Maike Torralvo Artista de circo
Maike Torralvo ·
Es el payaso augusto del circo Holiday y lleva en la pista desde los tres añosHijo de portugués y española que se hacían llamar Los Antonys, Maike Torralvo (Madrid, 1991) es el último de seis generaciones dedicadas al circo. Ha ... sido los dos payasos, carablanca y augusto, hace reír en el idioma que le pongas y estos días actúa en el circo Holiday en Bilbao, con Rody Aragón como cabeza de cartel.
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–Debutó a los 3 años.
–Salían todos mis primos y yo también quería ir vestido de payasito. Un juego. Desde entonces no he abandonado la pista. Mi bisabuelo ya trabajaba en espectáculos itinerantes.
–¿Es una tradición o una maldición?
–La mayoría de la gente que trabaja en el circo lo hace porque sus padres también lo hacían, tres o cuatro generaciones anteriores mínimo. Se lleva en la sangre. Ten en cuenta que en el circo sabemos conducir, mecánica, electricidad... Fuera encontramos trabajo rápido.
–Porque su trabajo no solo es la función...
–La función es nuestro tiempo libre, cuando disfrutamos. Después está viajar, montar la carpa, ensayar... Ahora venimos de Torrevieja, casi 900 kilómetros. Unas treinta personas, un pequeño pueblo en movimiento. Y de Bilbao a la feria de Logroño. Cuanto menos paramos, mejor.
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–¿Cuál es su domicilio en el DNI?
–Madrid, pero nunca estoy. De pequeño, mis padres vivieron allí año y pico. Estábamos deseando volver a la vida del circo y nos enrolamos en un circo italiano. Es lo máximo que he estado viviendo en un sitio. Y en la pandemia, claro.
–Cuando se convirtió en temporero.
–Estuvimos en Murcia recogiendo brócoli. Ahí dije que no me iba a volver a quejar de montar una carpa en mi vida. Mucho respeto a la gente del campo, ¿eh? No hay comparación con la dureza de aquella vida, tantas horas agachado bajo el sol...
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–¿Ha tenido alguna vez vacaciones en verano?
–No. Ni las quiero. Como mucho perdemos una semana en el traslado. Y se nos hace eterno. Una vez que montas la carpa ya no sabes qué hacer.
–Ahora es payaso augusto.
–El carablanca es el hermano mayor y el augusto es el pequeño, el pícaro, el travieso, siempre con las bromas molestando al otro. Gaby sería el mayor y Fofó y Miliki los pequeños.
–¿Tiene que ver con su carácter?
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–No. La gente me suele decir que soy muy cortado, muy serio. En la pista soy otro. Es como ser actor: se abren las cortinas y pasas a ser otra persona. Hay que tener mímica, capacidad de improvisar...
–¿Los Aragón son la aristocracia de los payasos?
– En España son los primeros que salieron en la tele, ellos abrieron las puertas al mundo del circo. Y en verdad, triunfaron antes fuera de España. Mucha gente tiene una idea equivocada del circo, vienen y preguntan dónde comemos y dormimos. Hay caravanas con más metros cuadrados que un piso.
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–¿Hay muchas rivalidades bajo la carpa?
–Hay una rivalidad sana. Te picas cuando eres joven: 'Yo hago un mortal'. 'Pues yo dos'... Y esa es la forma de crecer en tu oficio. En un mismo espectáculo no suelen coincidir dos mismas disciplinas. Y a la convivencia estás acostumbrado. Vives junto a tu familia; a mí se me hacen eternas dos horas sin ver a mis hijas.
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–A su mujer, la bailarina Alba Quirós, ¿la conoció en el circo?
–Sí, nos conocemos desde niños. Tenemos dos hijas, Triana y Ashly, de 9 y 6 años. En mi época, los niños salían al escenario y no pasaba nada, pero hoy está más protegido, mal visto. La pequeña está deseando salir, si fuera por ella estaría todo el día colgada en la pista. No le da miedo nada.
–¿Le gustaría que siguieran la tradición familiar?
–Que hagan lo que ellas quieran. Si les gusta, ¿por qué no?
–¿Cómo compite el circo con la atención de los chavales pegados al móvil?
–Innovando. Hay circos con shows de terror para atraer a los jóvenes... Nosotros somos más tradicionales, la familia Aragón atrae a la gente mayor, que ha vivido su infancia con ellos y los nietos conocen sus canciones. Los que más disfrutan suelen ser los padres.
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–Desde 2017 ya no hay animales en los circos.
–Depende de la comunidad. En Madrid todavía dejan caballos, llamas, perros... Mis tíos eran domadores de leones. Les obligaron a dejarlos en zoos, a sacrificarlos... Los amamantaron en sus caravanas y después vieron cómo se morían. Hay parte del público que los echa en falta.
–¿Qué le hace reír a un payaso?
–Lo más simple, un tropiezo inesperado de tu compañero en la pista. Te ahogas la risa y el público se contagia.
–¿Ha visto 'It'?
–Sí, una película de terror sin más. Si lees la novela, no es un payaso, sino un demonio que toma la forma de lo que más miedo da a los niños. El problema son los padres que meten miedo a sus hijos. He oído a algunos soltarles: 'Como te portes mal, voy a decir al payaso que venga y te coma'.
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