'Final Fantasy Tactics: The Ivalice Chronicles': ¿Por qué sigue siendo necesario en 2025?
Un clásico antibelicista que recupera su vigencia
Marc Fernández
Jueves, 16 de octubre 2025, 09:39
Yasumi Matsuno entiende la historicidad del videojuego. El escritor de Final Fantasy Tactics anunciaba su remasterización con un mensaje que clarifica la intencionalidad de su obra completa. Tactics surgió tras la recesión japonesa de finales de los noventa, cuando la burbuja económica había estallado, el país se hundía en la deuda y las desigualdades sociales se agravaban día a día. Ivalice era el territorio perfecto para hablar sobre el terror político y la estratificación de clases.
La guerra de los Leones sigue vigente a día de hoy, o así lo señala su creador, señalando implícitamente la necesidad de esta remasterización. Los conflictos del pasado mantienen los mismos mecanismos que operan en el presente. Matsuno explica: «y ahora, en 2025, una época en la que la desigualdad y la división siguen profundamente arraigadas en nuestra sociedad, vuelvo a ofrecer esta historia.» El contexto actual de crisis económica global y conflictos internacionales añade una capa de relevancia al retrato que construye el juego sobre la opresión.
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Ivalice: El tablero de batalla perfecto
Ivalice funciona como el escenario ideal: un tablero isométrico donde dirigimos guerreros de fábula, y donde todos los elementos estéticos se combinan para orquestar una historia con un claro mensaje antibelicista. El territorio se inspira en la Europa medieval, trasladando las dinámicas de conflictos históricos como la Guerra de las Rosas inglesas y la guerra de los Cien Años a un contexto de fantasía.
Esta elección no es casual. Al situar su narrativa en un contexto medieval europeo, Matsuno consigue la distancia suficiente para examinar las estructuras de poder, la corrupción institucional y la manipulación histórica sin señalar directamente a actores contemporáneos, permitiendo que la fantasía medieval funcione como velo a través del cual reconocemos patrones universales de opresión.
El diseño del mundo merece atención especial. La colorida paleta y los modelados caricaturizados se alejan deliberadamente del realismo sangriento de la alta definición, optando por diseños que parecen salidos de una fábula. Matsuno lo concibe así por dos motivos: primero, para destacar la importancia de la historia como herramienta política; segundo, porque su forma trasciende cualquier limitación gráfica que el hardware pueda imponer. La fantasía aquí vehicula el mensaje que el videojuego quiere transmitir. Este diseño estilizado permite que el juego envejezca con dignidad, algo que la remasterización confirma al respetar el estilo original sin intentar convertirlo en algo que nunca fue.
Al evitar el realismo gráfico, Tactics también evita trivializar la violencia, convirtiéndola en espectáculo. Las batallas mantienen peso narrativo precisamente porque no se recrean en la sangre, haciendo que la muerte de un personaje duela por su significado en la historia, no por su representación gráfica.
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Ramza y Delita: Dos caras de la resistencia
Lo más potente es la dualidad entre Ramza y Delita. Matsuno le da la vuelta a la épica del género, abandonando las historias de desarrollo personal y romances que popularizaron la saga para construir un relato crítico-político sobre la guerra. Ramza no es el típico protagonista, sino un privilegiado de cuna noble que renuncia a su sangre por principios y, en consecuencia, queda borrado del relato oficial que escriben los vencedores. Su arco narrativo cuestiona la idea misma del héroe: ¿qué significa hacer lo correcto cuando la historia no te recordará? ¿Vale la pena la justicia si nadie la reconocerá?
Delita, por su parte, no funciona como villano clásico, sino que sus orígenes humildes lo hacen enfrentar el conflicto de forma radicalmente distinta. Mientras Ramza renuncia al poder, Delita lo persigue desesperadamente, dispuesto a convertirse en aquello que odia si eso significa cambiar el sistema desde dentro, desarrollando una relación que evoluciona desde la amistad hasta la tragedia sin que el juego te permita odiar completamente a ninguno de los dos.
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Esta dualidad representa dos respuestas ante la injusticia estructural: la pureza moral de Ramza que rechaza el sistema corrupto, y el pragmatismo brutal de Delita que decide manipularlo desde dentro. Ninguna opción triunfa plenamente; ambas conllevan sacrificios devastadores.
Nuestras unidades no solo incluyen figuras con personalidad marcada, sino guerreros sin apellido que caerán en el olvido en las batallas más costosas y serán fácilmente sustituidos, una decisión de diseño deliberada que refleja cómo las guerras reales consumen personas anónimas mientras la historia solo recuerda a generales y reyes. Cada vez que un guerrero genérico muere permanentemente en combate, el juego te recuerda la brutalidad de la guerra. No son solo estadísticas; son personas que desaparecen sin dejar rastro, y esta mecánica hace más visceral el mensaje antibelicista que cualquier cinemática sangrienta podría lograr.
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Construcción de mundo y narrativa política
La construcción del mundo es fundamental aquí. Tactics se esfuerza por mostrar lo que ocurre en Ivalice: los intereses de los grandes señores, las maquinaciones de la iglesia, el poderío político que opera fuera del control de los protagonistas, colocando cada situación y cada línea de diálogo al servicio de la historia. Por eso es tremendamente satisfactorio seguirla sin interrupciones. El juego dedica tiempo a mostrar cómo las instituciones manipulan la información, cómo la Iglesia de Glabados reescribe la historia para legitimar el poder, cómo la nobleza sacrifica vidas para mantener sus privilegios, una densidad narrativa que convierte a Tactics en algo más cercano a una novela histórica que a un JRPG convencional.
La remasterización introduce mejoras de calidad de vida que benefician el desarrollo orgánico de la partida: la interfaz se ha modernizado, los menús son más accesibles, y ciertos aspectos técnicos mejoran la experiencia sin alterar la esencia del juego.
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Sin embargo, el tiempo hace siempre mella. Son las contiendas opcionales, que suceden al viajar de un punto a otro del mapa, las que rompen el desarrollo orgánico de la aventura. El juego exige hacerlas ocasionalmente para mantener a las tropas en un nivel apropiado, y ahí la narrativa se escinde, reduciendo el juego a un (muy entretenido) tablero de ajedrez donde su antibelicismo se disuelve en pos de la diversión.
Esta tensión entre la narrativa antibelicista y la necesidad de «grindear» experiencia revela una contradicción inherente al medio: ¿cómo crear un juego sobre los horrores de la guerra que también sea divertido de jugar? Tactics nunca resuelve completamente este conflicto, y quizás no debería, porque esa incomodidad es parte del mensaje.
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Lamentablemente, la remasterización no incluye traducción al español, una decisión desconcertante considerando el alcance global del título y la importancia de hacer accesibles estas obras a nuevas audiencias.
¿Por qué sigue siendo necesario?
La concepción de este remaster trasciende la simple conservación del videojuego para abrazar una necesidad basada en la realidad histórica del medio. Las palabras de Matsuno sobre la vigencia de su obra en 2025 no son marketing nostálgico, sino un recordatorio de que los mecanismos de poder, corrupción y guerra que el juego examina siguen operando en nuestro presente. En un contexto donde la desigualdad económica alcanza niveles históricos, donde conflictos armados devastan regiones enteras mientras las potencias juegan al ajedrez geopolítico, y donde la manipulación de la información histórica se ha convertido en arma política cotidiana, Final Fantasy Tactics resulta más pertinente que nunca.
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Somos afortunados porque una compañía dedique recursos a recuperar su legado, no solo por su potencial de ventas, sino también por su valor como obra artística, convirtiendo esta remasterización en una oportunidad para que nuevas generaciones accedan a una de las narrativas políticamente más sofisticadas en la historia del videojuego. Final Fantasy Tactics nos recuerda que el videojuego, cuando se toma en serio a sí mismo, puede funcionar como espejo de nuestra realidad. Y en 2025, ese espejo sigue reflejando verdades incómodas que necesitamos confrontar.
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