PS5 Pro: Potencia sin propósito en una generación que no avanza
La nueva consola de Sony se pondrá a la venta el 7 de noviembre
En cada generación de consolas, el salto tecnológico solía ser un espectáculo, una transformación que convertía en una antigualla, en una reliquia, la frontera de lo que creíamos posible. De la primera PlayStation a la 2, el cambio fue radical: polígonos que cobraban vida, mundos que se expandían ante nuestros ojos. Sin embargo, con PS5 Pro, no hay asombro, ni siquiera emoción. Lo que encontramos es una máquina que apela a la potencia técnica como excusa, como si el hecho de ver un juego a 4K a 60fps fuese la respuesta a una pregunta que ya nadie se está haciendo.
El anuncio de esta consola, con Mark Cerny desgranando especificaciones que podrían haber emocionado a los más técnicos hace unos años, muestra algo preocupante: la ... narrativa de las consolas ha dejado de centrarse en la experiencia y se ha reducido a la cuestión de cuánto músculo hay detrás. Y ahí radica el problema. Nos enseñaron títulos como 'The Last of Us Part II', 'God of War Ragnarok' y 'Horizon Forbidden West'; juegos impresionantes, pero que ya conocemos, y que lucen perfectamente bien en una PS4.
¿Qué nos queda entonces? ¿Un capricho para los más exigentes tecnológicamente? Quizá. PS5 Pro parece una respuesta innecesaria a una pregunta que nunca se formuló: ¿necesitamos más potencia en una generación que aún no ha mostrado su verdadero techo? Cuatro años después del lanzamiento de PS5, seguimos sin un juego que nos haga decir «esto es lo que esta consola puede hacer, este es su techo». No tenemos ese equivalente a 'Uncharted 4' en PS4, que exprimió la máquina hasta su límite. Lo que tenemos, en cambio, es una generación fantasma, plagada de títulos intergeneracionales que no aprovechan el verdadero potencial de PlayStation 5, y mucho menos justifican el salto a una versión Pro.
La carrera por los gráficos siempre ha sido parte del ADN de la industria, pero hoy parece más vacía que nunca. Pasamos de polígonos simples al fotorrealismo a una velocidad que solía asombrar. Sin embargo, en este punto de la carrera tecnológica, los márgenes de mejora gráfica se han reducido hasta casi desaparecer. Juegos como 'Red Dead Redemption II', lanzado en 2018 para PS4, siguen siendo impresionantes y nos recuerdan que la calidad gráfica ha alcanzado un techo donde la diferencia ya no es tan evidente.
Nintendo lo vio venir hace años con su exitosa Nintendo Switch. No necesitaron competir en potencia bruta, apostaron por lo único: ofrecer una experiencia. Y funcionó. Hoy, con más de 140 millones de unidades vendidas, Switch sigue mostrando que los jugadores valoran más la creatividad que el poderío técnico. Sony, en cambio, parece atrapada en una visión anticuada, como si más teraflops y mejor ray-tracing fuesen el futuro. Pero en ese futuro, ¿cuántos jugadores están dispuestos a desembolsar 800 euros para notar pequeñas diferencias en juegos que, hoy por hoy, ya lucen espectaculares?
La PS5 Pro, al final, no nos lleva hacia adelante. Nos mantiene en el mismo punto, repitiendo una narrativa de poder y perfección técnica que, personalmente, ya no me emociona. La innovación en los videojuegos no puede limitarse a cuántos píxeles somos capaces de ver, sino en cómo nos hacen sentir esos mismos píxeles. Y ahí, es donde PS5 Pro se queda corta.
Nos han enseñado una consola que, más allá de sus especificaciones, no aporta nada nuevo. No hay una experiencia que pida a gritos ese salto de hardware, no hay un título que nos haga necesitar más potencia. Es, simplemente, una máquina para quienes buscan lo mejor, pero sin el contenido que lo justifique. Parece que nos hubieran prometido una revolución que nunca llegó, y en su lugar, solo nos ofrecieran más de lo mismo, con más brillo.
Sony parece estar navegando en aguas donde la potencia es la única brújula. Pero esa brújula ya no apunta hacia el norte. La industria ha cambiado, y lo que los jugadores buscan ha evolucionado. No quieren más gráficos, quieren experiencias. Quieren juegos que les ofrezcan algo nuevo, algo que no se pueda medir en teraflops o en frames por segundo. Y eso, lamentablemente, es lo que PS5 Pro no puede ofrecer en estos momentos.
En este punto, lo que los jugadores están pidiendo es más creatividad, más innovación, más libertad para explorar nuevos horizontes. La PS5 Pro, con todo su poder, parece un anacronismo, un producto de una era que ya ha pasado, donde la tecnología lo era todo. Hoy, los videojuegos tienen el potencial de ser algo más, y es una pena que Sony, con esta consola, haya decidido no explorar ese camino.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión