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Elecciones generales

¿Influirán las redes sociales en las elecciones del 10-N?

Los partidos se sirven de Internet para hacerse con los votantes indecisos

sara borondo

Jueves, 7 de noviembre 2019, 01:12

Las campañas electorales ya no se disputan en gestos visuales como la pegada de carteles (ya prácticamente irrelevante), ni en los mítines diarios o debates electorales; ahora las redes sociales se han convertido en un terreno en el que los partidos políticos han aprendido a moverse para convencer a los votantes con estrategias que van desde la exposición de principios a la publicidad. Pero estos también recurren a tácticas oscuras como la compra de seguidores o las campañas de desinformación.

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Hace ya tiempo que los partidos políticos españoles -y sus líderes- tienen perfiles en todas las redes sociales y las usan para difundir sus ideas. En el macrobarómetro preelectoral hecho público la semana pasada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) se evidenció que las redes sociales ocupan ya el segundo puesto como fuente principal de información política: un 61,3% de los españoles recurre a la televisión en primer lugar, pero un nada despreciable 12,87% lo hace a las redes sociales, por encima de la prensa (7,7%) y la radio (7%). Teniendo en cuenta los datos totales de las fuentes en las que se informan los españoles, un 77% recurre a la televisión y un 33,2% lo hace a las redes sociales, seguidas de la prensa escrita (30%) y la radio (27%).

Una alta influencia en el voto de los más jóvenes

Cuando las redes sociales se popularizaron, hace algo más de 10 años, los partidos supieron ver la necesidad de entrar en ellas para llegar al electorado más joven. Según la agencia de marketing digital Elogia, las redes sociales tienen una penetración del 85% en el total de la población española y la mayoría de quienes se informan en ellas de la actualidad política tienen entre 18 y 29 años. El 80% de los encuestados cree que las redes sociales supusieron ya en la campaña electoral de abril un canal para captar votos , una percepción que es más fuerte en los encuestados de entre 20 y 49 años. La red social que está más politizada para el 60% de los encuestados es Twitter, y el 27% opta por Facebook. Un 25% de los encuestados por Elogia afirmó que las redes sociales habían tenido una alta influencia en su voto, un 41% reconoció que las RRSS habían afectado a su intención de voto y el 33% negó cualquier interferencia.

El pasado 30 de octubre el director ejecutivo de Twitter, Jack Dorsey, anunció en su cuenta personal que esta red social suspenderá a partir del 22 de noviembre los anuncios políticos en todo el mundo por considerar que «el mensaje político debe ganarse llegar a todo el mundo, no hacerlo de forma pagada». Según Dorsay, el mensaje político se extiende cuando las personas siguen a la cuenta de la que procede o lo retuitean, por lo que pagar porque ese mensaje llegue a los usuarios es forzar esa decisión, en la que no debe influir el dinero, pero hasta entonces, y eso incluye la presente campaña electoral, se mantienen los anuncios.

Las campañas publicitarias son la presencia más habitual de los partidos en campaña electoral. En Facebook es posible saber quién organiza qué campaña gracias a la herramienta 'Biblioteca de Anuncios', que muestra cuánto se ha gastado en Facebook cada político o partido para que sus ideas lleguen a los demás. Sin ir más lejos, en las pasadas elecciones la inversión de los partidos en la red dirigida por Mark Zuckerberg fue de casi 3,5 millones de euros, produciéndose la mayoría de la inversión en los tres últimos días de campaña, cuando los anuncios aparecieron 300 millones de veces en los muros de usuarios españoles.

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La mayoría de esos anuncios pagados fueron de Ciudadanos (4.077), seguido de Partido Popular (3.653), Unidas Podemos (432), PSOE (336), Compromís (78), ERC (65), Pacma (57), JxCat (36) y EAJ-PNV (36). Los gastos son aproximados e incluyen también la inversión publicitaria en Instagram. En proporción, el PSOE sería el partido que menos ha gastado (unos 90.000 euros de un presupuesto total de 14,5 millones de euros), mientras que Podemos fue el partido que más habría invertido en las elecciones de abril en publicidad en las redes sociales, ya que su presupuesto total fue de 4,5 millones de euros y su inversión en Facebook podría haber llegado a 1,5 millones de euros. El PP se volcó en Facebook los tres últimos días.

Los partidos aprovechan la capacidad de segmentación de las redes para llegar a los votantes más susceptibles de cambiar de opinión, y establecer campañas con diferente mensaje en cada provincia, para que quienes lo vean lo sientan más cercano. Es la adecuación de la propaganda que hemos visto siempre en las calles y medios de comunicación pero adaptada a las redes sociales.

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Además de la publicidad pagada, los integrantes de los partidos o simpatizantes retuitean tweets en favor de una u otra ideología, aunque esto no parece ser tan eficaz. Mari Luz Congosto, investigadora del Departamento de Telemática de la Universidad Carlos III, afirma: «Los partidos con una militancia más motivada hacen que haya una sobrerepresentación en redes como Twitter. No hay una relación proporcional entre la actividad en Twitter y los resultados. En otras elecciones, las campañas de IU eran las más exitosas y nunca obtuvieron votos proporcionales».

