Ángel, un titulado en la tómbola
El alto comisionado trata de flotar con argumentos vagos sin caer en la cuenta que se hunde atado a la mentira de una diplomatura falsificada
La mañana del martes, tras conocer la información sobre el título falso de José María Ángel para acceder a una plaza de funcionario, envié un ... whatsapp al alto comisionado del Gobierno para la reconstrucción por si tenía algo que contar y argumentar. Un par de horas después, mientras leía sobre mi Vespa el informe de Antifraude, recibí una llamada de Ángel, que tiene la experiencia y las tablas suficientes para levantar el teléfono y afrontar el problema de cara. El exalcalde de l'Eliana aseguró en esa conversación, y que me perdone por desvelarla, que lo tenía todo en regla, esbozó ese nuevo mantra socialista «del calumnia que algo queda» y apuntó que hace tiempo le advirtieron de que el PP iba a buscarle las cosquillas.
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Ángel, al igual que su esposa Carmen Ninet, han sido dos políticos –del PSPV– que siempre han sabido mover las fichas sobre el tapete, un matrimonio fajador con los crochés de la prensa, que han fintado con maestría en esas aguas turbulentas de la información. La palabra de Ángel tenía en ese momento, al menos, un poso de confianza, un margen de que habría una prueba sobre la veracidad del título de Diplomado en Archivística y Biblioteconomía con el que pudo ascender en su carrera dentro de la función pública.
El informe elaborado por Antifraude ya daba pie a las sospechas por la gran cantidad de pruebas, pero el golpe llegó cuando desde la Universitat de València corroboraron que la titulación aportada no existía en 1983, año en el que está fechado el diploma bajo el membrete de su Majestad el Rey Don Juan Carlos I. La propia defensa del alto comisionado se cayó a plomo cuando pasadas las ocho de la tarde sus argumentos vía comunicado no eran más que una bala de paja, sin peso, sin un dato que certificara que disponía de un título de los de verdad verdadera y no de un diploma más propio de AliExpress. En ese comunicado tan cargado de palabras como vacío de contenido, no hubo ni una línea para aguantar un diploma que no hay declaración que sostenga. No hay verdad, o sí mucha mentira mientras no se demuestre que es un documento real y, por ahora, es una cosa que Ángel no ha podido probar. La falsedad, la farsa de una titulación va a destrozar una carrera que ya no necesitaba el cargo de alto comisionado del Gobierno para la reconstrucción. La vanidad es el peor pecado de la política.
Se puede debatir, estar de acuerdo o no, sobre si un bibliotecario era el perfil idóneo para liderar tras la dana la reconstrucción desde el lado del Gobierno cuando en la otra orilla el Consell había apostado por el teniente general Gan Pampols, que al menos sabe de qué va esto. Lo que ya no tiene discusión es que alguien capaz de inventarse su vida puede trabajar para salvar u honrar la de los demás.
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Desgraciadamente, la política no es espejo para la sociedad. El expresidente de la Generalitat Ximo Puig se agarró al cargo y al sueldo mientras su hermano estafaba de una manera soez y burda la administración que gobernaba, siendo capaz de meter en ese ajo al patriarca y a otro hermano de la familia. Hoy, Puig, pese a que la Fiscalía pide cuatro años de prisión para Francis, sigue abrazado al suculento sueldo como embajador de España ante la OCDE.
En el otro lado, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, se mantiene en el puesto sin entender que su condena no está en la catástrofe de la dana sino en su ausencia, tanto física como espiritual de aquella tarde aciaga sobre la que todavía hay una laguna horaria. O incluso Camps, tantas veces absuelto y que sigue sin pararse a pensar que es también culpa del César lo que hizo su gobierno, muchos de ellos con condena firme y a la sombra. Las dudas sobre la titulitis de la delegada del Gobierno, la socialista Pilar Bernabé, todavía pululan, y entre todos no hacen más que alimentar el rechazo a una política donde los Sánchez, Ábalos, Zaplana, Blasco, entre muchos otros, manchan el relato de España y de la Comunitat Valenciana.
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Vale más la pena ser honrado que titulado y Ángel tiene la oportunidad de la decencia para que mañana no sea tarde cuando sobrevuela sobre su cabeza la malversación continuada. El alto comisionado, con biblioteca a su nombre en su pueblo, ganó las elecciones diciendo que l'Eliana tenía Ángel sin ser consciente que un día se convertiría en demonio.
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