

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Hubo un tiempo en que las únicas pegatinas de un coche eran de una discoteca, un equipo de fútbol o una tontuna graciosa. Y solo algunos las llevaban. Ahora, por obligación, tenemos que lucir la pegatina de la ITV y la etiqueta ambiental. Pero si ... nos da por ir a Biarritz a pasar el día, desde el próximo 1 de abril, deberemos llevar otra. La francesa. Que no es como la nuestra, aunque indique lo mismo. Es el absurdo juego en el que se ha metido Europa. Y lo dice alguien que se siente europeo y cree que juntos somos más fuertes. Pero nos encanta ponerlo todo difícil. El último ejemplo es lo de las pegatinas. Aunque no deja de ser la punta del iceberg.
Supongo que recordarán aquellas pantallas de cristal o de plástico tipo metacrilato que puso más de un hostelero en su restaurante para habilitar una zona específica para fumadores. No fue cosa del tabernero. La idea partió de los sospechosos habituales. Es decir, el Gobierno. Ese que aprueba una norma sin analizar a fondo sus consecuencias. En el caso de las pantallas, tras gastar una pasta en montar el tema, hubo que quitarlas porque la ley cambió. Prohibido fumar en todo el local. Total que por la precipitada aplicación de la idea hubo hasta quien se arruinó por montar una empresa dedicada a tal efecto. Por no hablar del agujero económico que supuso para muchos bares humildes y restaurantes de menú. Pero a quien legisla eso le importa lo mismo que a usted o a mí la vida sexual de una ameba. Y siguen igual. Lo de la pelea contra el humo es como lo de mi suegra con la luz. Ve una encendida y la apaga. Se ve que entre los legisladores hay mucha gente así. Por eso nos pasa lo de las puñeteras pegatinas.
Llámenme loco, pero creo que no sería tan difícil que el gendarme galo aprendiera las equivalencias de las pegatinas de un lado y otro de una frontera que ya no es frontera. Pero no. Y resulta curioso. Porque el policía o el guardia civil de España si que debe saberlo. Aquí no hace falta que los franceses compren ninguna pegatina. Les sirve la suya. Y hablo del país vecino como podría hablar de Alemania, Austria y Dinamarca, que nos obligan a llevar su pegatina, o de Italia donde la última vez que estuve solo Bolzano era zona de bajas emisiones. Vistos los cambios de gobierno, y volantazos políticos, lo mismo se unifica la prohibición o se anula. A saber. Todo sea por el aire puro. Mientras tanto el resto del planeta hace lo que le sale de la entrepierna. Normal que Trump nos vea cara de pringados. No solo porque, y al igual que el resto del mundo salvo nosotros, no toman medidas similares. Además, y sobre todo, porque sabe que no somos capaces de ponemos de acuerdo en nada. Ni siquiera en lo que nos haría la vida más fácil. Como sucede en este caso. Se acuerda una normativa con mucha pompa y circunstancia, pero después se lleva a efecto de forma torpe y chapucera.
Siguiendo con la locura que hoy mi invade, he tenido otra idea absurda. Que todos llevemos el mismo tipo de pegatinas. Las que sea menester, según el vehículo, pero que en Grecia sean las mismas que en España o en Bélgica. Ya les digo que es una locura. Hacer algo tan simple no tendría gracia. Mejor seguir como hasta ahora. Que cada cual haga lo que le de la real gana. De hecho las pegatinas, no se parecen ni en los colores. En Alemania van del azul al verde, variando tonalidades, mientras que en Austria incluyen también rojas y amarillas. Por cierto en este último país no son redondas, sino rectangulares. Y yo pensando que lo más surrealista de este viejo continente era Eurovisión. Bueno, al menos eso está bien montado. Porque lo de la lucha contra los humos es una oda al absurdo.-Lo hacen para que no usemos el coche-dirá mucha gente. Cierto. Por lo de no echar mierda al aire y todo eso. Pero deberíamos hablar algún día de otros transportes que también contaminan. Y más que el de dos y cuatro ruedas. No hablo solo del avión. Todo lo que surca mares y océanos y lleva motor contamina muy por encima de lo que puede hacerlo un coche o una moto y con residuos más dañinos. Es curioso que no se hable nada de ese asunto. Es como si no existiera. Igual que pasa con el debate sobre qué haremos con las baterías de los coches eléctricos cuando ya no sirvan. Entonces viviremos la guerra de quién se queda con ellas y cómo se guardan. Al tiempo. En fin, les dejo porque tengo que preguntar dónde se compra una pegatina en la que ponga «Estoy harto de tanto inútil».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El Diario Montañés
Las zarceras tras las que se esconde un polígono industrial del vino en Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.