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La situación en Reinosa anoche era de extrema gravedad. E. C.

La «peor riada en la historia» de Reinosa

El desnieve por el viento sur y la constante lluvia desbordan el Híjar e inundan la localidad cántabra, donde la fuerza del agua ha arrastrado coches y ha anegado los bajos de los edificios

álvaro machín y mariña álvarez

Viernes, 20 de diciembre 2019, 07:19

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Reinosa intenta recuperarse a estas horas de la noche de angustia que ha vivido. El agua estancada cubre las avenidas principales, la misma que anoche llegó como un torrente feroz, llevándose todo por delante. A primera hora, había unas 21 personas atrapadas en las plantas superiores de sus viviendas. Ni las embarcaciones de Protección Civil pudieron llegar a ellas para sacarlas dada la fuerza destructora del Híjar, ese río que pasa por el centro de la ciudad que normalmente discurre casi sin agua. Y a pesar de todo, solo cuatro vecinos han sido evacuados esta madrugada. Están en el Hotel Vejo, ofrecido como albergue para los afectados. Se cree que no hay víctimas. La luz del día dejará corroborar esta buena noticia dentro del desastre.

Dicen que esto solo ocurre cada 300 años. Y pasó ayer. Desde las diez de la noche hasta las dos de la madrugada la capital campurriana ha sufrido las peores inundaciones de su historia. De hecho, las autoridades ya plantean pedir que se reconozca el área como zona catastrófica.

El Gobierno de Cantabria mantiene activo desde anoche el nivel 1 del plan especial por inundaciones y ha instalado el Puesto de Mando Avanzado en el Ayuntamiento de Reinosa, con ochenta personas integrando este operativo de emergencia y una decena de zodiacs para ayudar a las personas que lo necesitan a ser evacuadas de sus casas. El río Híjar ha aumentado su caudal hasta un nivel histórico, en concreto 3,59 metros, lo que se ha sumado a la crecida del agua en uno de sus afluentes, el río Izarilla, y del Ebro, que también atraviesa Reinosa.

Lo peor se lo llevaron los residentes en la avenida de la Naval y zonas aledañas, que se sitúan al lado del cauce del río Híjar. Es en esta avenida donde el servicio de emergencias 112 tiene constancia de que hay 21 personas confinadas en las plantas superiores, ante la posibilidad de que al agua llegue a la altura de sus pisos.

El agua ha dejado también cortadas tres carreteras de la zona (CA-731, CA-894, CA-284) y la línea de ferrocarril, que opera Renfe, y que atraviesa justo la zona por la que se han producido las mayores inundaciones. Esa línea, que une Santander con Madrid, sigue cerrada desde anoche entre Reinosa y la localidad de Lantueno.

Durante toda la noche se han recibido más de 300 llamadas, que han provocado la gestión de 102 incidencias, mientras desde Santander se sigue el desarrollo de cada una de las labores desde el centro de control, en el que han estado trabajando de manera continua responsables del Gobierno regional.

Los reinosanos no han podido pegar ojo. Han vivido tres horas infernales en las que se dio una perfecta conjura de los elementos para que justo en ese momento ocurriera lo que solo pasa cada tres siglos. Y fue esto: surada extraordinaria, con rachas de hasta 136 km/h, lluvias persistentes, nevada en Alto Campoo, y un repentino desnieve por el viento y la subida de las temperaturas. Todo junto ha desatado la locura. Y podría haber sido incluso peor. De haber más nieve en las cumbres hubiera sido catastrófico.

La luz del día va abriéndose paso, descubriendo los coches arrastrados por la corriente, los daños en los escaparates, los bajos y soportales anegados. A las tres de la madrugada ha dejado de llover. Hoy no lloverá y la situación de alerta se ha rebajado. El 112 ha dejado de recibir llamadas de emergencia y ahora se está a la espera de comprobar si alguna persona ha quedado atrapada en algún vehículo. Llega el momento de comprobar los daños.

Comienzo por la tarde

Llegar hasta Reinosa ya era complicado a última hora de la tarde. «Por la autovía, los camiones van a cuarenta. El viento es fortísimo y no para de jarrear», contaba un conductor a este periódico. Y ya en la ciudad, el aspecto era «peor que nunca, todo desbordado». Las calles Sorribeo, las Vidrieras o la avenida La Naval. También la calle Ebro, Deltebre o la avenida Duque y Merino. Inundadas. Bloques de pisos con la electricidad cortada (lo que complicó el uso de las bombas), pasos cortados... Fue un suma y sigue durante todo el día. Entre las cuatro y las once de la mañana, por ejemplo, el caudal del embalse del Ebro pasó de 343 hectómetros cúbicos a algo más de 349. Dicho así, sólo con números, cuesta hacerse a la idea, pero en 2017 se pidieron desde Santander siete hectómetros cúbicos del pantano para completar el abastecimiento de la capital durante todo el verano.

