'Sonic Racing CrossWorlds': Multiverso a la carrera

Lo último de SEGA ya está disponible para Xbox, PlayStation, sendas Nintendo Switch y PC

Viernes, 3 de octubre 2025, 13:59

En el subgénero de las carreras locas, cierto fontanero es el rey. Esto no quita para que otros iconos del videojuegos lleven décadas intentando arrebatarle la corona. Como el rayo azul de SEGA, que acumula entregas para consolas de sobremesa ('Sonic R'), portátiles ('Sonic Rivals') e incluso teléfonos móviles ('Sonic Racing Kart').

Tras conseguir el aplauso unánime con 'Sonic & Sega All-Stars Racing' y su secuela 'Transformed' (y convencer a medias con 'Team Sonic Racing'), el laureado Sonic Team nos trae una entrega tan confiada de sí misma que se ha atrevido a fanfarronear contra 'Mario Kart World' en su cacareada campaña de marketing. ¿Con razón? La respuesta no es tan sencilla como parece pues, si bien ambos títulos comparten aquello de llegar primero a la meta mientras importunamos a nuestros adversarios con ítems arrojadizos, albergan innovaciones diferenciadas que les permiten coexistir en el mercado.

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Como su propio nombre indica, 'Sonic Racing CrossWorlds' apuesta por un multiverso de circuitos interconectados a través de portales: en plena carrera por cualquiera de los 24 trazados disponibles (inspirados en las aventuras del personaje) puede sobrevenirnos una de las 15 rutas alternativos de ambientación diametralmente opuesta. Esto insufla una variedad sin parangón a cada uno de los grandes premios (culminados por un remix de los tres escenarios que los conforman); máxime considerando la existencia de reglas especiales y aleatorias que entran en vigor sin previo aviso al cruzar el umbral de turno.

Frente a los juegos de conducción basados en dar tres o cuatro vueltas a un mismo circuito, CrossWorlds echa el resto a la variedad (y se agradece). Las sensaciones terminan siendo similares a las de los circuitos de travesía en World o 'Forza Horizon', solo que con un interesante giro.

Con todo, el título es algo más que una premisa atrayente: los sistemas de artilugios y personalización van más allá de lo que cualquier otro representante del género haya llegado jamás. El primero permite equipar y combinar más de 70 habilidades capaces de marcar un antes y un después en las carreras: potenciadores de turbos, capacidad para portar más objetos, arranques con cierto número de anillos... Los bólidos, por su parte, no están asignados a personajes concretos: cada uno de los 23 corredores base (se añadirán cameos durante los próximos meses) puede optar por cualquier tipo de utilitario y, de hecho, pueden combinarse las piezas de las cinco tipologías disponibles (velocidad, aceleración, manejo, potencia y propulsión, aerotablas mediante) para confeccionar nuestro buga soñado.

La adquisición de pinturas, pegatinas y texturas para los vehículos (nuevamente convertibles en barcos y aviones durante ciertos segmentos de las carreras) constituye así uno de los principales factores de rejugabilidad: cada partida se recompensa con boletos canjeables y paneles de artilugios cada vez más amplios, lo que permite combinarlos en mayor número para sembrar el caos como nunca. Pero también se incorpora la figura del adversario en carrera: un personaje al que superar en la tabla de puntos al final de cada 'Gran Premio'. Cada uno posee un nivel de destreza superior, lo que acrecienta las recompensas y nos pica a derrotarlos a todos.

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Porque otra cosa no, pero la IA de este juego no se anda con chiquitas incluso en los modos de dificultad más endebles. Acabar primeros contra los pilotos más aguerridos resulta tremendamente satisfactorio, como comprobaréis, dada su capacidad para predecir nuestros movimientos y envites. Todos los corredores en pista han venido a competir. Y lo demuestran.

Por suerte, CrossWorlds atesora novedades mecánicas que reman a nuestro favor y que, seguramente, terminaremos viendo en los juegos de la competencia: un minijuego para acertar de pleno con el 'boost' de salida; indicadores sobre el momento más conveniente para usar un arma arrojadiza (se acabó el disparar sin certeza, desaprovechando momentos irrepetibles); y cinco estrellas coleccionables diseminadas por los niveles de forma que descubramos todos sus atajos (algunos accesibles usando ítems de aceleración en tramos de la pista de otra forma intransitables).

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Las sensaciones al volante, a fin de cuentas, resultan de lo más arcade pero sin descuidar cierta profundidad en el manejo. Como la que otorgan los derrapes cargados: podemos rellenar por tres veces el indicador al uso para conseguir un acelerón contundente, sin perder la racha siempre que soltemos lo justo el gatillo al derrapar en distintas direcciones consecutivas.

Quizás el aspecto más flojo del paquete sean, por contra, sus modalidades adicionales. El multijugador resulta demasiado frenético y descompensado (lo que ha obligado al veto de ciertos ítems); y el llamado 'Parque de Competición' alberga carreras por equipos que, aunque llaman la atención de primeras gracias a las reglas cambiantes y los bonus de puntuación, agotan su novedad demasiado pronto. Esperemos que los mentados personajes invitados, circuitos adicionales y eventos especiales den algo más de recorrido a una propuesta que convence del todo con su opción de juego principal.

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También a nivel técnico, quitando algunas texturas demasiado pulidas o rudimentarias (como la del público): los modelados, reflejos y efectos de iluminación brillan especialmente en las partidas a un corredor, al compás de una banda sonora que invita a ser escuchada incluso después de apagar la consola (no por nada se incluye un reproductor en la sección de extras) y del simpático doblaje al castellano de Tails y compañía.

Nuestra valoración

CrossWorlds es un racing game tremendamente divertido y cargado de buenas ideas (adversarios en carrera, paneles de artilugios, trazados cambiantes cada vez sin tiempos de carga ni ralentizaciones...). No hubiera estado de más cierta enjundia en sus modos adicionales, pero no es nada que sus visos de largo recorrido no puedan reparar. Podemos decir que, esta vez sí, las carreras del erizo rivalizan dignamente con las del Reino Champiñón.

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