Nintendo Switch 2 y la piedra en el camino

Cada generación de consolas, algún fabricante mete la pata y echa por tierra su posición dominante del lustro anterior. La tónica es tan evidente que sorprende que nadie aparte la piedra del camino.

Remontémonos a los tiempos de PlayStation 3: Sony venía de tocar el cielo con PS2, tras noquear a SEGA y arrinconar a Nintendo como la 'alternativa familiar'. No en vano, la segunda PlayStation sigue liderando el listado con las plataformas más vendidas de todos los tiempos. Así las cosas, uno podía pensar que los japoneses tenían todas las papeletas para consagrarse durante la siguiente generación.

Dicho exceso de confianza llevó a una toma de decisiones garrafales: el lanzamiento de un hardware prohibitivo, bajo una arquitectura harto compleja. Lo primero motivó un rebaje impepinable de los costes de producción (lo que se llevó por delante la retrocompatibilidad con PS2) y lo segundo terminó decantando la balanza hacia Xbox 360 en cuanto a lanzamientos de terceros.

La guerra con Microsoft acabó en un empate técnico sin necesidad: si Sony hubiese optado por un sistema continuista y compatible con los juegos de PS2, otro gallo habría cantado. El éxito de Xbox 360 se antoja mayor si recordamos el 'anillo rojo de la muerte'. Los usuarios aceptaron pasar por alto una de las mayores debacles técnicas del sector a cambio de un servicio en línea puntero y un catálogo envidiable.

Años después, la propia Microsoft ocupó el papel de Sony. La expectación con la sucesora de Xbox 360 era máxima: muchos analistas confiaban en que a la tercera iría la vencida y que los de Redmond conseguirían derrocar a los nipones en cuota de mercado. Una vez más, los responsables de Xbox One echaron todo al traste con una aproximación diametralmente opuesta a la de su último hardware: más que una consola, presentaron un centro multimedia cien euros más caro que la propuesta de su competidor (a razón de incluir, sí o sí, la evolución del sensor Kinect). Se trataba además de una máquina lastrada en potencia, que iba a estrenarse bajo una férrea política de conexión permanente y poniendo coto al mercado de la segunda mano.

Aunque estos últimos puntos se omitieron por la crítica generalizada, Xbox One no consiguió repetir las cifras de su predecesora y sumió a la marca en una crisis de la que todavía sigue sin recuperarse. PS4 vendió el doble que One como PS5 sigue haciéndolo respecto a Xbox Series.

Por supuesto, Nintendo tampoco es ajena a las generaciones frustradas desde los despachos: Nintendo 64 selló su destino al descartar el uso de discos compactos, aunque aquello puede excusarse por el momento convulso que atravesaba el sector, cuando no se sabía a ciencia cierta qué formatos se impondrían. Menos justificación tuvo Wii U, con apenas 13 millones de unidades vendidas justo tras el fenómeno global que supuso Wii (instalada en 102 millones de hogares).

Los de Kioto no supieron comunicar el nuevo hardware y éste pasó desapercibido en las tiendas. Quienes topaban con él llegaban a pensar en un accesorio para la consola que ya tenían en casa, sin reparar en el interesante concepto del juego asimétrico. ¿Por qué no optó Nintendo por una 'Wii 2' al uso? Tal vez temieron que el éxito de sus giroscopios hubiese obedecido a una moda pasajera, pero lo cierto es que los consumidores aprecian la familiaridad más que cualquier otra cosa.

Así llegamos a la sucesora de Nintendo Switch, que con 127 millones de unidades vendidas hasta la fecha se convierte en una de las consolas más laureadas de la historia. Miyamoto y compañía lo tienen hecho a poco que respeten las bases vigentes: un sistema híbrido con una buena relación calidad precio, retrocompatible y que suponga un salto técnico adecuado; sin más vueltas de tuerca.

Las últimas declaraciones de insiders y directivos apuntan en la buena dirección: Switch 2 aprovechará el sistema de cuentas Nintendo vigente; contaría con una potencia similar a la de Xbox One y llegaría durante el primer trimestre fiscal de 2024, justo cuando la Switch original vive el más dulce canto de cisne. Por tener, los desarrolladores de Nintendo tienen hasta las pautas para seguir creando juegos multimillonarios: series como Mario y Zelda han encontrado las fórmulas para acrecentar sus bases de usuarios como nunca antes se ha visto (lo que ya es decir).

La pregunta en el aire, por consiguiente, es si Nintendo acertará al producir una mera secuela de su plataforma híbrida o si arriesgará innecesariamente.