Y por la tarde fue a peor. Mucho peor. «Estamos fatal. Todos los ascensores parados. Anoche fue terrible y el día está siendo catastrófico. Está cortado donde Los Puentucos, también Duque y Merino... Todo lo que es valle es un colapso total», explicaba Ana José López, del Salo (bar y administración de Lotería). Ella es la que comentaba lo peligroso que hubiera sido con más nieve en las cumbres. «Toda la carretera está llena de agua. Está por todos lados. La gente está preocupada». Eso lo decía Javier Pérez, vecino de Sorribero, poco antes de acercarse para abrir su local, 'La pirámide' (también en otra zona de las afectadas).

Los datos fueron llamativos. El Híjar pasó de 0,59 metros a medianoche a 1,94 a las diez de la mañana. La cosa se calmó un rato hasta la una, pero a las ocho de la tarde ya andaba por los 2,45 metros y subiendo. Sin dejar de llover y con un viento de mil demonios. Y ese mismo dibujo en la gráfica de la Confederación Hidrográfica se repetía para el Ebro o para el Izarilla (en Matamorosa). El «y subiendo» es lo que atormentaba a los vecinos, que no dejaban de achicar y de sacar fotos. «Es que como esto no lo hemos visto antes, es alucinante. Primero ha sido en los bajos, pero ya está entrando en las viviendas. Hasta en Matamorosa está llegando. Es la riada más grande», narraban a última hora. Con los bomberos trabajando junto a los voluntarios de Protección Civil y con efectivos de otros cuerpos incorporándose a la carrera tras la activación del nivel uno del Inuncant.

También en Potes

Con todo, no fue el único punto del mapa en el que los vecinos tardaron en dormise. El Bullón, en Ojedo, estaba anoche en situación de alerta y el Deva, allí mismo, en prealerta. «Y el Quiviesa está desbordado por Potes», avisaban desde la villa. Según informa Pedro Álvarez, buena parte del paseo fluvial desde el puente de San Cayetano, en el casco antiguo, hasta después de la unión de los dos cauces, debajo de la Torre del Infantado, permaneció inundado durante toda la jornada.

Y fue a más por la noche. Además, la N-621, a su paso por el Desfiladero de la Hermida, se vio afectada por las caídas de los árboles debido a las fuertes rachas, lo que obligó a circular con cuidado. «Anoche fue terrible el viento y no paró de llover», comentaba Manuel García, vecino de Caloca, en Pesaguero. Hablaba de pequeños argayos en paredes de fincas o en la general que conduce a Ojedo. «Tiró algunos tiestos, pero por la mañana se fue calmando», remató Manuel Álvarez, de Bejes, en Cillorigo de Liébana.

El Quiviesa a su paso por Potes. E. C.

Fue deshielo, agua y, sobre todo, viento. La racha más fuerte de España se registró en el Alto Miera, en Soba. 138 kilómetros por hora (en la estación de Alto Campoo llegaron a 136). Y eso dejó un reguero de consecuencias por toda la comunidad autónoma. Por ejemplo, un vuelo de Iberia procedente de Madrid fue desviado por la tarde al aeropuerto de Asturias y los pasajeros tuvieron que completar el trayecto en autobús. «Sí que se movía, sí. Lo notamos bastante». Y sustos. El tejado levantado en los puestos del mercado de Navidad en la plaza de Las Farolas, en Santander, o un cristal de seiscientos kilos roto con riesgo de desprenderse en la cubierta de un establecimiento hotelero en Isla (Arnuero), según informó el 112.

El Centro de Atención de Emergencias 112 del Gobierno de Cantabria ha recibido este jueves, entre las seis de la mañana y las seis de la tarde, 85 llamadas por los efectos colaterales de los vientos producidos, que han derivado en la coordinación de 50 incidencias, ninguna de las cuales ha provocado daños personales. En su mayoría han sido por árboles caídos que cortaban carreteras autonómicas y señales desprendidas. En la capital cántabra ha habido 15 incidencias abiertas.

Un muerto en Asturias

A. L., de 77 años y vecino de Boo, en el concejo de Aller, falleció ayer por la tarde tras quedar sepultado por un enorme argayo. Según las primeras informaciones, el hombre no pudo evitar la gran cantidad de tierra y rocas que se desprendieron de la ladera en el momento que caminaba por la zona. El desprendimiento se produjo en un camino vecinal, de una calzada de unos tres metros y hormigonado, que da acceso a la zona alta de Boo, concretamente a El Picu, donde hay varias viviendas.

Tras recibir el aviso de gente de la zona, se movilizó de inmediato a la Guardia Civil y Bomberos que trabajaron durante más de una hora en el lugar para recuperar el cuerpo de la víctima. A. L. era jubilado de la mina y había trabajado en el pozo Santiago. Se trataba de una persona muy querida en el pueblo.

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