Mascarilla veneciana

De haber optado el coronavirus por Las Vegas, hoy en lugar de fotos de personajes de la Comedia del Arte con mascarilla, veríamos fotos, no sé, de gánsteres con mascarilla. También sería bonito. Y hasta puede que viésemos con mascarilla a Tyson Fury, que ganó la noche del sábado el título mundial en el MGM Hotel y se puso a cantar 'American Pie' sobre el ring. ¿Cómo ha podido pasársele al coronavirus? Tumbar al campeón de los pesos pesados en Las Vegas: eso sí que sería un golpe de efecto formidable.

Lástima que el coronavirus esté improvisando y se haya ido, con su cargamento de problemas, a Lombardía. Lo digo porque nos pilla mucho más cerca. Por más que la distancia entre las ciudades occidentales sea ya siempre la misma: un avión. Con tres víctimas mortales y un centenar largo de infectados en el corazón de Europa, la situación cambia. En Venecia han suspendido el carnaval; en Milán, el fútbol y los colegios. Hay en la región una decena de municipios con el acceso restringido por orden gubernamental. Y, bueno, en el hospital de Cruces activaron ayer el protocolo ante la llegada de tres enfermos que padecían algunos síntomas sospechosos. A última hora de la tarde los análisis lo descartaron en el caso de dos, y quedaba pendiente el tercero. Pero, incluso aunque se confirmara este, ni siquiera sería una malísima noticia. Piensen que lo que se observa se controla. Y que la información es clave en la lucha contra este tipo de epidemias. La calidad de la red sanitaria también es otra clave y eso debería bastarnos para no disparatar. El mundo está más interconectado que nunca y los hombres enferman como siempre. No sé si las mascarillas sirven para algo, pero estoy seguro de que un poco de entereza nunca viene nada mal.

Donald Trump se convirtió en 2017 en el presidente de más edad que entraba en la Casa Blanca. Tenía 70 años. Que un mandato después pueda aspirar a la reelección acusando a sus rivales de vejestorios es asombroso. Y probablemente otro síntoma de que el Partido Demócrata post-Obama es algo así como una jaula de grillos suicidas. Este fin de semana las primarias demócratas en Nevada han lanzado a Bernie Sanders como aspirante. Y Sanders –que sufrió un infarto hace cuatro meses– tendrá 79 el próximo 3 de noviembre, o sea, el día de las elecciones. El siguiente candidato demócrata, en plan alternativa, es el jovencísimo Joe Biden, que entonces estará a un par de semanas de cumplir 78. Apuesten a que Trump va a aprovecharlo. «Yo soy una persona joven, vibrante», respondía la pasada primavera cuando le preguntaban por la edad de sus rivales. Muy confiado, el otro día presumió de saber cómo parecer «presidencial». Basta, según él, con abrocharse la chaqueta.

Es rara la fe que le tienen en Ciudadanos al voto telemático. Con lo mal que les sale. Y con lo feo que les queda. Recuerden la votación aquella en Castilla y León. Y al sector crítico pidiendo el voto presencial para el futuro sin Rivera. Pues no. A Ciudadanos ha vuelto a salirle otra votación rara. Y la han tenido que cancelar. Resulta que se metía el militante en la web y el sistema se decía caído por la gran afluencia de solicitudes. «¿Gran afluencia?», se mosqueaba entonces el sufrido militante en horas bajas. «No puede ser».