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Laura Amo y Asier Erramuzpe posan en la sede de Biobizkaia. Juan Lazkano
Retos de la salud

La investigación en el extranjero que vuelve a casa

Biobizkaia busca potenciar la investigación y la innovación sanitaria para crear valor y generar un impacto positivo en salud para la sociedad

Domingo, 4 de febrero 2024, 01:12

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Testimonios sobre el abordaje a las principales patologías que afectan a la población vasca

Volver a casa siempre es especial. La sensación de regresar al lugar que nos ha visto crecer es única. Sobre todo si uno viene de lejos y lo hace después de mucho tiempo. Y, si además, el retorno va de la mano de capacidades e intenciones de hacer grande aquel sitio en el que comenzamos a andar, ya sea en el plano vital o el profesional, pues la premonición es todavía es mejor.

Algo así es lo que les ha ocurrido a Laura Amo y Asier Erramuzpe, dos investigadores en Biobizkaia, el Instituto de Investigación Sanitaria de Osakidetza, cuya sede principal está en el Hospital de Cruces. Los dos comenzaron en este centro sus carreras profesionales y, tras una estancia en el extranjero, han regresado.

En el caso de Amo, es bióloga y comenzó su carrera como investigadora en Biobizkaia en 2012, con 24 años, dedicándose a estudiar «la parte más molecular de del cáncer». Cuatro años más tarde, en cambio, marchó a los Institutos de Salud de los Estados Unidos. «Un nuevo mundo con un nivel de técnica sofisticadísimo», explica. Allí se integró en un equipo de seis personas que estudiaba cómo estimular el sistema inmunitario para combatir el cáncer.

El camino de Erramuzpe, de 34 años, es algo similar. Él es ingeniero informático y comenzó a investigar en Biocruces gracias a un trabajador del centro, Jesús Cortés, a quien conoció en su último año de carrera en la Universidad de Granada. Desde su llegada ha tratado de aplicar sus conocimientos a «solucionar problemas clínicos». Vamos, que se dedica a la ingeniería biomédica, un ámbito en el que se ha formado en etapas postdoctorales tanto en la Universidad Hebrea de Jerusalem como en la Universidad Mondragon.

Ambos coinciden en los beneficios de salir a trabajar y formarse al extranjero. Explican que tanto en Israel como en Estados Unidos se empaparon de la parte práctica de la investigación. «Está totalmente orientado a la producción científica y no tanto a la justificación de resultados», explica Erramuzpe. «Es completamente distinto, nosotros recibíamos cada día a expertos de todo el mundo con los que intercambiábamos impresiones y nuevas técnicas con las que llevar adelante nuestros proyectos», cuenta Amo.

Sin embargo, tras sus provechosas estancias, ambos decidieron volver. «Mi línea de investigación tiene más posibilidades en un centro de investigación biomédica, compartiendo espacio con servicios clínicos y con acceso a datos de pacientes», cuenta Emarruzpe.

Amo, por su parte, añade que ella siempre tuvo la intención de volver: «Uno de los motivos por los que me fui era conseguir forjar un futuro como investigadora en Euskadi», explica para después añadir que «la única forma de conseguir estabilidad en Bizkaia era hacer un postdoctorado en el extranjero». En estos momentos está incorporada en el grupo de investigación de inmunopatología, donde trabaja en varios proyectos dirigidos al estudio del sistema inmunitario en infecciones como el VIH o el covid y el cáncer.

«Un salto de calidad»

Ambos investigadores coinciden en que el centro ha dado un salto de calidad desde que lo dejaron. No solo en el mero aspecto estético, ya que han pasado de trabajar en barracones a hacerlo en un edificio con prestaciones de primer nivel, también en el día a día. Es decir, cada vez hay mejores profesionales, mejores herramientas y más inversión.

Aun así, Erramuzpe resalta la importancia de que la ciencia cuente con más financiación. «Es la única manera que tenemos de seguir adelante y financiar proyectos», asegura. De todos modos, explica que la infrafinanciación científica no es algo que se le pueda achacar a Biobizkaia, sino que es un mal endémico en todos los campos de investigación. ¿Y qué les motiva a seguir? Pues lo tienen claro: el mejorar la sociedad. Mientras a Erramuzpe le fascina «entender los factores que mejoran las dinámicas de envejecimiento», Amo seguirá trabajando por bloquear la entrada del sida al cuerpo humano.

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