerse preguntas abiertas ante los propios fallos, como «¿y si estuviera equivocado?».
Admitir errores públicamente
Hacerlo no solo ante uno mismo, sino también ante otros, como ejercicio de honestidad y prevención de la escalada de justificaciones.
Escuchar y empatizar
Dar valor a la escucha activa, especialmente frente a críticas o discrepancias, en vez de reaccionar a la defensiva.
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Reformular el error como oportunidad
Entender las equivocaciones como oportunidades de crecimiento personal y no como amenazas a la autoestima.
Genera hábitos de reflexión
Institucionalizar o ritualizar revisiones periódicas de decisiones pasadas, tanto en lo personal como en lo grupal o profesional, para normalizar la corrección de errores.
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