Laura Rodríguez y Moussa Dambele, dos de los fallecidos en el derrumbe.

La jefa de producción de obra, un padre de cinco hijos, un trabajador ecuatoriano y otro guineano: las vidas sepultadas por un futuro hotel de lujo

La reforma del edificio que se vino abajo este martes en el centro de Madrid estaba impulsada por un fondo saudí

Helena Rodríguez

Miércoles, 8 de octubre 2025

Muchos de los vecinos de los bloques cercanos al edificio que este martes colapsó en Madrid, dejando bajo los escombros a cuatro personas fallecidas, coinciden ... en señalar que lo ocurrido se veía venir. Hablan de problemas estructurales previos a la rehabilitación, de abandono y de unas condiciones laborales «sospechosas» entre las que les llamaban la atención los interminables turnos y el «enorme» número de trabajadores que participaban en la reforma. «Con la cantidad de gente que se ve ahí, todavía hay que dar gracias que no haya más víctimas», reconocía una de las residentes cuando solo se habían confirmado dos muertos. De madrugada se localizaron los otros dos cuerpos sin vida. Laura, Moussa, Diallo y Jorge ponen nombre a la desgracia.

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Laura Rodríguez Sabín era la jefa de producción de la obra. Tenía 30 años y en el momento en el que el forjado se vino abajo, se encontraba en la zona de los aseos de la primera planta, donde estaban las oficinas de la empresa Rehbilita, que acometía la rehabilitación. Llevaba más de cuatro años en la firma. Estudió Arquitectura en la Complutense y jugó a rugby.

Según las primeras investigaciones y la declaración del capataz, en el momento del siniestro habría entre 30 y 40 personas en el bloque. Entre ellos, Moussa Dambele, Diallo Mamadún y Jorge, trabajadores de ANKA, la firma que llevaba a cabo la demolición. El primero tenía 40 años, era originario de Mali y era padre de cinco hijos. Su esposa reside en su país de origen, por lo que en las primeras horas de incertidumbre junto a un hermano, un tío y un sobrino del fallecido se concentraron un grupo de una treintena de personas procedentes de este lugar.

Los otros dos fallecidos son el ecuatoriano Jorge G.V.P y el guineano Diallo Mamadún, ambos albañiles. Ellos fueron los últimos cuerpos en ser rescatados de entre la montaña de escombros. Los testimonios de sus compañeros aseguran que dos de ellos estaban en el baño del sótano, y el tercero en la última planta del edificio. Al parecer, tenían contrato y cobrarían el salario mínimo, que asciende a 1.184 euros.

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Todos ellos dejaron sus vidas bajo los escombros de una construcción de seis plantas cuyos forjados se vinieron abajo uno tras otro. Las obras habían comenzado el pasado mes de febrero impulsadas por el fondo saudí RSR Singular Assets Europe Socimi. El objetivo era transformarlo en un hotel de lujo, con 122 habitaciones y un restaurante en la planta baja. El plan de actuación corría a cargo de la firma Rehbilita y, según consta el su web, los trabajos que se estaban acometiendo incluían entre otras la rehabilitación integral y consolidación estructural del bloque, así como la reestructuración y reforma de los garajes. Todo ello con acabados acordes con un hospedaje de su categoría. En la misma web consta que el proyecto está firmado por Ángel Hernández Espada, del estudio Share Arquitectura.

Imágenes del proyecto de reforma del edificio sinientrado. Web Rehbilita

Ubicado en el número 4 de la calle Hileras, cerca del Teatro Real y de la Puerta del Sol, el edificio actual data de 1965. Antes, a principios del siglo XIX, el solar estuvo ocupado por el Balneario de San Felipe Neri, que desapareció en la década de 1930. Durante dos décadas sus muros albergaron oficinas hasta que, a mitad del siglo pasado, fue demolido y luego sustituido por el actual que se cerró en 2014.

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Entonces era una pieza muy jugosa para los inversores. Con garaje subterráneo y ubicado en el distrito Centro de Madrid, en un primer momento parecía el lugar ideal para rellenarlo de apartamentos. Sin embargo, problemas urbanísticos frustraron aquel plan, dejándolo abandonado hasta 2022. Ese año fue adquirido por RSR, iniciales de su adinerado dueño, Rashid Saad Al Rashid, presidente del conglomerado Al-Rashid Trading & Contracting Company y unos de los empresarios más poderosos de la zona. El fondo saudí pagó 24,5 millones de euros. Tras el siniestro, ya solo queda en pie la fachada.

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