Campañas poco limpias

El divulgador tecnológico Nicholas Carr reniega de la idoneidad de este uso político de las redes sociales. En una entrevista concedida en marzo, Carr afirmaba que las redes sociales son inadecuadas para el discurso político. «Fomentan la superficialidad sobre la profundidad, la emoción sobre la razón y el pensamiento grupal por encima del crítico. Su diseño auspicia que se extienda rápidamente la propaganda y la desinformación. Los políticos han adoptado las redes sociales porque les brindan una forma fácil de llamar la atención y entusiasmar a sus bases».

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Razón tal vez no le falta a Carr, sobre todo si tenemos en cuenta que no todas las campañas políticas que se hacen en las redes sociales son limpias. En algunas ocasiones los partidos han recurrido a prácticas más reprobables o que, incluso, rozan la ilegalidad. Son ya conocidos los casos de la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016 o la campaña del Brexit, que llevaron al máximo responsable de Facebook, Mark Zuckerberg, a declarar ante el Congreso de los Estados Unidos y a las redes sociales a mejorar la transparencia en la publicidad. En el caso de las elecciones estadounidenses, la táctica fue promover la abstención en los posibles votantes de Hillary Clinton con publicidad (en nombre de supuestos ciudadanos decepcionados) que aparecía en los perfiles de afroamericanos, feministas y personas desencantadas con ideas de izquierdas.

Hace unos días se revelaba también que tres personas habían hecho publicidad política en Facebook (59 anuncios en total) para promover la abstención en los votantes del PSOE, Ciudadanos, Vox y Unidas Podemos. En total, la información tóxica procedía de nueve páginas que podrían haber costado hasta 40.000 euros, trama que siguió el esquema de la campaña rusa de apoyo a Trump.

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Con lo que no contaban los promotores de esta campaña sucia es con la Biblioteca de Anuncios, que permite saber quién es el administrador de cada página que ha pagado una campaña. Una de estas páginas está gestionada por Josep Lanuza, empleado de Sanmartin Politics fichado hace poco por el PP para su campaña electoral del 10N; autoproclamado experto en desmovilizar electorado de los rivales políticos. Previamente participó en la campaña nacional del PP y trabajó en la autonómica andaluza que ganó el popular Juanma Moreno.

Quién ha difundido qué y cómo en Twitter

Twitter es probablemente la red social que más vigilan los expertos para detectar prácticas poco éticas, como hacerse con cuentas inactivas, comprar seguidores o la creación de cuentas para guiar o desinformar a la opinión pública haciendo pasar una campaña orquestada por una movilización virtual espontánea. Congosto, experta en la propagación de mensajes por Internet, ha destapado ya unos cuantos perfiles falsos o gestionados por bots. «Existen los perfiles falsos en todos los partidos con la intención de hacer creer que tienen más apoyos de los que en realidad tienen. El uso de bulos o medias verdades es frecuente», explica la investigadora en una entrevista realizada por correo electrónico.

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Hay varias pistas que pueden despertar el interés de Congosto, como que la foto del perfil sea de un banco de imágenes, de un dibujo o no haya foto; que el perfil no exista en otras redes sociales; que sea un nombre con muchos números porque no se ha cambiado la nomenclatura que asigna Twitter por defecto; que la descripción no se corresponda con el contenido publicado («una chica con poca ropa que habla de política, por ejemplo.»); o que sea un perfil que ha cambiado varias veces de nombre y de contenido. Una cuenta de mucha antigüedad con pocos tweets y que tiene recientemente mucha actividad puede indicar también que se trate de una cuenta reutilizada.

Una vez que ha detectado una posible cuenta falsa o dirigida por un bot, Congosto se baja los tweets cuanto antes «para evitar borrados o suspensiones de cuentas» y realiza un análisis de propagación temporal y un Grafo de retweets para sabes de dónde procede un hashtag o un tweet y cómo se ha difundido por la red.

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Congosto analiza la red para detectar quién propaga qué mensajes. El año pasado detectó un caso de 'astroturfing' (camuflar la propaganda de apoyo a una idea política haciendo creer que proviene de otra fuente diferente al partido que la promueve o crear de forma programada un movimiento como si se tratase de una iniciativa espontánea e independiente) en la cuenta @anonymus_es, que lanzaba mensajes contra políticos de izquierdas. Congosto descubrió que era una cuenta mercenaria que cambiaba de identidad -y de mensaje- según quien pagase. Este fin de semana la investigadora expuso en su cuenta los resultados de analizar la campaña #TsunamiDemocratic que se difundió el 2 de septiembre, y que muestran que se trata «de una campaña programada en la que participaron perfiles muy destacados de los tres partidos independentistas». No obstante, la experta afirma que este tipo de campañas «ya no llaman tanto la atención como antes. No aparecen en los debates o en los TT se camuflan mejor».

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