Dudas y certezas sobre el cannabis terapéutico

Pero desde el ámbito sanitario se advierte que, por mucha expectación que genere la noticia, la prescripción «estará muy controlada y no habrá tantos enfermos a los que se recete» porque sus efectos «no están suficientemente estudiados». Recientemente, el Congreso dio luz verde a la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps) para desarrollar el documento que lo reglamentará. Y, por el momento, la noticia genera tantas dudas como certezas.

Solo quien lo necesite para minimizar los dolores que sufre. Esto significa que el uso recreativo seguirá prohibido. Y la utilización médica será regulada para que los preparados estandarizados del cannabis (aceites, inhalados y farmacológicos) traten dolores crónicos y no crónicos provocados por el cáncer, la esclerosis múltiple, algunas formas de epilepsia o molestias graves derivadas de la quimioterapia y la endometriosis.

Esta planta ya se está usando en España de forma terapéutica. Hay pacientes con dolencias muy concretas cuyos tratamientos contienen estos principios activos. Se recetan ya Sativex, para casos de esclerosis múltiple, y Epidyolex, para las crisis epilépticas asociadas a varios síndromes. Estos productos aprobados por las agencias sanitarias solo pueden ser prescritos por especialistas. Fuera de este circuito, hay quien se trata con cannabis por decisión propia y en el borde mismo de la legislación.

En principio, no. No está previsto que estos medicamentos se receten en la red de Atención Primaria. Solo determinados facultativos del ámbito hospitalario (público o privado) podrán prescribirlos.

De momento, tampoco, aunque no es descartable. Los expertos han recomendado que la distribución esté en manos de las farmacias de los hospitales. Al tiempo han abierto la puerta a que los vendan también aquellas farmacias «comunitarias» (las de la calle) debidamente acreditadas. El documento previo que establece cómo se realizará la distribución indica que «será con fórmulas magistrales con extractos o preparados estandarizados de cannabis (nunca la flor o el cogollo), que deberían entregarse a partir de la red de farmacias del sistema de salud, con preferencia en las farmacias hospitalarias y explorando la alternativa de las farmacias comunitarias que puedan reunir los requisitos». Entre los colegios de farmacéuticos no tienen dudas de que cuando se autorice expender estos productos en las boticas se hará con la misma seguridad que cualquier otro medicamento, al haber pasado todos los controles reglamentarios.

Sí. Porque el comité de especialistas aconseja abrir un registro centralizado de pacientes argumentando que «pueden servir para evaluar los resultados obtenidos y así mejorar progresivamente el conocimiento». Este listado crea algunas dudas en ciertos círculos. También a Juan Van den Eynde, que espera que no se use «para estigmatizar». «Doy por hecho que se llevará para controlar que no hay un uso fraudulento de las sustancias», desea. Van den Eynde señala que ahora hay pacientes consumiendo opiáceos contra el dolor, «que son más fuertes y más adictivos que el cannabis». Para el abogado, además, este proceso de aprobación tiene una connotación afectivo-personal: «A mi padre le hubiera gustado ver que se da este paso: decía que cuando una enfermedad te quita calidad de vida, ésta es más importante que los plazos, que importa más vivir bien que vivir más».

Sí. La comisión puntualiza que se podrán ampliar las indicaciones terapéuticas «cuando los estudios que se hagan en el futuro aporten indicios consistentes». Hoy por hoy, la evidencia científica en la que se pueden basar los facultativos «es limitada en relación con los usos terapéuticos del cannabis y de sus productos. La investigación aportará luz para poder dilucidar muchos aspectos», han señalado. De hecho, el psiquiatra Marcos Gómez Revuelta cuestiona la mejoría que experimentan los pacientes con estos tratamientos. «Las evidencias que tenemos es que solo unos pocos alcanzan una pequeña mejoría. Los estudios revelan que hay compuestos que dan unos beneficios terapéuticos bastante modestos frente a un dolor crónico». Tomás Cobo, anestesista y experto en tratamiento del dolor, también cree que las evidencias médicas «llegan hasta donde llegan. Estos tratamientos mejoran algunas patologías, pero con limitaciones». Ambos doctores llaman la atención sobre sus importantes efectos secundarios «que deben indicarse claramente. Sabemos que, si no se controlan la posología y la dosificación, el cannabis produce cuadros psicóticos y paranoias». Cobo reclama que el debate «no se banalice».

No. A Gómez Revuelta, de hecho, le preocupa que el cannabis pase a ser «bien visto socialmente, como algo medicinal y bueno». Porque, simplificando mucho, está demostrado que esta sustancia «se convierte en una especie de gasolina para los pacientes con predisposición a ciertas enfermedades mentales que, con su uso, tienen peor evolución cuando los pronósticos son de depresión o ansiedad, por ejemplo. En jóvenes está relacionado con conductas suicidas y deterioro del rendimiento», advierte.

Aunque las primeras informaciones hablan de que los compuestos de cannabis llegarán a las farmacias para primeros de 2023, no todas las fuentes son igual de optimistas. Quedan trámites importantes por pasar.