Ni encerradas en la cueva ni solo reinas consorte

Las autoras son la filósofa e historiadora del arte Isabel Mellén y la doctora en Historia y profesora de la UPV/EHU y la UNED Virginia López de Maturana. «Lo que se cuenta en la guía es cómo ha sido desde un determinado momento el relato histórico, porque se ha tratado de construir el pasado en base al presente, desde una perspectiva interesada y en función de nuestros valores, y eso no debería ser así; hay que ir a las fuentes», señala la docente alavesa.

El documento, financiado por el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales y que será publicado en formato libro previsiblemente en junio, analiza esa «tergiversación» y los «mecanismos de ocultación» de los diversos papeles asumidos por las mujeres en el pasado, al tiempo que los intercala con ejemplos. Y de esos, que son «fácilmente desmontables científicamente», no faltan.

Mellén se traslada para ello a la representación «más evidente» de ese sesgo, la prehistoria. «La imagen clásica de la marcha del progreso, de unos homínidos que se van poniendo en pie, son hombres, y como progreso se considera que tienen una lanza, un arma para la guerra», explica. Sin embargo, matiza, «se sabe que en esa época el cuidado es más importante que la guerra, y se invisibiliza, porque además las sociedades sobreviven con paz y cuidados».

Pero, además, la representación de nuestros antepasados más lejanos «no es correcta». «Tenemos la idea de los señores cazando mamuts y las señoras cocinando en la cueva», introduce. Y ni una ni otra se ajustan a la realidad. «En las sociedades primitivas era más importante la recolección que la caza, y no se cazaban mamuts, como mucho alguna liebre, y también participaban mujeres», afirma. Dibujar un pasado con las féminas en la cueva tampoco se ajusta a la realidad, sino que «se copia la idea de domesticidad actual», reforzada durante el franquismo. Y que las mujeres se queden en casa, insiste, «es una anomalía». «Las mujeres siempre han trabajado fuera y hecho todo tipo de labores; los estereotipos actuales son una invención y nada científicos».

En ese sentido, expone que, en los últimos siglos, «se nos ha dicho que no tenemos fuerza para ciertos oficios», cuando «los trabajos más duros y físicos los hacían mujeres porque eran mano de obra barata». En la Edad Media, por ejemplo, «trabajaban en la construcción más mujeres que hombres». «Tenemos sirgueras, cargueras y guerreras, porque hay enterramientos de mujeres con armas», puntualiza. También reinas con poder. «Al hablar de las cartas de población de muchos de nuestros pueblos, se atribuyen a Alfonso X el Sabio, pero muchas de ellas también estaban firmadas por Violante de Aragón, porque las reinas tenían poder, mandaban muchísimo», recuerda.

La idea, materializada en colaboración con Emakunde y el Instituto Gogora, es que todo esto y más se tenga en cuenta cuando se pongan en marcha proyectos relacionados con la historia. «Queremos que, en cualquier pueblo, en cualquier investigación, se evite caer en esos sesgos. La guía podrá ser útil también para el ámbito de la educación, donde se enseña ese relato con esos roles, para personal de museos y de turismo...», enumeran.